Revista Cintilatio
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Rebel Moon (Parte dos): La guerrera que deja marcas (2024) | Crítica

Quiero y no puedo
Rebel Moon (Parte dos): La guerrera que deja marcas, de Zack Snyder
La segunda parte del díptico de ciencia ficción de Zack Snyder para Netflix protagonizado por Sofia Boutella, «Rebel Moon», no mejora en nada su anterior entrega y se queda en una decepción.
Por Roberto H. Roquer | 3 mayo, 2024 | Tiempo de lectura: 5 minutos

Hace unos meses, cuando la primera parte del díptico de ciencia ficción de Zack Snyder se estrenó, esta publicación fue de las pocas que rompió una lanza en favor de la película dándole el beneficio de la duda y afirmando que, si bien la cinta tenía ciertos problemas narrativos, su naturaleza como primera parte de una secuela indicaba que algunos de estos problemas narrativos eran susceptibles de ser redimidos por la segunda parte, Rebel Moon (Parte dos): La guerrera que deja marcas (Zack Snyder, 2024). Pero toda paciencia tiene un límite y esta segunda parte no solo no mejora, sino que incluso empeora, lo que vimos hace unos meses, confirmando el fracaso de la nueva franquicia de Netflix.

En este párrafo, normalmente, haríamos un resumen del argumento de la película, sin embargo, dado que esta película carece de argumento, difícilmente vamos a poder resumirlo. Diremos, simplemente, que en esta película los antagonistas de la primera parte atacan el planeta de los protagonistas y estos se defienden en una cruenta batalla. Eso es todo lo que pasa. Literalmente. La anemia narrativa de la ultima obra de Snyder queda en evidencia cuando, durante todo el primer acto, lo único que vemos es a agricultores segando el campo en slow motion. La segunda mitad no es particularmente mejor, aunque al menos las escenas de acción la hacen más amena, haciendo que pase de ser tediosa a intranscendente.

El despliegue visual no logra salvar las flaquezas narrativas de la película.

Precisamente si se compara esta película con la primera parte, las flaquezas narrativas se hacen evidentes. Mientras que la precuela dejaba entrever determinados indicios de que había espacio para que ciertos conflictos narrativos adquiriesen importancia en la secuela y para que determinados personajes adquiriesen algo más de profundidad, esta segunda parte directamente ignora estas subtramas que la anterior entrega había dejado plantadas para sustituirlas por la más absoluta de las nadas. Conflictos entre personajes que habían sido sugeridos son ahora totalmente ignorados, desaprovechando la oportunidad de hacer de la película algo más que una muestra de dos horas de los últimos avances en efectos especiales. El gran problema de la película es su incapacidad de comprender cuáles son los aspectos donde puede mostrar mayor potencial, sus personajes y su mundo, y en su lugar prefiere centrarse en dejar todo esto reducido a la mínima impresión para, en su lugar, apostar por unas escenas de acción hechas por ordenador que ya hemos visto decenas de veces.

Incluso en aquellos puntos en los que la anterior película mostraba alguna fortaleza esta nueva entrega se desinfla por completo. Un ejemplo es la construcción de un mundo realista alrededor de la historia. Mientras que en la primera parte se nos mostraban diferentes planetas y realidades sociales mostrando un universo complejo, rico y multifacético, esta segunda se vuelve más pequeña, olvidándose de todo el lore que había construido hasta entonces y reduciendo la narrativa a lo puramente anecdótico. Esta limitación afecta también al elenco de personajes. Los diferentes guerreros que protegen la aldea de los protagonistas de las tropas de Mundomadre ofrecen un variado elenco de individuos, no muy diferente a la obra en la que la película se basa, pero fracasa (de hecho ni siquiera intenta) dotar a estos personajes de una personalidad real o una profundidad narrativa mínimamente sólida. Al final del metraje, apenas conocemos a estos personajes a pesar de haber pasado un total de cuatro horas con ellos entre ambas películas.

Se queda en un quiero y no puedo, una película que aspira a la grandeza pero sus ambiciones son hundidas por el lastre de su mediocridad narrativa.

El mayor problema de la película es su incapacidad para desarrollar a sus personajes.

La única nota positiva de la película es la interpretación de Djimon Hounsou, que hace patente su oficio como actor prestando a su personaje su carisma para hacer que, al menos de forma superficial, nos resulte atrapante. Por desgracia, el guion apenas le da al interprete nada con lo que trabajar. El vacío narrativo es sustituido, por lo tanto, por un despliegue de estilo visual y efectos especiales de esos a los que Snyder nos tiene acostumbrados y que funciona razonablemente bien, regalando una estética imaginativa y algunas secuencias bastante espectaculares, pero con tan poco andamiaje narrativo que al espectador no le importa en absoluto nada de lo que pasa en pantalla. Ninguno de esos personajes termina de sentirse como un ser humano real, por lo que el desenlace, si bien estéticamente interesante, resulta completamente vacío de contenido.

Zack Snyder es un director de grandes virtudes y enormes defectos, un creador por el que un servidor no puede negar sentir cierta simpatía y que es capaz de crear excelentes películas si cae en sus manos el proyecto adecuado. Tristemente, esta película pone en evidencia todas sus flaquezas como director y supone un fracaso para las ambiciones de Netflix de construir una nueva franquicia de ciencia ficción. Se nota en cada escena la ambición del director por crear una gran épica cinematográfica y no hay duda de que estamos ante un proyecto muy personal, pero al final se queda en un quiero y no puedo, una película que aspira a la grandeza pero sus ambiciones son hundidas por el lastre de su mediocridad narrativa.