Carbide
La intergeneración despistada

País: Croacia
Año: 2022
Dirección: Josip Žuvan
Guion: Josip Žuvan
Título original: Garbura
Género: Drama
Productora: Maxima Film
Fotografía: Tomislav Sutlar
Edición: Borna Buljević
Música: Mate Matisic
Reparto: Franko Floigl, Mauro Ercegović Gracin, Ljubomir Bandović, Zdenko Jelčić, Marija Škaričić, Asja Jovanović, Ivana Rosčić
Duración: 113 minutos
Festival de San Sebastián: New Directors (2022)

País: Croacia
Año: 2022
Dirección: Josip Žuvan
Guion: Josip Žuvan
Título original: Garbura
Género: Drama
Productora: Maxima Film
Fotografía: Tomislav Sutlar
Edición: Borna Buljević
Música: Mate Matisic
Reparto: Franko Floigl, Mauro Ercegović Gracin, Ljubomir Bandović, Zdenko Jelčić, Marija Škaričić, Asja Jovanović, Ivana Rosčić
Duración: 113 minutos
Festival de San Sebastián: New Directors (2022)

Josip Žuvan transforma un relato vecinal en una obra que indaga en las nuevas generaciones nacidas con la tecnología. Los centennials y alpha son retratados por un millennial, causa de mucha veracidad en el relato, pero también mucha incongruencia.

Me ocurre un poco con este tipo de películas que cuando las veo me producen ciertas dudas por la falta, a veces, de verosimilitud que poseen. Pues los relatos escritos sobre generaciones nacidas ya entre finalísimos de los noventa hasta finales de los dos mil tienen pocas voces realistas que le aporten un valor y una perspectiva objetiva a las nuevas olas humanas que seguimos —considerándome a mí con generación Z que soy—. Los directores y directoras nacidos entre estos años todavía andan en escuelas de cine, formándose a pleno pulmón para destacar aspectos de su infancia y de su adolescencia para plasmarlo en la pantalla grande, así que mientras, tenemos a millennials hablando de lo que en sí nos correspondería en este caso a nosotros —excepto a Richard Linklater, a él se lo perdono todo por Boyhood (Momentos de una vida) (Richard Linklater, 2014). Y uno de los ejemplos de esto mismo, es el aportado por Josip Žuvan en su ópera prima Carbide. En esta película se entrecruzan la historia de dos familias de vecinos, ambas enfrentadas por conflictos latentes entre ellas y que no aceptan la relación de amistad entre sus pequeños Antonio y Nikola. Es con el desarrollo de la película con lo que se destapan algunos de estos secretos para dejar paso a que el nudo de la situación termine por arrancar. Pues Carbide es un título que explota en sus puntos y que construye relaciones sólidas entre sus protagonistas —ya sean negativas o positivas—, pero posee una falta de verosimilitud debida, con seguridad, a las fallas intergeneracionales que cuentan la película, los millennials, y los verdaderos protagonistas de esta, los centennials.

Carece de identidad propia y posee una falta de verosimilitud debida, con seguridad, a las fallas intergeneracionales.

El croata Josip Žuvan debuta en el largometraje con Carbide.

Trazada mediante el conflicto interfamiliar y el intrafamiliar, los sucesos que ocurren en la obra se deben a que en su narrativa seguimos dos líneas: una, la visión de Antonio sobre lo que es una familia disfuncional cuando falta una figura paterna; y otra, la de la perspectiva de Nikola, quien pese a tener a sus dos padres, parecer conocer un oscuro secreto que no la deja tranquila. Y entre estos dos puntos, distribuyendo los tiempos en pantalla más o menos bien entre ambos —eso sí se lo tenemos que dar al director croata—, la película se presenta como un drama que en ciertos momentos tiene toques de comedia y, en otros, de verdadera tensión. Así que eso también lo aprobamos, porque otra cosa no, pero dinámica es un rato —tiene de todo—. Ahora bien, pasemos un poco a ver lo que menos me ha gustado. En primer lugar, creo que la película carece de identidad propia, me puedes decir que esto lo ha hecho Josip Žuvan y te creo, pero es que me dices que lo ha hecho cualquier otro director de cine del resto de Europa y es que te sigo creyendo. Creo, por un lado, que le falta el sello que le haga suyo, su cine de sí mismo. Por otro, lo que veníamos comentando al principio de este artículo: falta más aproximación a la realidad, aparte de que los nacidos entre finales del siglo XX y principios del XXI somos algo más que teléfonos móviles y aparatos tecnológicos. Žuvan se ciñe mucho a la idea de que no sabemos hacer otra cosa que estar con el móvil y, bueno, con eso hay que andarse con ojo porque es un argumento que podría dar mi tío en la cena de Navidad. Creo que este es el punto exacto donde de joven pasas a ser adulto y tienes que decidir si empezar a confrontar a las nuevas generaciones y sus cosas, o aceptar e intentar emparparte de estas mismas. Ojalá crezcamos más pronto que tarde y, a excepción de Richard Linklater —que parece entender esto—, hagamos nuestro cine propio hablando de nuestra generación.

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SERIES

SAN SEBASTIÁN 2022

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