Hacer un listado de lo mejor del año es una tarea hercúlea, siempre injusta, sometida a una terrible cifra a la que hemos de reducir todo un ciclo de cine a tan solo diez representantes de lo que, esperamos, sea la muestra más pura posible de lo que creemos, a este lado, que ha sido lo más granado del panorama fílmico. Lo que hoy traigo es un repaso, en realidad, que atiende al juicio de este humilde crítico, servidor de ustedes, del cine —en esta ocasión lo reduciremos solo a ficción, lo que ha dejado fuera del listado obras como, por ejemplo, Quién lo impide (Jonás Trueba, 2021), que tendrían de otro modo un lugar indudable entre estas líneas— que en más alta consideración he podido tener a lo largo del complejo, no particularmente halagüeño y, por todas las razones que conocemos, difícil 2021 que dejamos atrás. Para situar un poco al lector, comentar que lo que estamos llamando «listado» son, de hecho, dos «listados»: por un lado, una enumeración, la primera que presentamos, de películas atendiendo al criterio común de año de producción. Pretendemos con esto dar un muestra más o menos acertada de lo que consideramos que ha sido el año, por lo que podrá encontrar el respetable tanto cine de plataformas de streaming, como visto en salas de cine como inédito perteneciente únicamente, al menos a fecha de hoy, al circuito de festivales. Por otro lado, y tras este listado, dejaremos otro ranking, cerrando el artículo, en el que las películas consideradas habrán sido únicamente las estrenadas entre el 1 de enero y el 31 de diciembre de 2021 en España —clic aquí para ir directamente—, con la pretensión, esta vez, de dar cuenta del carácter del ciclo dentro de nuestras fronteras.
Sin más dilación, vamos con los dos listados, enlazados como de costumbre a sus respectivas críticas completas con las que ampliar contenido:
10. Belle (Mamoru Hosoda)
En el puesto número diez, el gran Mamoru Hosoda, que con Belle delinea un mundo de realidad y fantasía en el que convive la poesía más bella con la ciencia ficción más elaborada. Una película emocionante y virtuosa que toma el pulso a la identidad y el trauma desde la ilusión y la pasión.
No es solo un anime para el recuerdo, sino una obra enorme que esperamos le dé grandes alegrías a su creador. Una película poseedora de tanta belleza y tanta honestidad que se extiende mucho más allá de una animación sugestiva y una música conmovedora.
9. La peor persona del mundo (Joachim Trier)
Joachim Trier vuelve a sus disertaciones sobre la identidad y las dudas vitales en una película brillante y cautivadora —y seleccionada en la shortlist de los Óscar representando a Noruega—, que apoyándose en la magnífica interpretación de Renate Reinsve, se convierte en un himno generacional tan ocurrente como reflexivo.
El cineasta ofrece un filme portentoso, capaz de arrancar sonrisas y lágrimas, reflexiones y divisiones morales desde la ligereza sin perder densidad ni discurso.
8. Fue la mano de Dios (Paolo Sorrentino)
Paolo Sorrentino va hacia sus orígenes en su película más íntima, donde reflexiona sobre la familia, la madurez, la pasión y el propio cine. Una obra que atrapa en sus diálogos y conmueve a través de lo personal y la búsqueda de respuestas vitales.
Y que además, y teniendo en cuenta que estamos hablando de un cineasta que ha sabido explorar el vacío y la ansiedad primermundista como pocos, toca el corazón a pierna cambiada, y lo hace como solo él podría hacerlo: con amor por el cine y algo de mala leche.
7. Petite maman (Céline Sciamma)
Viniendo de la sección oficial de Berlín, y habiéndose llevado el premio del público en la pasada edición de San Sebastián, con Petite maman la cineasta francesa, maestra de la sensibilidad, se aproxima al propio núcleo de la humanidad en una película inconmensurable y portentosa.
Sencilla en apariencia, late dentro de ella un corazón desbocado, reconfortante e inasible. Así, Céline Sciamma ofrece una obra que no solo es un acercamiento fuera de la norma a la maternidad y a la comprensión de la infancia, sino a la propia esencia de ser persona, de ser hijo, de ser, en definitiva, alguien.
6. As In Heaven (Tea Lindeburg)
Concha de Plata a la mejor dirección y Concha de Plata a la mejor interpretación protagonista en la pasada edición de San Sebastián, ahí es nada. Tea Lindeburg exalta mediante una mirada delicada y llena de sensibilidad la fase de crecimiento y transformación de una joven en época de cambios.
Religión, responsabilidad, familia o educación se dan la mano y se complementan en la narración en una película delicada y sutil que convierte la transformación vital en un evento cotidiano.
5. Mona Lisa and the Blood Moon (Ana Lily Amirpour)
Imperial y libre, la obra de Ana Lily Amirpour transcurre entre el lirismo urbano y el desprejuicio más absoluto, componiendo un monumento fílmico del que es imposible escapar. Una película catártica y optimista que cuenta con una Jun Jong-seo hipnótica en el papel principal y nos redescubre a una gran Kate Hudson.
Como acostumbra en su obra, en la que podemos encontrar piezas indefinibles como Una chica vuelve a casa sola de noche (2014) o Amor carnal (2016), la cineasta estadounidense descubre entre los hilos de su fantasía metropolitana un lugar en el que no pasa el tiempo, y a la vez que sus personajes, se mueve a través de las convenciones de los géneros.
4. Red Rocket (Sean Baker)
Sean Baker. El gran, único e inimitable Sean Baker. Con Red Rocket, el estadounidense va más lejos del confín de lo convencional en una película que describe con tanta poesía, sensibilidad y ternura la soledad y el empuje de un perdedor irreductible que resulta imposible no elevarla a los altares del naturalismo triste, ese subgénero de propia creación en el que tan bien se mueve —pensemos en grandes obras como The Florida Project (2017) o Tangerine (2015)—.
Aquí, traspasa las fronteras de lo ordinario y se instala en un lugar en el que converge el sentimiento de pertenencia a la estructura que nos precede con un deseo de alcanzar el progreso hacia lo desconocido.
3. El acontecimiento (Audrey Diwan)
León de Oro y Premio FIPRESCI en la pasada edición de Venecia, la ficción de Audrey Diwan, audaz y compleja, enfrenta la temática del aborto mientras mantiene la excelencia narrativa, y tiende la mano al espectador desde la empatía más absoluta y terrible en una película tan incómoda como incontestable.
Una obra que tiene tanto de real que da miedo tenerla en cuenta, y a través de un estilo sincero y valiente se percibe en todo momento como una pieza importante, de las que no se pueden dejar pasar y transforman conciencias.
2. In Front of Your Face (Hong Sang-soo)
En el puesto número dos, mi querido Hong Sang-soo, que aquí vuelve a convertir lo ordinario en actos de relevancia y delicioso lirismo. A través de una mirada siempre a una distancia prudencial de su objeto de estudio, frecuenta el espectro emocional humano sin necesidad de irse a los extremos.
En esta In Front of Your Face ofrece una obra fundacional y deconstructiva, de las que le pueden reconciliar a uno con la vida y con las ganas de salir y pegar dos gritos bajo la lluvia.
1. Drive My Car (Ryûsuke Hamaguchi)
La gran película del año, la obra magna imperecedera sobre la que se hablará durante mucho tiempo. Ryûsuke Hamaguchi entrega un monumento cinematográfico que es ensayo sobre la vida y la esencia y también estudio sobre la condición de existir, de amar y de, simplemente, ser.
Una pieza única que contempla la realidad y la transforma en pura poesía y que, en sus infinitas aristas, se convierte en cine eterno y expansivo, uno que en su estudio sobre la vida humana conecta con el corazón del mundo y todo lo que contiene.
A continuación, el listado atendiendo a las películas estrenadas únicamente en España. Del mismo modo que con el ranking cribado por año de producción, cada entrada está enlazada con su crítica correspondiente en la revista:
