Perfect Blue
La corrupción de una mente inocente

País: Japón
Año: 1997
Dirección: Satoshi Kon
Guion: Sadayuki Murai (Novela: Yoshikazu Takeuchi)
Título original: Pâfekuto burû / パーフェクトブルー
Género: Animación, Terror, Thriller, Drama
Productora: Rex Entertainment
Edición: Harutoshi Ogata
Música: Masahiro Ikumi
Reparto: Junko Iwao, Rica Matsumoto, Shinpachi Tsuji, Masaaki Ôkura, Yôsuke Akimoto, Yoku Shioya, Hideyuki Hori, Emi Shinohara, Masashi Ebara, Kiyoyuki Yanada, Tôru Furusawa, Shiho Niiyama, Emiko Furukawa
Duración: 81 minutos
Festival de Sitges: Mejor largometraje de animación (1997)

País: Japón
Año: 1997
Dirección: Satoshi Kon
Guion: Sadayuki Murai (Novela: Yoshikazu Takeuchi)
Título original: Pâfekuto burû / パーフェクトブルー
Género: Animación, Terror, Thriller, Drama
Productora: Rex Entertainment
Edición: Harutoshi Ogata
Música: Masahiro Ikumi
Reparto: Junko Iwao, Rica Matsumoto, Shinpachi Tsuji, Masaaki Ôkura, Yôsuke Akimoto, Yoku Shioya, Hideyuki Hori, Emi Shinohara, Masashi Ebara, Kiyoyuki Yanada, Tôru Furusawa, Shiho Niiyama, Emiko Furukawa
Duración: 81 minutos
Festival de Sitges: Mejor largometraje de animación (1997)

El malogrado Satoshi Kon nos regalaba con su ópera prima una de las más grandes e influyentes obras maestras del anime, consiguiendo así elevar el género y logrando inspirar a cineastas del calibre de Darren Aronofsky o Mika Ninagawa.

Siendo la realidad un concepto completamente vinculado con la subjetividad del ser humano, ¿cómo podemos saber a ciencia cierta que nuestra percepción del entorno y de las otras personas es la acertada? ¿Podemos estar seguros de nuestra cordura? Teniendo en cuenta que oculto en la simpleza del día a día uno puede presenciar sucesos inexplicables, aparentemente fuera de toda lógica, ¿qué es realmente la realidad sino la representación de lo que queremos creer? Partiendo de una base similar e incorporando como eje central de la narración una cruda sátira hacia la mala praxis y las presiones e injusticias que se llevan a cabo en las profundidades del mundo de la actuación y del modelaje, el legendario cineasta Satoshi Kon abre una puerta a la reflexión con su ópera prima: Perfect Blue (1997), libre adaptación de la novela homónima creada por Yoshikazu Takeuchi y publicada en 1991.

La calidad de las expresiones faciales hace que la inmersión de la cinta sea aún mayor.

Entonces se nos presenta a Mima Kirigoe, una joven idol —celebridad de la cultura japonesa contemporánea— perteneciente al trío musical CHAM. Con la partida de la joven de la agrupación y su posterior aterrizaje —por voluntad propia— en el rodaje de una serie televisiva, la cinta arranca, y el espectador será el compañero de la joven en su bajada a los infiernos, en su pérdida absoluta de la cordura y en su enfermiza obsesión por cambiar la imagen de niña inocente que la lleva persiguiendo desde tiempo atrás. Esta problemática sigue vigente en nuestros días pero, como en la mayor parte de los casos, ojos que no ven, corazón que no siente. Todo aquello que está oculto, todo aquello que no es de conocimiento público —o no quiere serlo—, realmente no atormenta las mentes de las masas. Pero todos sabemos que está ahí. En el Japón moderno, uno de los colectivos más afectados por estas injusticias, por el hecho de haber vendido su vida a la opinión pública, es el de los idols. Hasta el más mínimo desliz, hasta la acción más mínimamente cuestionable puede hundirte. La figura que ostentan estas celebridades es la de una pseudo-deidad, pues son el modelo a seguir de una juventud que no comprende lo que es la vida misma. Tienen que ser perfectos.

Habiendo recogido en 1997 el premio a mejor largometraje de animación en el Festival de Sitges, es imposible negar la influencia de esta gran obra del anime en películas como Helter Skelter (Mika Ninagawa, 2012) o The Neon Demon (Nicolas Winding Refn, 2016) en las que la belleza, las presiones y la locura son el esqueleto de la narración. No siendo esto suficiente, el en ocasiones alabado y otras odiado Darren Aronofsky ha confesado su atracción hacia este filme, siendo palpable la inspiración sacada de Perfect Blue para la realización de Cisne negro (2010) y habiendo calcado —después de adquirir los derechos— una de las escenas más emblemáticas de esta película en Réquiem por un sueño (2000) —vídeo al final—.

El miedo a la desaprobación y el sentimiento de culpa por no haber complacido a sus fans como «se merecían» forman parte del mundo de Mima. El paulatino deterioro mental y físico de la joven da comienzo con la recepción de un fax altamente intimidatorio —supuestamente enviado por parte de un fan descontento—, no siendo hasta el posterior conocimiento de una página llamada El rincón de Mima —sitio web dedicado a narrar la vida de la ex-CHAM con una precisión preocupante— cuando el verdadero infierno se desata. Las palabras contenidas en la web enturbian la mente de la protagonista hasta niveles insospechados, comenzando así a sentir la continua sensación de estar siendo observada, mirada con lupa.

Perfect Blue habla de la belleza, de la debilidad por tomar el camino fácil, de la incesante búsqueda por la perfección, de la tendencia a contentar a cualquier precio a las masas.

Aún así la ahora actriz se enfrasca en su nuevo trabajo sin miramientos, siguiendo esa infame obsesión por deshacerse del estigma de «chica buena». En este mundo todo vale. Con el reparo por parte de los directores y guionistas en la singular y natural belleza de Mima, sumado a su afán de cambio de imagen, las escenas indecorosas y las sesiones de fotos subidas de tono comienzan a sucederse una detrás de otra. Ahora convertida en un producto para el disfrute de otro colectivo, realmente nada ha cambiado. Sigue siendo esclava de las opiniones de las masas y sigue supeditada a las órdenes e intenciones de sus superiores, con el añadido de haberse ganado el odio de todo su anterior grupo de seguidores. El caos da comienzo. Utilizando de forma magistral el rodaje de la serie como hilo conductor de la narración, Kon nos hace ver a través de los ojos de Mima. La realidad empieza a desdibujarse, no sabiendo con exactitud en qué momento se está en el set y cuándo en el «mundo exterior». El desconcierto es un sentimiento habitual durante el visionado, haciendo así que el espectador sufra la misma incomodidad de la protagonista. Los lapsus temporales son cada vez más frecuentes.

¿Qué ocurre realmente? Parece claro que el director nos quiere hablar sobre los abusos de poder, injusticias ocultas y enfermedades mentales; pero hay algo más. Algo que está fuera del argumento principal del filme: la pérdida del sentido de la realidad. El desmoronamiento paulatino de la capacidad de discernir la línea que separa el «mundo real» de las alucinaciones. El anteriormente mencionado sentimiento de culpa genera en Mima la necesidad de crear un alter ego, una versión de sí misma que no ha sido «mancillada» por la sociedad corrupta en la que ha decidido introducirse. Una verdadera Mima. Una Mima perfecta. La locura nubla la visión de la protagonista, y entonces entendemos que es posible que nada de lo que hayamos visto sea real. Satoshi Kon juega con los dobles sentidos: las similitudes entre el guion de la serie y los sucesos de la «vida real» se asemejan demasiado. Los verdaderos momentos de lucidez se entremezclan, disuelven y emborronan con escenas aparentemente sin sentido. La maestría del director para dominar la narración es asombrosa.

Qué decir de la animación. Haciendo uso de una estética feísta, con clara tendencia hacia lo macabro y lo expresamente desagradable, una representación deliberada de un antagonista patentemente feo —repulsivo en ocasiones— sumado a una paleta de colores en las que se resaltan el rosa y el rojo, utilizando las tonalidades verdosas y grisáceas como símbolo de inseguridad y desasosiego, llegando incluso al terror más puro, el director quiere transmitir una incertidumbre sin igual, usando lo visual como un elemento más de la narración. Con una lírica sutil pero palpable, Perfect Blue habla de la belleza, de la debilidad por tomar el camino fácil, de la incesante búsqueda por la perfección, de la tendencia a contentar a cualquier precio a las masas y del colapso mental de las personas sometidas a un despotismo que las obliga a extralimitarse. Al final, la bruma que nubla los sentidos solo puede ser disipada por uno mismo.


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