Cosmopolis
Gordon Gekko ya no está
• País: Canadá
• Año: 2012
• Dirección: David Cronenberg
• Guion: David Cronenberg
(Novela:
Don DeLillo)
• Título original: Cosmopolis
• Género: Drama
• Productora: Prospero Pictures, Alfama Films
• Fotografía: Peter Suschitzky
• Edición: Ronald Sanders
• Música: Howard Shore
• Reparto: Robert Pattinson, Sarah Gadon, Paul Giamatti, Samantha Morton, Juliette Binoche, Kevin Durand, Emily Hampshire, Patricia McKenzie, Mathieu Amalric, Jay Baruchel, Abdul Ayoola, Goûchy Boy
• Duración: 108 minutos
• Festival de Sitges:
Sección Oficial
(2012)
• Festival de Cannes:
Sección oficial
(2012)
• País: Canadá
• Año: 2012
• Dirección: David Cronenberg
• Guion: David Cronenberg
(Novela:
Don DeLillo)
• Título original: Cosmopolis
• Género: Drama
• Productora: Prospero Pictures, Alfama Films
• Fotografía: Peter Suschitzky
• Edición: Ronald Sanders
• Música: Howard Shore
• Reparto: Robert Pattinson, Sarah Gadon, Paul Giamatti, Samantha Morton, Juliette Binoche, Kevin Durand, Emily Hampshire, Patricia McKenzie, Mathieu Amalric, Jay Baruchel, Abdul Ayoola, Goûchy Boy
• Duración: 108 minutos
• Festival de Sitges:
Sección Oficial
(2012)
• Festival de Cannes:
Sección oficial
(2012)
En el año 2012, y con opiniones críticas muy diversas a favor y en contra, David Cronenberg entregó esta alucinada versión de los secretos de Wall Street, escrita en 2003 por Don DeLillo y protagonizada por el carismático Robert Pattinson.
Uno jamás pensaría que por más que Don DeLillo sea el novelista más posmoderno de Estados Unidos y de que pariese este material —una historia tan alejada del género típico de inversores o brókers financieros— en que se inspiró David Cronenberg —uno de los maestros del horror que junto con Wes Craven y John Carpenter nos ha dado América del Norte (en este caso, Canadá)— íbamos a tener entre manos una obra tan plena de belleza. Un ejemplo de este género del que hablamos es el filme Wall Street (1987) de Oliver Stone, donde un jovencito Bud Fox (Charlie Sheen), recién licenciado en Finanzas en Harvard, lo aprendía todo —y no solo lo bueno— de Gordon Gekko (Michael Douglas), jefe de su empresa de asesores y para el que estar cinco minutos sin ganar muchísimos millones de dólares era suficiente motivo como para considerar su tiempo perdido.
Juliette Binoche interpreta a una prostituta.
En este caso, Eric Packer (Robert Pattinson) no solo recorre casi la vía contraria a Gekko —el estrés de la compra-venta de acciones, depósitos y otros productos— al construir tanto Cronenberg como DeLillo una vida entera en menos de 24 horas desde Wall Street a los inframundos de Harlem o el Bronx en una limusina enorme para simplemente cortarse el pelo, sino que queda humanizado ante el paso de las personas importantes de su vida como son Didi Fancher (Juliette Binoche) o Benno Levin, que en la novela no era otra cosa que un celoso ex-amante —interpretado magistralmente por Paul Giamatti—, que no soporta que Packer a su vez beba los vientos por la poeta Elise Shifrin (Sarah Gadon) que cuando se entera de que está perdiendo lo que no está en los escritos por culpa de la caída del yen, decide no querer nada sentimentalmente con él, ofreciéndole incluso ayuda. Esta idea que contada por otro director, novelista o guionista nos mostraría a un Packer fuertemente erosionado cuando no patéticamente hundido por las circunstancias, el director de casting la salva gracias a la particular fotogenia del actor principal, y por ello Cosmopolis acaba convirtiéndose en un producto bien fotografiado, dirigido y actuado, solvente solo en el sentido en que muestra a un tipo más normal de lo que pudiera parecer, sentado en el diván tecnológico de su limusina, donde llega a llorar al menos de un modo simbólico por la muerte de un rapero, y a su vez es capaz de vivir una algarada anarquista con miedo en el mismo lugar.
La construcción del espacio donde Packer es psicoanalizado es el mejor que cualquiera pudiera haber soñado para vivir; de algún modo es como si en el no muy largo trayecto que le ocupa, tan cargado de simbolismo, bajarse no se hiciese necesario, y sin embargo lo es, pues lo que pasa dentro del coche es tratado desde una artificiosidad en los diálogos, de la que es necesario escapar, si acaso para no terminar más loco aún como ser humano. Y en este sentido, Gordon Gekko, no estando tan presente como decíamos, existe a través de alguna jefa que guía simultáneamente los ojos de Packer a la vez que los del espectador más ajeno a la materia.
La construcción del espacio donde Packer es psicoanalizado es el mejor que cualquiera pudiera haber soñado para vivir; de algún modo es como si en el no muy largo trayecto que le ocupa, tan cargado de simbolismo, bajarse no se hiciese necesario.
Cosmopolis plantea por tanto un necesario cambio de paradigma que no obvia lo malévolo y donde se humanizan las visiones de los ejecutivos siempre desde la utilización de colores oscuros y azulados por tecnológicos conseguidos por los equipos de Barret Axford —cámara e iluminación—, Wassim Ali, Warren Appleby —efectos especiales— o Ken Clark —departamento de arte— y donde la música de Howard Shore se difumina muy bien con la línea de diálogo trascendente de la que hablábamos. A resaltar también es la tarea de maquillaje —Chris Bridges y su equipo— por otros motivos dramáticos que no desvelaremos. Debemos decir que el material original se lo dedicó DeLillo a Paul Auster, no sabemos si por el cambio de registro literario que el otro novelista de Brooklyn estaba viviendo, o por la particular simpatía estilística entre ambos, ya que la intención y el mensaje versaban sobre el poder del azar. De posterior fecha, la serie rodada en Londres Industry (Lena Dunham, Tinge Krishnan, Ed Lilly y Mary Nighy, 2020) llega a desbocar esta inhumanidad desalmada de la conquista del poder y el dinero por sendas si cabe más frías y truculentas que las mismísimas de Gordon Gekko.