Revista Cintilatio
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Corten! (2022) | Crítica

Amor al cine, amor a la sangre
Corten!, de Michel Hazanavicius
La película de Michel Hazanavicius adapta la destacable obra japonesa de Shinichirô Ueda, «One Cut of The Dead», y la sitúa en su Francia natal. A pesar de resultar continuista, destaca por su autoconsciencia y un reseñable sentido del espectáculo.

La premisa es fantástica. El reparto desprende una comicidad notable. La ejecución y la conclusión son incontestables. Corten! (2022), del oscarizado —por The Artist (2011)— Michel Hazanavicius tiene todos los ingredientes para hacer pasar un rato divertido y memorable a todo aquel que se ponga ante ella. Solo un paso la separa de la excelencia: el enfoque conservador con el que se define como remake de la japonesa One Cut of The Dead (Shinichirô Ueda, 2017), sensación de la comedia de terror que, en su día, elevó el cine de bajo presupuesto mientras demostraba que no hacía falta una inmensa producción para ofrecer una historia dinámica, original y deliciosamente hortera. Y no, no quiere decir este hecho aislado que la obra del francés deba ser descartada —de hecho, hay cuantiosos ejemplos que demuestran que el remake no es una práctica de por sí misma censurable, en muchos casos hasta beneficiosa—, pero aquí Hazanavicius arriesga lo justo, no deja una impronta clara, y se queda a medio gas a la hora de trasladar la película en cómputo global a una audiencia que podría ser ajena a la obra original por cuestiones de separación cultural —pensemos, a modo de ejemplo positivo, en la Infiltrados (2006) de Martin Scorsese, y en cómo llevaba las inquietudes de la hongkonesa Juego sucio (Infernal Affairs) (Andrew Lau, Alan Mak, 2002) a un terreno culturalmente relevante para su público objetivo—. Así, ¿es Corten! una mala película? No exactamente, y menos una que se sienta ajena o mal traída, sino una que hará pasar un rato delicioso a aquellos que desconozcan la original nipona pero que dejará una sensación probablemente indolente en los familiarizados con la pieza de Ueda: sí, los chistes que funcionaban en aquella siguen funcionando en esta, y todo su peso narrativo queda retratado aquí del mismo modo entre directo y cutre-cómico, aunque más autoconsciente todavía si cabe.

Una película disfrutable y cumplidora que deja la duda de hasta qué punto el terreno de la adaptación no daba más de sí.

Bérénice Bejo y Simone Hazanavicius interpretan a mujer e hija, respectivamente, del director de la película, encarnado por Romain Duris. En la vida real, son también mujer e hija de Michel Hazanavicius.

La cosa es que Corten! —cuyo título tuvo que ser modificado, para evitar malentendidos, del original Z (comme Z) al actual Coupez! por razones relacionadas con el significado que tiene la letra Z en el contexto de la invasión rusa a Ucrania, aunque el sentido original fuera homenajear al cine de serie Z— cuenta la historia de un director que dirige una película de zombis durante cuyo transcurso es invadido por, efectivamente, una horda de zombis. En esta, y representando el principal activo para el público occidental al que va dirigida, cabría señalar los conocidos rostros que la interpretan con desparpajo y buen humor como Romain Duris, Bérénice Bejo o Matilda Anna Ingrid Lutz —esta última reconvertida de vengadora nata en la magnífica Revenge (Coralie Fargeat, 2017) a estrella influencer posmoderna divertida y paródica en la que nos ocupa—; y la incorporación de chistes/referencias que modifican direccionalmente los originales a través de la inclusión de un elemento reconocible para los occidentales: por ejemplo, cuando en la de Ueda nombran a «una famosa estrella de cine», en esta hacen lo propio citando a Van Damme en particular; o cuando uno de los actores protagonistas se jacta de haber trabajado con un director de renombre, aquí se refieren a él como Lars —¿hablamos de cierto danés?—. También reseñable, y tratando así de demostrar independencia, cabría hablar de la vocación de autorreferencia que demuestra, convirtiendo lo metacinematográfico de la nipona en algo que, si es que existiera la palabra o siquiera el concepto, podríamos calificar de «metametacinematográfico»: el cineasta francés, que también adapta el guion, deja constantes y explícitas referencias a One Cut of The Dead, hasta el punto de que el remake que vemos es también un remake a nivel de narrativa interna, y juega con el propio choque cultural de un modo atractivo y, hasta cierto punto, satírico, aunque hasta ahí llegue su alteración de la premisa, mucho más relevante desde el telón de fondo que describe que desde la propia identidad que transmite. Por otro lado, y teniendo en cuenta que la obra de Hazanavicius actuó como inauguración de esta edición del Festival de Cannes, se agradece la ligereza que irradia —pese a que sea todo lo opuesto a lo que cabría esperar de una gala de apertura—, permitiendo que, en realidad, haya habido grandes carcajadas y mucha distensión. Sin ninguna duda Corten! es una película disfrutable y cumplidora, una que deja la duda de hasta qué punto el terreno de la adaptación no daba más de sí pero que, en definitiva, propone un entretenimiento desopilante en el que no cuesta entrar y que da una buena oportunidad para atrapar el a veces inalcanzable buen humor.