Poppy Field
El silencio que asfixia
• País: Rumanía
• Año: 2020
• Dirección: Eugen Jebeleanu
• Guion: Ioana Moraru
• Título original: Poppy Field
• Género: Drama
• Productora: S.C. Icon Production, Motion Picture Management, Cutare Film
• Fotografía: Marius Panduru
• Edición: Catalin Cristutiu
• Reparto: Conrad Mericoffer, Alexandru Potocean, Radouan Leflahi, Cendana Trifan, Ionut Niculae, Alex Calin
• Duración: 81 minutos
• D'A Film Festival: Premio Talents Mejor Película (2021)
• País: Rumanía
• Año: 2020
• Dirección: Eugen Jebeleanu
• Guion: Ioana Moraru
• Título original: Poppy Field
• Género: Drama
• Productora: S.C. Icon Production, Motion Picture Management, Cutare Film
• Fotografía: Marius Panduru
• Edición: Catalin Cristutiu
• Reparto: Conrad Mericoffer, Alexandru Potocean, Radouan Leflahi, Cendana Trifan, Ionut Niculae, Alex Calin
• Duración: 81 minutos
• D'A Film Festival: Premio Talents Mejor Película (2021)
Como un oxímoron de la libertad de expresión, la ópera prima de Eugen Jebeleanu recurre al cine a modo de soporte cultural y trama argumental para denunciar la dura realidad de la homofobia aún presente en el ahora, alzando la voz a través de susurros.
Con la gran carga simbólica y visual del título del filme Poppy Field (2020), que traducido al castellano sería «campo de amapolas», se introduce uno de los principales rasgos y aciertos del filme con el que debuta el director Eugen Jebeleanu: la alegoría sutil que atraviesa el reflejo más realista, y que merecidamente le ha hecho ganar el premio Talents del D’A Film Festival Barcelona 2021. Desde el comienzo de la cinta la audiencia es consciente del realismo de la historia narrada —que además está basada en un hecho real—, gracias al recurso del grano en la imagen con el que emula la estética documental. Junto a ello, también el director emplea la técnica de la cámara en mano de forma ágil y acertada, sin abusar de la misma. Con estos detalles a nivel técnico y visual, junto a un cromatismo cuidado sin ningún tipo de ornamentación, Jebeleanu esboza un fragmento de la homofobia en Rumanía, aunque extrapolable a cualquier lugar y espacio del mundo. De hecho, una de las virtudes de la cinta reside en cómo el espacio que cobra protagonismo es la sala de cine, por encima de cualquier referencia a la cultura o país. Cine que gracias a la globalización llega desde cualquier rincón del mundo hasta el ámbito más cercano. En este escenario, el protagonista —un agente de policía— interpretado por Conrad Mericoffer, atraviesa diferentes fases en su evolución narrativa desde el patio de butacas.
El detonante de toda la trama es la intervención de la policía ante el boicot de un grupo ultranacionalista a la proyección de una película de temática LGTBIQ+. Una situación muy similar que en 2019 se dio en una sala de cine española cuando un colectivo de extrema derecha irrumpió[1] en la proyección de la película Mientras dure la guerra (2019) de Alejandro Aménabar. Así, las salas de cine funcionan no solo como espacios de reivindicación para denunciar en pantalla las injusticias sociales, sino también y en consecuencia como espacios donde la vulneración de derechos puede tener lugar incluso en pleno siglo XXI. En el caso de Poppy Field, Eugen Jebeleanu desarrolla esta idea construyendo un oxímoron cinematográfico donde se denuncia la homofobia a través de la representación del boicot a la libertad de expresión en una sala de cine, demostrando cómo las creaciones artísticas funcionan como plataformas esenciales para alzar la voz, denunciar discriminaciones y reclamar derechos, y por lo tanto remover conciencias. De forma magistral, el cineasta construye una narración pausada que aunque tiene el boicot como eje argumental, se sirve de ello para impulsar el trabajo realmente destacable de denuncia a través de los silencios y recursos visuales. A veces menos es más, y el cineasta rumano lo lleva hasta sus últimas consecuencias, llenando los diálogos de conversaciones triviales que en lugar de hacer avanzar la trama, sacan a la superficie la banalización más feroz del tema de la homosexualidad y la homofobia.
Una obra artística de estética documental donde lo individual se desdibuja para perfilar un panorama mucho más amplio.
Otro de los puntos característicos y genuinos del filme es el destierro del cliché a la hora de representar la homosexualidad y las agresiones, acercándose a un tratamiento más íntimo y reflexivo sobre el tema. Reflexión que se desenvuelve a través de los silencios y los espacios repletos de butacas pero vacíos que asfixian el encuadre como metáfora de la opresión de aquellas personas que callan porque nadie las quiere escuchar. Personas que no solo se quedan en silencio sino que tienen que soportar cómo ese silencio se contamina con conversaciones banales que frivolizan todavía más su sufrimiento. Una crónica particular en una situación concreta, con breves pinceladas de interculturalidad; una representación específica pero que da voz a diversas historias, ofreciendo como resultado una obra artística de estética documental donde lo individual se desdibuja para perfilar un panorama mucho más amplio con silencios compartidos, brindando la posibilidad de observar el campo completo de amapolas.
- Público, «Un grupo de ultraderecha boicotea el pase de la película de Amenábar en València», https://www.publico.es/politica/mientra-dure-guerra-grupo-ultraderecha-boicotea-pase-pelicula-amenabar-valencia.html[↩]