Serenity
El regreso del Capitán Mal Reynolds

País: Estados Unidos
Año: 2005
Dirección: Joss Whedon
Guion: Joss Whedon
Título original: Serenity
Género: Ciencia ficción, Aventuras, Acción
Productora: Universal Pictures
Fotografía: Jack N. Green
Edición: Lisa Lassek
Música: David Newman
Reparto: Nathan Fillion, Summer Glau, Gina Torres, Alan Tudyk, Morena Baccarin, Chiwetel Ejiofor, Adam Baldwin, Jewel Staite, Sean Maher, Ron Glass, David Krumholtz, Michael Hitchcock, Sarah Paulson
Duración: 119 minutos

País: Estados Unidos
Año: 2005
Dirección: Joss Whedon
Guion: Joss Whedon
Título original: Serenity
Género: Ciencia ficción, Aventuras, Acción
Productora: Universal Pictures
Fotografía: Jack N. Green
Edición: Lisa Lassek
Música: David Newman
Reparto: Nathan Fillion, Summer Glau, Gina Torres, Alan Tudyk, Morena Baccarin, Chiwetel Ejiofor, Adam Baldwin, Jewel Staite, Sean Maher, Ron Glass, David Krumholtz, Michael Hitchcock, Sarah Paulson
Duración: 119 minutos

Quince años después de su estreno, «Serenity» sigue marcada por la promesa incumplida de lo que la franquicia pudo haber sido. Pero si nos olvidamos de la historia de su producción, podremos apreciarla como el fabuloso clásico de la ciencia ficción que es.

Quizás no exista una cancelación más infame en la historia de la ciencia ficción que la de Firefly (2002). La polémica que rodeó el abrupto final de la serie creada por Joss Whedon y la campaña de presión online para salvarla se han convertido en eventos del folklore común de los aficionados del género, hasta el punto en el que la historia de la cancelación de la aclamada serie parece ser más famosa que la serie en sí. Y aunque aún pueda sentirse como una de las más lamentables injusticias, la historia tuvo un final un poco menos amargo de lo que podría haber sido, pues pocos años después Whedon y la presión los fans lograrían dar una cierta continuación y definitiva conclusión a Firefly con la producción de la película Serenity (Joss Whedon, 2005), en lo que acabó siendo una cariñosa despedida a la franquicia, pero también un recuerdo sombrío de lo que podría haber sido.

En todo caso, Serenity cumple un papel poco común en las ocasionalmente laberínticas sagas de ciencia ficción de producción un tanto precaria que se extienden sin control por diversos medios: es tanto un homenaje a la altura para los aficionados de la serie como una excelente puerta de entrada a la franquicia para los que no saben nada de ella. Y es que no hace falta saber más que Nathan Fillion es el capitán Mal Reynolds y que está al mando del Serenity, hogar de una pequeña tripulación de oportunistas y adorables perdedores, que acogen por casualidad a un doctor fugitivo, Simon, y a su hermana pequeña River, quien resulta ser un arma experimental de extraordinarios poderes psíquicos e improbables habilidades en las artes marciales. Enfrentados a las oscuras fuerzas de la Alianza, federación planetaria que persigue a River pero con la que la tripulación del Serenity tiene sus propios rencillas, Mal y su tripulación se embarcan en una trepidante aventura de ciencia ficción-western espacial.

Entre los diferentes aspectos en los que Serenity expande el universo de Firefly, uno de los más satisfactorios es el personaje de River Tam, interpretado por Summer Glau.

Aunque sus premisas no sean del todo originales, Serenity pronto nos recuerda por qué nos habíamos enamorado de la serie en un primer momento. Y si bien su ambientación ecléctica, entre el romanticismo del salvaje oeste y el orientalismo ciberpunk de Blade Runner (Ridley Scott, 1982), da forma en gran medida al encanto general del universo al que asistimos, es la tripulación del Serenity la que se gana de sobra nuestra atención y, con facilidad, nuestros corazones. Es verdaderamente inverosímil, como totalmente cierto, que un elenco protagonista pueda estar compuesto de una serie de personajes tan especiales y únicos como este equipo, y que den forma a unas interacciones tan llenas de ingenio, romance, ternura, tensión y genuina gracia, en el que es sin duda uno de los mejores grupos de «buenos» de la historia de la ciencia ficción. Pero lo que es directamente imposible, como totalmente real, es que estén encabezados por un antihéroe con el sobresaliente carisma y el estilo de Mal Reynolds, en el papel más inspirado de la carrera Nathan Fillion, el que es por encima de cualquier discusión uno de los personajes más memorables del género.

La película brilla ante todo cuando se la valora independientemente de la accidentada historia de su producción o la cantinela romántica de su legado, incluso si se la disfruta al margen de la serie que la precedió

Con esta tripulación y su lograda ambientación, la trama de Serenity puede darnos bastante igual, y debería, pues se siente inevitablemente plana y atropellada para un elenco que se merecía más de una temporada para desarrollar su máximo potencial. Pero por muy inconsistente que sea en ocasiones el guión, la genuina inspiración y voluntad que mueve a nuestros protagonistas en su lucha de guerrillas contra el ominoso poder de la Alianza hace que queramos verles durante horas hacer lo que tengan que hacer, sin importar mucho en qué consista. En todo caso, los aficionados incondicionales de la serie obtendrán sus recompensas y debidos homenajes, pues la película tampoco decepcionará a la hora de encontrar su personalidad independiente como en el caso de su nuevo y grandioso villano, interpretado por un escalofriante Chiwetel Ejiofor. Si a todo ello le sumamos una de las mejores escenas de batalla espacial para su época y la lograda tensión de sus compases finales, poco nos pesará una historia que inevitablemente nos deje deseando más.

Nathan Fillion vuelve más icónico que nunca en su papel de Mal Reynolds.

Serenity es quizás un experimento abortado desde el principio, un final involuntario de una franquicia que por lo que sea no pudo despegar. Pero quizás precisamente de lo que se beneficia el filme es de dejar de verlo como la pieza final de un puzzle inacabado y entender lo valioso que es que un proyecto así de valiente y entretenido llegara en primer lugar hasta nosotros. La película brilla ante todo cuando se la valora independientemente de la accidentada historia de su producción o la cantinela romántica de su legado, incluso si se la disfruta al margen de la serie que la precedió. Sobretodo es importante valorarla por encima de los debates poco productivos en torno a la obra de su creador, Joss Whedon, cuyos grandes aciertos a sueldo de Marvel  o en la fantástica La cabaña del bosque (Drew Goddard, 2012) contrastan con el flaco favor que le hizo a Warner Brothers con Liga de la justicia (Zack Snyder Joss Whedon, 2017) y la francamente mala vejez de Buffy, cazavampiros (1997-2003). Entre los altibajos de la carrera de Whedon, Serenity se encuentra en lo alto como uno de sus más felices aciertos.

Dejando a un lado la nostalgia y la gula por más entretenimiento, en ocasiones es necesario hacer una pausa y entender que más de una vez lo bueno, cuando es breve, es dos veces bueno. Frente al agotador panorama de franquicias que se extienden infinitamente en más series y películas con la aparente ansia de llenar el universo de sus productos de marketing, exprimiendo las esquinas de su mundo para darnos más material «canon», el pequeño y exitoso logro de Firefly-Serenity nos recuerda que una de las mejores sagas de ciencia ficción de todos los tiempos no nos requiere atravesar penosamente veintiocho temporadas e incontables películas de bajo presupuesto. Si algún día llegamos a desmontar estas capas de recepción llenas de cotilleos sobre producciones, campañas de presión y cancelaciones, seamos capaces de apreciar la franquicia, y ante todo la película, por lo que es, y no por lo pudo ser. Y que es extremadamente bueno de por sí.

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