Vivarium
La trampa de la vida adulta

País: Irlanda
Año: 2019
Dirección: Lorcan Finnegan
Guion: Garret Shanley (Historia: Lorcan Finnegan, Garret Shanley)
Título original: Vivarium
Género: Ciencia ficción, Intriga, Terror
Productora: Fantastic Films, Frakas Productions, PingPong Film, XYZ Films
Fotografía: Miguel De Olaso
Edición: Tony Cranstoun
Música: Kristian Eidnes Andersen
Reparto: Imogen Poots, Jesse Eisenberg, Jonathan Aris, Olga Wehrly, Danielle Ryan, Senan Jennings, Molly McCann, Eanna Hardwicke, Shana Hart
Duración: 97 minutos
Festival de Sitges: Sección Oficial (2019)

País: Irlanda
Año: 2019
Dirección: Lorcan Finnegan
Guion: Garret Shanley (Historia: Lorcan Finnegan, Garret Shanley)
Título original: Vivarium
Género: Ciencia ficción, Intriga, Terror
Productora: Fantastic Films, Frakas Productions, PingPong Film, XYZ Films
Fotografía: Miguel De Olaso
Edición: Tony Cranstoun
Música: Kristian Eidnes Andersen
Reparto: Imogen Poots, Jesse Eisenberg, Jonathan Aris, Olga Wehrly, Danielle Ryan, Senan Jennings, Molly McCann, Eanna Hardwicke, Shana Hart
Duración: 97 minutos
Festival de Sitges: Sección Oficial (2019)

Jesse Eisenberg e Imogen Poots protagonizan esta siniestra fábula moderna, que toma elementos del terror cósmico de Lovecraft y la ciencia ficción psicológica para dar forma a una acertada alegoría de los tiempos oscuros que vivimos.

En ocasiones es imposible no entender el cine como algo personal. Podría argumentarse incluso que una de las funciones principales del arte consiste en iluminar todo aquello que cada uno entiende todo propio y mostrar en qué sentido, en el fondo, lo comparte con el resto. Y quienes en estos tiempos inciertos nos adentramos con pies de plomo y el corazón encogido en la edad adulta nos encontramos compartiendo cada vez más conversaciones en torno al precio de la vivienda o la posibilidad de traer una nueva vida al mundo, enfrentados al dilema de en qué medida nuestra propia existencia se verá afectada por las exigencias y necesidades de estabilidad impuestas por «la vida adulta». Es una historia común, ¿no? Todo el mundo parece haber tenido que pasar por la misma situación. ¿Exactamente la misma situación?

Seguramente no la misma que Gemma y Tom (interpretados por Imogen Poots y Jesse Eisenberg), una pareja joven que, en busca de una nueva casa que comprar, quedan encerrados en un siniestro laberinto sobrenatural. En forma de una iteración infinita de frías y desangeladas viviendas idénticas, la urbanización que encierra a la pareja pronto se deja ver que no es tal, sino una gigantesca celda de la que no pueden escapar. Encargados por sus misteriosos captores de criar un niño de apariencia casi humana, Gemma y Tom pasan por la rabia y la desesperación antes de caer víctimas de la depresión y la psicosis. A cada pista que encuentran de la naturaleza de la trampa en la que han caído, más lejos parecen de comprender en qué consiste su enigmático encargo, y cuando finalmente empiezan a vislumbrar la realidad de su tarea, más remota aparece la posibilidad de escapar con vida de ella.

La indiferenciación entre las viviendas de la urbanización resalta su carácter artifical e impuesto, aludiendo a las rejas de una jaula.

Siniestra y cruenta en su tono y minimalista en su narración, Vivarium (Lorcan Finnegan, 2019) deja poco espacio a la esperanza y cuanto más alienígena se vuelve su relato, más espeluznantemente nos resulta adecuada a nuestro tiempo. Pues es posible, aunque dudoso, que generaciones y generaciones de las clases medias aspiracionales, que caracterizaron el sustrato sociológico de las democracias del siglo XX, hubiesen cumplido con éxito la planificación capitalista de una casa de dos pisos con jardín verde en los suburbios, un niño bien peinado, un perro, un coche propio… Pero en los tiempos de precariedad y desestabilidad económica a los que el nuevo siglo nos tiene acostumbrados, estos sueños de bonanza económica y armonía familiar nos resultan un tanto ajenos y risibles, sino directamente peligrosos para una generación sobre la que se imponen como un ideal irrealizable.

No recomendable para los amantes del terror frenético o la ciencia ficción más espectacular, Vivarum es sin embargo una sólida película de género.

Esa es, sin lugar a dudas, la gran fuerza simbólica de Vivarum: el uso de los medios narrativos de la ciencia ficción para formar una alegoría formidable sobre una joven pareja apisonada por la inaguantable carga de unas exigencias vitales que le sobrevienen desde un mundo que ya no existe, y que amenaza con triturarlos y deshacerse de los restos como basura. Por ello el niño es el alienígena, o el monstruo interdimensional, o el monstruo es el niño, importa poco: los términos son intercambiables. Enfrentados a una amenaza innombrable, pero rodeada de aura de indiferencia por la especie humana propia de un relato de Lovecraft, la pareja pronto descubre que queda poco más que hacer que seguir cavando su propia tumba. En el torbellino de delirio y angustia que los consume, quien destaca sin lugar a dudas es Imogen Poots, firmando una de las más espectaculares interpretaciones de su carrera y echándose la película a los hombros cuando esta se estanca y se entretiene en sus meandros.

Imogen Poots deslumbra en su papel como Gemma.

Y es que por muy ingeniosas que sean sus premisas y su simbolismo, Vivarium confunde en ocasiones lo siniestro con lo silencioso, y sus esfuerzos por representar una amenaza lo más inefable e inhumana posible la vuelven en ocasiones innecesariamente abstracta, fetichizando sus símbolos en exceso y confiando en desmedida en su minimalismo. Y de no ser por la excelente interpretación de Poots, con seguridad estaríamos ante un capítulo excesivamente largo y especialmente sombrío de Black Mirror (2011-Actualidad), lejos de ser de los más reseñables. Y aunque por lo general nos dejan deseando más, los momentos más escalofriantes, donde se desgarra por segundos el velo que separa a nuestros protagonistas de sus captores, resultan lo suficientemente inquietantes para imprimirse en nuestra memoria, y dejarnos con la intriga de qué detalles podrían salir a la luz de revisitar el film con una mirada más atenta.

No recomendable para los amantes del terror frenético o la ciencia ficción más espectacular, Vivarum es sin embargo una sólida película de género, que nos hace confiar en el la buena salud de la ciencia ficción, tan importante cuando el mundo pasa por un momento especialmente oscuro. Y si bien no son pocos sus defectos, resultado de la común confusión entre la ausencia de detalles y la ausencia de imaginación, son felizmente compensados por algunas de las virtudes más escasas y más necesitadas por el género: la originalidad y la capacidad de captar con precisión el tono de su tiempo.

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