La relación entre televisión y cine ha tenido una interesante transformación en la última década. Mientras que el cine se ha ido convirtiendo en un entretenimiento cada vez más masivo, cargado de superproducciones para un público adolescente (o que debería serlo) y en el que apenas hay ya espacio para cualquier cosa que no sean películas de superhéroes o superproducciones de efectos especiales, la televisión ha ido mutando hacia el espacio donde se encuentran las ficciones más adultas y serias. Esto tiene lógica cuando se piensa en cómo el modelo de suscripciones del streaming minimiza los riesgos económicos (una mala película puede fracasar en taquilla si la gente no va a verla, pero raro será que una serie sea tan mala que haga que los usuarios de alguna plataforma cancelen su membresía) y los presupuestos más ajustados permiten diversificar los riesgos. Por desgracia, es casi una constante que el mundo del cine tienda a la homogeneización, a repetir la misma fórmula una y otra vez cuando se descubre que esta funciona. The Agency (La agencia) (Zetna Fuentes, Grant Heslov, Philip Martin, Joe Wright, 2024) —en adelante, The Agency— es la enésima versión de la fórmula thriller de espías de prestigio. Si le gusta, bien, y si no, también.
La fórmula está clara. Un reparto en el que hay una o dos estrellas cinematográficas que actúen de gancho, de igual forma que ya teníamos a Jeff Bridges en The Old Man (Robert Levine, J.E. Steinberg, 2022) o a Eddie Redmayne en Chacal (Ronan Bennet, 2024), un estilo de dirección remitente a la estética visual de Fincher (planos amplios con composiciones complejas, corrección de color que tiende a tonos verdes, etc.) y un guion que toma del periodismo algún fenómeno geopolítico de rabiosa actualidad (guerra de Ucrania, terrorismo talibán, tensiones internacionales derivadas de la creciente influencia de China, etc.) para que parezca que se está diciendo algo relevante, como ya hiciera Greengrass en su día. Añada una trama dramática sobre un protagonista que sufre para conciliar su vida personal con su rol profesional y… listo, tiene usted su thriller de espías de prestigio listo para calentar y servir.
Lo mejor que se puede decir de The Agency es que es una serie competente, entretenida y disfrutable. Lo peor, que adolece de caer constantemente en los mismos lugares comunes que ya hemos visto en otras ocasiones, y en la que la originalidad ni está ni se le espera. Casi como si sus creadores tuvieran miedo a no ya romper, sino incluso rayar el molde, la serie toma prestadas influencias de aquí y de allá para dar un buen pastiche, pero pastiche a fin de cuentas, que se parapeta detrás de una excelente interpretación de Fassbender (Gere está aquí solo para cobrar el cheque) y de un más que decente elenco de secundarios de lujo (pero secundarios a fin de cuentas, con todo el respeto del mundo, cuando tienes a Fassbender en el cartel, nadie viene a ver a Jeffrey Wright, John Magaro o Jodie Turner-Smith; eso no quiere decir que no los disfrutes una vez que aparecen en pantalla) para que no se noten demasiado sus limitaciones, una historia poco inspirada que constantemente intenta aparentar ser más de lo que realmente es y que narra una historia de espionaje bastante genérica.
Las series de espías pueden ser un género excelente, pero para ello es necesario darles un giro que las haga únicas, diferentes al resto, como puede ser el caso de las sobresalientes El infiltrado (Susanne Bier, 2016) o Slow Horses (James Hawes, 2022). En The Agency no nos encontramos más que el esqueleto de la gran serie que pudo haber sido, con personajes con potencial pero escritos de una forma superficial, una trama con elementos interesantes pero enormemente previsibles y un tono general que nunca logra distinguirla de todos los demás productos televisivos que abordan la misma clase de historias. Sin duda, para los amantes del género será una serie de obligado visionado, pero para el resto se quedará en una más de espías que seguramente olvidemos a los pocos días de terminar el último episodio.
Tiene todo para ser una gran serie, pero una vez que se le pide algo interesante con esos ingredientes, se queda a medias.
Eso no significa que la serie no tenga elementos meritorios. La factura técnica es excelente y demuestra que no se ha escatimado en esta producción. A lo largo de la ficción tendremos numerosas escenas de carácter bélico con explosiones, tanques, localizaciones reales, efectos especiales de primer nivel… y lo mismo puede decirse del trabajo de fotografía y dirección, con una estética muy cuidada y que demuestra el interés de sus creadores por crear un producto que sobresalga de lo que habitualmente nos dan las plataformas de streaming. Por desgracia, una vez que toca usar todos esos elementos para contar una historia, The Agency tiene demasiado miedo a las estridencias, a salirse de la línea, y termina entregando un producto correcto pero que se siente precocinado. Sólido pero estéril. Disfrutable a la par que olvidable.
Uno de los ejes de la serie es la historia de amor entre el protagonista y una mujer relacionada con el enemigo. No es algo demasiado original, pero sin duda abre la puerta a grandes oportunidades narrativas, y el guion sabe llevarla con bastante seriedad. Por desgracia, la poca química entre Fassbender y Turner-Smith (no porque ambos actores no hagan un trabajo excelente, sino porque su relación romántica nunca está demasiado bien escrita; la serie casi espera que nos creamos que estos dos están enamorados sin que apenas veamos nada de romanticismo entre ellos) trunca las posibilidades de la historia. A esto ha de añadirse lo caricaturesco y ultrasimplificado de todos los secundarios. Desde el general ruso más duro que los nudillos de Topuria hasta el agente doble que conspira con el enemigo para favorecer sus propios intereses, ninguno de estos personajes sobrevive a una lectura que no se quede en lo más superficial. Lo que se observa a primera vista es lo que hay, ni más ni menos.
A esta trama principal se añaden una serie de tramas secundarias que nunca parecen ir a ningún lado (una célula infiltrada de la CIA que planea asesinar a un político ruso, una espía que se infiltra en Irán, una conspiración de los servicios secretos chinos para hacerse con el control de ciertos recursos naturales en África… lo típico) y que viven en ese limbo contradictorio de ser necesarias para darle a la serie algo de empaque, pero que, a la vez, terminan estorbando más que aportando a la trama principal sin llegar nunca a dialogar demasiado bien con ella. Quizá lo más frustrante sea que en esta serie de espías nunca hay un verdadero giro de guion, una sorpresa que nos pille de forma desprevenida o un juego de intrigas del que no seamos capaces de adivinar el resultado. Todo ello convierte a The Agency en una serie que parece hecha más bien para cumplir con los ítems de una lista que para crear algo original. Eso no la convierte, en absoluto, en una mala serie (y de hecho tiene algún que otro momento bastante interesante), pero la aleja de cualquier pretensión de ser algo más que un producto televisivo más. Competente como el que más, pero producto a fin de cuentas.
«Más bonito que bueno» es una expresión usada habitualmente en el mundo del fútbol por parte de entrenadores y ojeadores para describir a jugadores que a primera vista parecen muy buenos porque tienen un estilo de juego vistoso (regates, filigranas, etc.) pero que, una vez que están en el campo, les faltan las capacidades tácticas para aportar realmente algo valioso al conjunto del equipo. Jugadores que quedan muy bien en un vídeo de highlights pero jamás te van a ganar un partido. The Agency es esa clase de jugador. A primera vista, tiene todo lo que compone a una gran serie, sin embargo, una vez que se le pide que haga algo interesante con esos ingredientes se queda a medias. Hacer algo original es arriesgado, ya que se corre el peligro de crear algo que al público no le guste o no entienda. Ir a lo seguro, a la fórmula ya de sobra conocida y probada, por su parte, reduce el riesgo, pero también destruye cualquier posibilidad de hacer algo especial.