El Americana Film Festival, uno de los festivales más interesantes del país, llega a su fin. Este año, lejos de dejarse amilanar por unas circunstancias que sobra mencionar a estas alturas de la partida, ha ofrecido una parrilla de altura en un formato híbrido presencial/online al que cada vez más certámenes se están viendo obligados a recurrir: lejos de resultar un impedimento, ha acercado gran cine a todos los rincones y a todos los hogares, y eso es algo que no tiene precio.
El cine independiente, el objeto principal del Americana, goza de mejor salud que nunca, y es gracias a este tipo de propuestas, otrora impensables, que pueden acercarse a un público cada vez más sediento de historias alternativas y narraciones frescas que abandonen la zona de confort. Por decirlo de algún modo, y sin entrar en ningún tipo de menosprecio, este tipo de filmes se pueden permitir contar la historia que quieren contar, sin concesiones ni peajes comerciales que desvirtúen el resultado final. Así, y dentro de una programación de lo más ecléctica en la que no ha faltado drama, comedia o ciencia ficción, hemos podido acceder a obras de una profundidad narrativa inmensa como Sweet Thing, la última aproximación de Alexandre Rockwell al mundo interior de una juventud que vive atrapada en una sociedad de la que solo obtienen desprecio; Black Bear, una apuesta tan arriesgada como estimulante que explora los roles de género y el hecho creativo; o la preciosa y equilibrada Lorelei, en la que la relación de pareja y todos los flecos que la integran es sometida a la desprejuiciada y refrescante mirada de la debutante Sabrina Doyle.
En el mundo actual, en que el circuito de distribución cinematográfico se está adaptando a un cambio de registro en el que las plataformas de streaming tienen en su poder un pedazo del pastel impensable hace unos años, este cine independiente ve quizá una oportunidad para alcanzar al espectador medio gracias a, por un lado, festivales como el que nos ocupa que acercan filmes pequeños en recursos pero enormes en creatividad y, por el otro, un modelo de consumo individual que valora la calidad en el contenido cada vez más. Esta cercanía simbólica sitúa a la audiencia en la posición de elegir entre centenas de alternativas culturales diarias, y fomenta un consumo comprometido y serio que equilibra un poco la balanza —pero sin hacer magia, que Marvel sigue siendo Marvel— entre los productos de masas con una enorme y engrasada maquinaria de marketing detrás y este cine independiente que tantas alegrías nos da tanto en el plano emocional como en el intelectual.
Por supuesto, y como nos encanta, desde Cintilatio queremos cerrar nuestra cobertura del Americana Film Fest 2021 ofreciendo las que, a juicio de este crítico, servidor de ustedes, son las propuestas más estimulantes que han pasado por las pantallas del certamen conectadas a sus correspondientes críticas y ensayos, así como el palmarés de premios:
Palmarés
- Premio de la crítica: Shiva Baby (Emma Seligman). Mención especial para Sweet Thing (Alexandre Rockwell)
- Premio del Jurado Next: Blanco de verano (Rodrigo Ruiz Patterson)
- Premio del Público Discoveries: Satan & Adam (V. Scott Balcerek)
- Premio del Público Shorts: Hudson Geese (Bernardo Britto)
- Premio del Público Sección Oficial: Bienvenidos a Chechenia (David France)