Penúltimo día del Donostia Zinemaldia, y se podría decir que ya está todo dicho. El ritmo comienza a decrecer en cuanto a pases de prensa y se empieza a palpar en el ambiente la duda: ¿quién se llevará la Concha de Oro? Las quinielas salen a relucir: «Yo creo que será Quién lo impide», «Pues yo veo más Benediction». Sea como sea, y teniendo en cuenta que en breve saldremos de dudas, el día no fue particularmente calmado, ya que si a las 18:30 estaba sentado frente a Jessica Chastain, protagonista de Los ojos de Tammy Faye, y Michael Showalter, su director, que en rueda de prensa respondía con total amabilidad a nuestras preguntas sobre el personaje y la película —aquí la crónica—, tendría que salir más o menos a paso ligero para llegar a la proyección, en Principal, del pase de Las leyes de la frontera, lo último de Daniel Monzón. Aquí, recuperando el cine quinqui de finales de los años setenta, nos encontrábamos con una obra, como decíamos en la crítica que le dedicamos, «explosiva y terriblemente sincera, que busca la honestidad por encima de todo». Desde Perros callejeros (José Antonio de la Loma, 1977) que no disfrutaba tanto con una historia de delincuencia juvenil, navajas y salas recreativas.
Terminando ya el día, tocaba la película sorpresa que todos los años programa el festival. Esta vez el privilegio fue a parar a manos de Pablo Larraín y su Spencer, un estudio de personaje en clave atmosférica y de gran poder evocador sobre Lady Di, que fue presentado en el Festival de Venecia y que desgranamos con más detalle en la crítica que le dedicamos. A continuación, los textos: