Roberto Benigni
Cómico en Europa, vagabundo en Estados Unidos

El genial y laureado director de La vida es bella cumple sus 68 primaveras habiendo estrenado como actor Pinocho, un filme que retoma esta vez desde el padre del personaje, Geppetto, un proyecto que él mismo dirigió con menos acierto en 2002.

El 21 de marzo de 1999 sucedió algo milagroso que aunó el aplauso de crítica y público por igual: la celebración de la 71ª edición de los Óscar de Hollywood, enmarcados en el Dorothy Chandler Pavilion de Los Ángeles, iba a abrazar a alguien —ya conocido por ellos gracias a la labor de Jim Jarmusch— ofreciendo una imagen entre cómica y alegre del homenajeado cuando se subió arriba de los primeros asientos del patio de butacas al ir a recoger ese tan esperado Óscar al mejor actor protagonista del año, que además no fue el único, llevándose la producción italiana dos premios más (a mejor banda sonora y película de habla no inglesa, respectivamente) entregados anteriormente a este gran colofón. Para muchos, estos saltos de alegría tan habituales como muchas veces sobrevalorados, inauguraron la vía a través de la que cineastas como Pedro Almodóvar y su Hable con ella (2002) o Alejandro Amenábar con Mar adentro (2004) siguiesen esa estela latino-europea tan difícil de conseguir hasta la fecha, salvo que se tratase del Óscar a la mejor película de habla no inglesa.

Perteneciente al Partido Comunista italiano, Benigni bebería y mucho del primer cine de Jarmusch para concebir como director películas como La vida es bella o El tigre y la nieve.

Pero antes de todo ello, allá por los años 70 del pasado siglo, sería cuando este tipo desgarbado y flaco empezó su carrera en el mundo del espectáculo, primero en televisión, en monólogos escritos por él o junto a Giuseppe Bertolucci en el programa Cioni Mario di Gaspare fu Giulia (1975) o ya en el cine con talentos de la talla de Marco Ferreri, que le daría su primer papel protagonista en Un profesor singular (1979), donde interpretaba con gran variedad y versatilidad de registros a un profesor de guardería atípico. Hay que decir que en estos primeros monólogos y películas, Benigni no era tanto un actor familiarizado tanto con el gag o la semblanza visual (algo que iría aprendiendo con el tiempo) como con la palabra, hasta el punto de que solía participar a nivel callejero en juegos florales en que recitaba trabalenguas, adivinanzas y poesía con grandes resultados. En una entrevista para el diario español ABC por el estreno de su Geppetto en Pinocho (Matteo Garrone, 2019) llegó a asegurar que participaba en concursos y certámenes a nivel regional, encontrándose como oponente con Umberto Eco, a quién ganó decía por estar menos preparado que él.

Giorgio Cantarini junto a Roberto Benigni en La vida es bella.

La extraña relación con Jim Jarmusch, el hoy bizarro director de Solo los amantes sobreviven (2013) empezó en 1986 con Down by Law (Bajo el peso de la ley), drama carcelario protagonizado junto al músico Tom Waits entre otros, que trata sobre cómo las diferencias culturales entre presos o personas distintas a uno mismo pueden ser más una oportunidad que un motivo de huida o ensimismamiento. A esta colaboración seguiría otra más episódica en Noche en la Tierra en 1991, una película en que se cuentan varias historias marginales en torno a un taxi neoyorquino, tan poco parecido al que retrató alguna década antes Martin Scorsese en Taxi Driver (1976). Por último, en 2003, y a propósito sobre todo de esta Noche en la Tierra reconvertiría a Benigni en un vagabundo en otro de sus episodios de la más lenta y cada vez bizarra Coffee and Cigarettes, realizada también al alimón de éxitos como Smoke (Wayne Wang, 1995).

Perteneciente al Partido Comunista italiano, Benigni bebería y mucho del primer cine de Jarmusch para concebir como director películas como La vida es bella (1997) o El tigre y la nieve (2005), ambientada en una Italia que no apoya la guerra de Irak, sobre la que se hacen numerosas y bien producidas metáforas visuales y que utilizó la voz desgarrada de su amigo Tom Waits que también interpretaba como actor en la canción Innocent When You Dream, y en la que Benigni a su vez interpretaba a un profesor de Universidad y poeta de renombre. Entre todos estos trabajos, y a destajo, Benigni iba apareciendo siquiera en secundarios en películas de Federico Fellini —La voz de la luna (1990)—, Bernardo Bertolucci —La luna (1979)—, Blake Edwards —El hijo de la Pantera Rosa (1993)—, Claude Zidi —Astérix y Obélix contra César (1999)— o Woody Allen —A Roma con amor (2012)—.

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