Revista Cintilatio
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Makoto Shinkai: tras la estela «Miyazaki»

Tras la estela «Miyazaki»
Makoto Shinkai
Tras el anuncio del retiro de Miyazaki, el cine de animación japonesa quedó huérfano. Repasamos la carrera de Makoto Shinkai, el llamado «Nuevo Miyazaki», y analizamos las similitudes entre sus obras e ideas.
Por Alejandro Hortal Jiménez x | 16 septiembre, 2020 | Tiempo de lectura: 6 minutos

Un día aciago, allá por 2013, el legendario director de animación japonesa Hayao Miyazaki anunció su retiro tras estrenar su última película: El viento se levanta —aunque después supimos que su último filme será How Do You Live? (2021)—. El trono que iba a quedar vacío no era uno en el que cualquiera pudiera sentarse, pues el legado de Miyazaki es, tristemente, de los pocos en Japón que trascienden a todo al mundo entero. Chihiro, Mononoke, Totoro… Nombres que son piedras angulares de la infancia de muchos, a la altura de obras de la americana Disney. Así pues, la guerra por el trono parecía inminente, pero, para finales de 2016, un nuevo nombre empezó a escribirse en los libros de historia. Your Name (2016) y Makoto Shinkai llegaron para quedarse, y lo demostraron recaudando más de lo que en su día lo hizo El viaje de Chihiro (Hayao Miyazaki, 2001). 

A finales del año pasado, en aquellos olvidados tiempos prepandemia, Shinkai nos regaló una nueva obra magnífica, El tiempo contigo (Makoto Shinkai, 2019), que ahora Filmin ha añadido a su catálogo. La nueva película, pese a no estar a la altura de su predecesora, no quedó lejos de esta, como así puntúa la propia plataforma con un 8,3 (frente al 8,5 de Your Name). Dejando atrás el mundo de los sueños, pero con el mismo matiz pseudomitológico que lo caracteriza, Shinkai explora esta vez una relación romántica pasada por agua entre dos adolescentes desconocidos cuyos caminos se han cruzado. Son dos magníficas obras maestras que lo colocarían cerca del trono si solo las contásemos a ellas, pero lo bueno es que Shinkai no empieza ahí.

El trono de Miyazaki es duro de heredar, pero muchos ya creen que Shinkai está listo para ocuparlo. Pese a que su legado acabe de comenzar, este joven director apunta alto, más allá de las estrellas.

Hay cine antes de Your Name, y repasar las películas menos conocidas de Shinkai nos enseña tanto de él que la única forma de conocerle mejor sería hacerlo en persona. Nos muestra cómo funcionaba su cabeza antes de ser el aclamado cineasta que es ahora, pero también que todo lo que le ha hecho triunfar ya estaba ahí. Existe el hilo rojo de Taki y Mitsuha, pero que conecta sus películas entre sí. Es un cine que se retroalimenta así mismo, que inspira a su creador a reexplorar lo que ya ha dicho y buscar un nuevo enfoque, una nueva historia. Y lo cierto es que lo consigue, hasta el punto de que su «nuevo cine» es, en esencia, el hijo de lo que ya hizo. Shinkai crece como director, mientras que sus películas «viejas» engendran sus obras maestras.

En El lugar que nos prometimos (2004) ya explora la temática de los sueños que más tarde sería el germen de la trama principal de Your Name. Juega con ello y con la conexión entre dos de los tres protagonistas, aunque en este caso le da una explicación más «científica» de lo que desarrollaría en 2016. Así mismo, describe brevemente las sensaciones sobre las que se vertebraran los monólogos de Taki y Mitsuha acerca de cómo por mucho que lo intenten, siempre terminan olvidando lo que han soñado, porque los sueños nunca permanecen para siempre, pero sí la sensación de haber perdido algo. Por otro lado, 5 centímetros por segundo (2007) es una historia sobre el destino. Sin la poesía de Your Name, intenta arañar el mismo concepto a través de los tres capítulos que dividen el film. Une a personajes separados por una distancia que cada vez se hace más y más grande, y utiliza los trenes como puentes de unión entre ellos; un recurso que ya utiliza en muchas de sus películas, como una especie de seña propia. El final de Your Name es, además, casi un calco estructural y visual en muchos aspectos del último de los tres capítulos, salvo por el toque más deprimente con el que deja la historia en 5 centímetros por segundo. Por último, las tres películas comparten el mismo acabado cromático, en el que los tonos azules, rojizos y violetas forman un crepúsculo estelar que casi provoca síndrome de Stendhal, tanto es así que uno de los planos más emblemáticos de Your Name es idéntico a uno que ya utilizó en El lugar que nos prometimos.

En el caso de El tiempo contigo, Shinkai cambia completamente el apartado visual. Es exactamente lo mismo que ya probó con el mediometraje titulado El jardín de las palabras (2013), dejando atrás el ambiente crepuscular por un mundo más frío y lluvioso. La estética es común, y no es lo único. Aunque en El jardín de las palabras la lluvia es solo una excusa para poder juntar a los dos protagonistas, en El tiempo contigo se vuelve a la vez el conflicto y su razón de ser, pues es lo que los une, pero también lo único que puede llegar a separarlos dado el momento. Por otro lado, los protagonistas presentan un existencialismo común, salvo que desde diferentes puntos de vista. Todos se hacen la misma pregunta al principio («esta vida que vivo, ¿es la que quiero vivir?»), y la respuesta a la misma cambia según van desarrollándose las tramas, hasta que queda claro el deseo de estar con el otro. En el mediometraje, los personajes son más maduros, y la visión, por tanto, muchísimo más deprimente. Cine de autor para cinéfilos empedernidos. En caso de la última película, por su parte, el mensaje es aparentemente más infantil, pero aderezado con una poesía propia y su propio mundo fantástico que, en el fondo, se desprende como una especie de oda al maestro en El castillo en el cielo (Hayao Miyazaki, 1986), la película favorita de Makoto Shinkai.

El trono de Miyazaki es duro de heredar, pero muchos ya creen que Shinkai está listo para ocuparlo. Pese a que su legado acabe de comenzar, este joven director apunta alto, más allá de las estrellas. Se revuelve como un cometa, en busca de su propio lugar, siguiendo de cerca la estela que otros han dejado para él. Ahora solo queda esperar a ver qué será lo próximo que traerá, cuáles serás sus enseñanzas y, sobre todo, soñar con que sea tan hermoso como lo que ya conocemos.