Top Gun: Maverick
El futuro no llegará hoy

País: Estados Unidos
Año: 2022
Dirección: Joseph Kosinski
Guion: Ehren Kruger, Eric Singer, Christopher McQuarrie (Historia: Peter Craig, Justin Marks)
Título original: Top Gun: Maverick
Género: Acción
Productora: Paramount Pictures, Jerry Bruckheimer Films, Skydance Productions
Fotografía: Claudio Miranda
Edición: Eddie Hamilton
Música: Harold Faltermeyer, Hans Zimmer, Lorne Balfe
Reparto: Tom Cruise, Miles Teller, Jennifer Connelly, Jon Hamm, Glen Powell, Ed Harris, Val Kilmer, Lewis Pullman, Charles Parnell, Bashir Salahuddin, Monica Barbaro, Jay Ellis, Danny Ramirez
Duración: 131 minutos

País: Estados Unidos
Año: 2022
Dirección: Joseph Kosinski
Guion: Ehren Kruger, Eric Singer, Christopher McQuarrie (Historia: Peter Craig, Justin Marks)
Título original: Top Gun: Maverick
Género: Acción
Productora: Paramount Pictures, Jerry Bruckheimer Films, Skydance Productions
Fotografía: Claudio Miranda
Edición: Eddie Hamilton
Música: Harold Faltermeyer, Hans Zimmer, Lorne Balfe
Reparto: Tom Cruise, Miles Teller, Jennifer Connelly, Jon Hamm, Glen Powell, Ed Harris, Val Kilmer, Lewis Pullman, Charles Parnell, Bashir Salahuddin, Monica Barbaro, Jay Ellis, Danny Ramirez
Duración: 131 minutos

La secuela del clásico protagonizada nuevamente por Tom Cruise nos ofrece un espectáculo verdaderamente emocionante, cimentado en la experiencia de la acción real casi cruda, tan adrenalínico que apenas recurre a la nostalgia para ensalzar sus virtudes.

Es 3 de julio de 1962. Mis padres me reciben con los brazos tan abiertos como lo están mis ojos hacia un nuevo mundo por descubrir. Las sensaciones que se me ofrecen, a medida que las experimento, se tornan insípidas en mi paladar, nunca satisfecho. Hace apenas quince segundos cojo una fotografía. En ella aparecen un hombre y una mujer montados en una motocicleta. Es el verano de 1985. Ella tiene los cabellos dorados. Él lleva unas gafas de la marca Ray-Ban. Un clásico. Primavera de 2022. Dejo caer la fotografía. Echo una mirada a las estrellas. A esta distancia, con casi toda seguridad, su luz es tan solo un recuerdo de sí mismas emanado hace ya mucho. Es 12 de mayo de 1986, estoy en la premiere de Top Gun (Ídolos del aire) (Tony Scott, 1986). Se celebra la juventud. La gente sonríe. Es 5 de mayo de 2022. Estoy en la premiere de Top Gun: Maverick (Joseph Kosinski, 2022). Acabo de aparcar personalmente un helicóptero allí mismo. Se celebra la juventud. La gente —otra gente— sonríe.

No sabemos si es posible vivir en la nostalgia para aquellos por quien no pasan los años. Los millones de recuerdos encapsulados en bobinas de celuloide, señas de lo que en su día fuimos, quedan en meras ráfagas fotográficas tomadas del tirón para gente de la planta de Tom Cruise. Que, aparte de mantenerse prácticamente inalterado en lo físico, también conserva su talante impoluto: el del hombre aventurero, seductor irresistible y buscador insaciable de la velocidad. Esta personificación de un punto fijado en el tiempo quizá suponga una desventaja en una generación donde uno de los negocios mas rentables es el nutrirse del pasado como quien no conoce el mañana o incluso el ayer. Pero hay personas que simplemente están hechas para los retos y Tom Cruise, sin duda, es una de ellas.

Top Gun: Maverick supone el regreso de una cinta que marcó de forma indeleble a toda una generación. El regreso a los cazas, las motos, la playa, el voleibol sin camiseta, los amores de verano y la rebeldía juvenil. También, cómo no, a las Ray-Ban modelo aviador. Y es curioso cómo esta vuelta a la academia de pilotos paradójicamente alistados en la marina —en esta ocasión orquestada por Joseph Kosinski— más que dejarnos con un sabor añejo o rancio nos trae uno fresco, divertido y por momentos emocionante. Tal vez sea porque en su guion —y puede que en algo más— ha participado activamente Christopher McQuarrie, mano derecha de Cruise actualmente, con quien ya planificó (y sigue planificando) el renacimiento de la saga Misión Imposible. O puede que sea por no haber renunciado al sentimiento de tensión y la implicación que genera la acción real por encima de la digital, según el momento. En cualquier caso, lo más probable es que este nuevo y agradable sabor sea debido a un enfoque diferente, simple pero práctico, comparado al de la original. Y es que la obra dirigida por el tristemente fallecido Tony Scott ya era lo suficientemente nostálgica incluso para su época. Solo hay que pararse a pensar momentáneamente en ella para recordarla como una «película dorada». Literalmente hablando. El magnifico trabajo de fotografía con el que Jeffrey L. Kimball retrató los atardeceres en la costa, con los aviones de fondo, dan buena cuenta de ello. Sumados a los íntimos momentos de pasión protagonizados por Tom Cruise y Kelly McGillis glaseados con la música de Berlin. Todo nos muestra cómo las ambiciones de esta cinta iban encaminadas hacia un terreno más afín a lo puramente idílico. Característica propia tanto del recuerdo como del panfleto publicitario.

Su reinvención en las formas, más puramente narrativas del presente y menos centradas en la recreación esteta del pasado, le dan el impulso necesario para situarse como uno de los grandes entretenimientos del verano.

En Top Gun: Maverick hay parte de eso, como hija directa que es de la película de los ochenta, pero a diferencia de otros resurgimientos acontecidos recientemente, procura que su gracia y su espectáculo provenga del presente y no del pasado. Así, la cinta mira hacia atrás cuando toca —véase al recrear casi al milímetro los títulos de crédito, copiar prácticamente la estructura de su guion o al apoyarse en personajes previos para dar razones de ser a los nuevos—, pero por lo general su vista queda enfocada hacia el frente. ¿Y qué hay allí? Velocidad. Pero no la velocidad alegórica de hace ya casi cuarenta años. No. Hablamos de la velocidad y la adrenalina que solo pueden desprender escenas de acción magníficamente rodadas como las de esta película. Su diseño de sonido y sus imágenes —como antes decíamos, muy cercanas a la acción real cruda— solo compiten con su planificación, encomiable, capaz de situar al espectador en todo momento e implicarle en el devenir de los sucesos. Algo de lo que todo blockbuster debería enorgullecerse y a lo que, sin duda, ha ayudado la participación de Tom Cruise, implicándose en todas y cada una de dichas escenas a un nivel igual o superior al de sus compañeros de reparto, casi dos generaciones por debajo. El Capitán Maverick, desde luego, demuestra que no ha decaído ni un ápice. Incluso a pesar de los años y de las múltiples reprimendas hacia su conducta indomable. Y es gracioso ver esto porque, aunque a este personaje ahora se le den tintes de mentor y atisbos de sabiduría ganada en las caídas, la película sigue enalteciendo los valores que hicieron famosa a su predecesora: el espíritu juvenil y su imprudencia asociada.

Visto así, no nos ha de extrañar que el proyecto encajase a la perfección con el estilo del Tom Cruise de ahora. Que a su vez es el de siempre. No diremos que Top Gun: Maverick vuela tan alto como el Ave Fénix que supuso Mad Max: Furia en la carretera (George Miller, 2015). Tampoco que vaya a conseguir que las ventas de las Ray-Ban aviadory las inscripciones a la Marina de los EE. UU. vuelvan a subir como la espuma. Pero su reinvención en las formas, más puramente narrativas del presente y menos centradas en la recreación esteta del pasado, le dan el impulso necesario para situarse como uno de los grandes entretenimientos de este verano. Que si además viene amenizado por intérpretes de nivel como Miles Teller o Jennifer Connelly y con la música del Kenny Loggins del ayer, la Lady Gaga de hoy en día y el Hans Zimmer de siempre, mejor que mejor. Entre tanta maraña temporal, a veces consuela tener un mástil al que aferrarte. Un punto lejano en el que descansar y reflexionar sobre el devenir de las cosas. Pero también uno disfruta de soltarse. De dejarse llevar por el torbellino y experimentar las emociones que la aceleración despierta en el género humano. Quizá en un medido equilibrio se encuentre la virtud. Entre la quietud y el movimiento. Verano de 1986. Entro a ver Top Gun. Primavera de 2022. Salgo de ver Top Gun.

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