La novelista y su película
No hay lugar como el hogar

País: Corea del Sur
Año: 2022
Dirección: Hong Sang-soo
Guion: Hong Sang-soo
Título original: So-seol-ga-ui Yeong-hwa / 소설가의 영화
Género: Drama
Productora: Jeonwonsa Film Co.
Fotografía: Hong Sang-soo
Edición: Hong Sang-soo
Música: Hong Sang-soo
Reparto: Lee Heh-young, Kim Min-hee, Seo Young-hwa, Gi Ju-bong, Kwon Hae-hyo, Cho Yun-hee, Park Mi-so, Ha Seong-guk
Duración: 92 minutos
Berlinale: Oso de Plata - Gran Premio del Jurado (2022)

País: Corea del Sur
Año: 2022
Dirección: Hong Sang-soo
Guion: Hong Sang-soo
Título original: So-seol-ga-ui Yeong-hwa / 소설가의 영화
Género: Drama
Productora: Jeonwonsa Film Co.
Fotografía: Hong Sang-soo
Edición: Hong Sang-soo
Música: Hong Sang-soo
Reparto: Lee Heh-young, Kim Min-hee, Seo Young-hwa, Gi Ju-bong, Kwon Hae-hyo, Cho Yun-hee, Park Mi-so, Ha Seong-guk
Duración: 92 minutos
Berlinale: Oso de Plata - Gran Premio del Jurado (2022)

De nuevo, o por primera vez, Hong Sang-soo se alía con la extraordinaria Kim Min-hee en un filme que maximiza la belleza del cine, del propio amor y del proceso creativo. Una película que nunca llega a terminar del todo, que se completa en la memoria.

Llevo escrito bastante sobre Hong Sang-soo. Sobre cómo aborda el cine con una transparencia de método inasumible para la mayoría de los que nos dedicamos en mayor o menor medida al análisis y la creación de la imagen y la narrativa. Tanto porque parece imposible que con tan poco se llegue a generar semejante terremoto de sensaciones y revelación, como porque después de estar uno expuesto al cine del director coreano se crea una suerte de suspensión de todo lo que podría ser posible conocer del medio para expandirlo un poquito más hacia márgenes vírgenes. Porque no nos engañemos, Hong Sang-soo no es Éric Rohmer ni Woody Allen —por más que él mismo cite El rayo verde (Éric Rohmer, 1986) como una de sus obras de cabecera1—, es otra cosa distinta. Probablemente indefinible en el contexto de estas líneas que casi se preocupan más por celebrar su imaginario que por ser capaces de condensar todo lo que atesoran dentro esas borracheras y esos personajes/artistas que viven dentro de planos casi siempre fijos, casi siempre dados al reencuadre, que pareciera que no existen más que en el momento de mirarlos, pero que se revuelven en el recuerdo como si del sonido cavernoso de la Memoria (2021) de Apichatpong Weerasethakul se tratase. Después de todo, Hong Sang-soo está fuera de la industria cinematográfica, no podemos decir que a todos los niveles, pero casi. Flirtea con la repetición y la variación, propone una evolución casi imperceptible al ojo humano pero que recrea distintos momentos de una vida desde lugares que sus viejos amigos conocemos de sobra. Casi como si volvieras al hogar después de diez años en el extranjero y te reencontraras con la casa de tu infancia, igual pero completamente distinta; como cuando Pierfrancesco Favino vuelve a Nápoles en la Nostalgia (2022) de Mario Martone, y no sabemos si cambió Nápoles o es él mismo el que es otra persona. Hong Sang-soo reescribe sus historias y con ellas nos reescribe a nosotros, espectadores, que aunque quisiéramos no seríamos capaces de encontrar el mismo relato aunque nos esforzásemos por entender a sus ficticios (o no tanto) cineastas arrogantes, sus actrices libres, sus poetas borrachos o su Kim Min-hee vulnerable y (como siempre dice algún personaje, o varios) bellísima como algo recurrente. Que lo es, por supuesto.

Tal vez de amar a Kim Min-hee, a amar el cine, a amar varios mundos o amar lo que tenemos al lado no haya más que un momento en el que desaparecimos y volvimos a aparecer.

Kim Min-hee y Lee Hye-young se complementan como el arte y la vida.

Con La novelista y su película2 el realizador coreano no hace una excepción a sus inquietudes, aunque como siempre se las ingenia para reinventar nuevos modos de argüir metas similares dando la mejor versión de sí mismo. Y puede que en este caso en concreto su mirada sea la más metaficticia y sentimental de todas, tan preocupada por dejar que sea su cine el que hable sin ningún tipo de freno social ni artístico como por permitir, y provocar, que el profundo amor con el que lo vive nos recorra la médula. No es una película para todos, pero es que Hong Sang-soo nunca pretende ver su nombre en el Box Office. Sí es una película luminosa, de personajes y de espacios, de declaraciones y de verdades, de personajes que se agachan junto a niñas y de cineastas que reciben un bofetón directo a su arrogancia. Pero, como decía, llevo mucho escrito sobre Hong Sang-soo y siempre acabo con la sensación de haber dado más vueltas que golpes, y como creo que sus imágenes tienen mucho más que reencuadres y conversaciones, en este texto vamos a hablar de varias circunstancias de La novelista y su película, como si cada uno de sus constructos formara un filme (o una vida) en sí mismo. Y por partes.

I.

Hablar de La novelista y su película va a ser, como mínimo, hablar de Kim Min-hee. Y también del amor, por la mujer y por el cine, por la belleza, por el arte. Ella no es la novelista del título, pero sí es aquella que da forma a lo que significa estar «dentro» del arte y no «rodeando» ese mismo arte. No quisiera entrar en asuntos irrelevantes para comentar sobre cómo Kim Min-hee da forma al imaginario de Hong Sang-soo de un modo que es prácticamente inexplicable, pero un par de apuntes superficiales sobre su historia no van a venir mal: realizador e intérprete se conocieron durante el rodaje de la extraordinaria Ahora sí, antes no (2015) —a modo de dato, la única obra del coreano editada en blu-ray en nuestro país3—, momento en el que comenzaron un romance que los medios de comunicación coreanos se tomaron a la tremenda, habida cuenta de que el cineasta era un hombre casado y se alzaron multitud de voces, a cada cual más puritana, afeando su conducta. Esto no importaría apenas de no ser porque, en cierta manera, afectó a la carrera de la actriz, que incluso perdió a su agencia de representación4. A partir de aquí, salvo la imperial La doncella (The Handmaiden) (Park Chan-wook, 2016), Kim trabajaría en exclusiva con Hong Sang-soo, dando forma a una de las relaciones artísticas más ricas, profundas y, a la postre, metaficticias que podamos citar en el ámbito del cine.

Completamente enfrascado, en esta última etapa de su cine (para más información sobre la marca del realizador a lo largo del tiempo me permito reconducir al lector a este otro texto), en la mayor de las depuraciones de estilo de toda su carrera, Hong Sang-soo ha confiado en Kim Min-hee todo su imaginario, ya sea desde la búsqueda de una respuesta mediática —La cámara de Claire (2017)—, la culpa y la percepción social —The Day After, (2017)— o el puro exorcismo —En la playa sola de noche (2017)—. Pero ahora, llegada La novelista y su película, es cuando el incansable realizador ha compuesta la carta de amor definitiva. Y no una estilo Cinema Paradiso (Giuseppe Tornatore, 1988) de esas que parece que son peaje obligatorio para cualquier director de bien, sino una más íntima, más personal; una que interpela la propia sensibilidad, o la propia vivencia, siempre a través de una universalidad que pareciera imposible dado lo particular de la historia que existe entre cineasta e intérprete. Porque después de todo, y aunque un espectador ajeno a la obra de Hong pudiera no fijarse apenas en ello, aquí hay una muestra muy particular de las inquietudes y la concepción fílmica de su relación con el amor y con el arte, pero que en absoluto canibaliza una narrativa excelsa que, como de costumbre, camina a base de conversaciones intrascendentes, reencuadres, ideas difusas y cantidades industriales de tteokbokki, alcohol y tabaco.

Todo conduciendo, no como película individual, sino casi como filmografía, a uno de los finales más bellos posibles, en el que la mirada se funde con lo real, con el amor palpable y absoluto, en el que el embrujo de la narrativa desaparece para dar lugar a otro hechizo distinto, que más que derribar la cuarta pared compone un modo diferente de trascender la pantalla, disipando las líneas entre lo real, lo imaginado, lo representado y lo deseado —el «te quiero» y el «y yo a ti», tan simple y tan directo que puede llegar a marear de lo mucho que significa—. Siempre, en este caso, con una imagen digital casi fea, tosca, que esquiva la estilización. Haciendo suyo aquel concepto de William A. Wellman en el que, refiriéndose a su celebre plano dolly sobre las mesas de una cafetería francesa en Alas (1927)5, dejó dicho aquello de que con ese tipo de planos la audiencia «se vuelve más consciente del movimiento de la cámara que de lo que diablos sea que estés filmando»6. Hong Sang-soo no está interesado —en realidad, nunca lo estuvo—, en llevar a cabo virguerías técnicas, sino que busca sacar a colación una verdad someramente variada, sin adornar, que busca el paso del tiempo como artefacto de la magia y nunca la sobredosis visual.

Kim Min-hee mirando (amando) el cine. Hong Sang-soo mirando (amando) a Kim Min-hee.

II.

Como si de un ensayo sobre la forma y el fondo se tratase, La novelista y su película también se articula alrededor del acto creativo, creando una simbiosis férrea entre lo que significa el arte y lo que el artista habría querido decir a través de ese mismo arte. Hong Sang-soo, plenamente consciente de su cine y de sí mismo, se muestra, como de costumbre, muy crítico y áspero consigo y con su profesión. En el filme, encontramos sus habituales criaturas, artistas pagados de sí mismos, presos de falsa humildad, encantados de haberse conocido y profundamente cínicos. El cineasta arrogante de Kwon Hae-hyo, la escritora frustrada de Seo Young-hwa o el poeta borracho de Gi Ju-bong integran tres facetas diferentes de lo que Hong podría considerar génesis y apocalipsis del arte. Dejando en la figura de Lee Hye-young a su verdadero alter ego —impresionante la relación que está forjando con el cineasta esta extraordinaria intérprete, presente tanto en la obra que comentamos como en Delante de ti (2021) y Walk Up (2022) en papeles muy relevantes—, la artista cansada que teme «haberlo dicho todo» en búsqueda de un desafío narrativo que toque exactamente la tecla que haga confluir creación con verosimilitud, casi como otrora hiciera François Truffaut con Jean-Pierre Léaud en la saga de Antoine Doinel. Entendiendo que esta comunión existe en el mundo de Hong Sang-soo como un apéndice a lo convencional, que esquiva los actos, los desarrollos, el concepto mismo de ficción, para situarse en una tangente que tiene más que ver con la consciencia sobre las imágenes que con la cacareada suspensión de la incredulidad.

La novelista y su película, además, busca cierta subversión semántica —aunque hablar de semántica con Hong Sang-soo sea bastante inasequible—, tanto por su configuración de obra cerrada alrededor de la creación como por la dirección que le da a sus personajes a la hora de verbalizar sus intenciones y sus ansiedades. Un Hong Sang-soo que resulta profundamente emocional y, al mismo tiempo, cerebral. Y por supuesto, uno que abre la mano exponiendo su realidad fílmica y su imaginario sin dejar de resultar en ningún momento universal. El poeta ebrio que busca la narrativa y que declama que toda ficción ha de presentar una historia colisiona con la novelista que, tras mucho escribir y mucho reflexionar, pareciera querer dinamitar todo atisbo de convencionalismo, no por el placer de la destrucción o el espíritu contracultural, sino porque le nace de lo más hondo en la búsqueda de la persona, de la verdad subjetiva (la de cada uno) en sí misma. Y esto tiene mucho más que ver con La novelista y su película, o como adición a la filmografía del coreano; y con nuestra deriva cultural y la centralidad que se le otorga a la figura sobre el fondo de la que podría parecer en un primer momento. Es indispensable dentro de las imágenes y los diálogos que ofrece comprender que el abandono por parte del espectador ante sus figuras retóricas y sus licencias de estilo son inamovibles como constructos teóricos, pero ampliamente sugerentes vistos en el contexto de una obra de ficción. Y esto es bellísimo, que a través de una inventiva rígida surja la más líquida de las sensaciones, una que depende por completo de la interpretación y la historia personal, que apoyada en preceptos filosóficos y sociológicos casi imperceptibles se acomoda a la mirada del espectador sin más impostura que la que implica el propio acto cinematográfico.

III.

Es posible que de la conjunción entre la relevancia que demuestra La novelista y su película para disertar sobre el proceso creador y sus virtudes y su faceta de profunda carta de amor al propio amor, a la sensibilidad y todo lo que rodea el círculo íntimo del ser humano nazca un filme del que es muy difícil hablar en términos críticos. No porque no sea posible encontrar las palabras para hablar de su imagen, su narrativa, sus personajes o su uso del espacio, sino porque es una obra que una vez verbalizada o deconstruida pierde algo por el camino, no fílmico pero sí sensitivo. Su lugar natural es la sala oscura y la soledad. El enfrentamiento del espectador con ella en la intimidad, donde pueda vivirla sin caer en la búsqueda de un sentido, de una interpretación o de la voz de Hong Sang-soo más allá de lo que escuchamos y vemos. La novelista y su película es una obra de relaciones, de bebida y tabaco, que quizá habla de los tiempos a través de los cambios —beber soju en vasos de plástico o abandonar el cigarrillo y darse al vapeo —; de personas y gestos, que deambulan por el espacio hablando de deseos y cine; o incluso de amor, del puro, del que invade los sentidos. Quizá porque estamos hablando de una película sin créditos, o porque convierte la transición entre luz y oscuridad de la sala de cine en algo brevísimo, tan orgánico como un interruptor que hace que de un mundo a otro haya apenas un segundo. Pero tal vez de amar a Kim Min-hee, a amar el cine, a amar varios mundos o amar lo que tenemos al lado no haya más que un momento en el que desaparecimos y volvimos a aparecer. Supongo que no hay lugar como el hogar.


  1. Las 10 mejores películas de todos los tiempos para Hong Sangsoo. (s. f.). Atalante. https://atalantecinema.com/las-10-mejores-peliculas-de-todos-los-tiempos-para-hong-sangsoo/[]
  2. Atalante Cinema.[]
  3. Ahora sí, antes no. (2016, 7 septiembre). [Blu-ray]. La Aventura.[]
  4. Do, K. (2016, 21 junio). Actress Kim Min Hee And Director Hong Sang Soo Reportedly Having An Affair. Soompi. https://www.soompi.com/article/868861wpp/actress-kim-min-hee-director-hong-sang-soo-reportedly-affair[]
  5. Murderous Ink. (2015, 8 junio). Wings Tracking Shot [Vídeo]. YouTube. https://www.youtube.com/watch?v=d1H699088FI[]
  6. Shields, M. (2021, 30 septiembre). How They Filmed the Café Dolly Shot in ‘Wings’. Film School Rejects. https://filmschoolrejects.com/how-they-shot-wings/[]
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