Ryan nos recibe con una sonrisa de oreja a oreja que es la mejor expresión de lo alucinado y satisfecho que está con todo lo que está viviendo y con la gran acogida de su sorprendente filme Fried Barry, hacia el que había tremendas expectativas y que se posiciona, sin lugar a dudas, en el top cinco de las favoritas del festival. Por lo menos, entre el público. Pero ya hablaremos de rankings en su debido momento. Ahora escuchemos (más bien, leamos) todo lo que tiene que decir, que no es poco, este hombre tan cercano, llano, humilde, cachondo y —si se me permite la vulgaridad— jodidísimo de la cabeza en el buen sentido: en el de tener una creatividad tan loca que nos ha dejado a todos con la sensación de que nos ha arrollado un camión de ácido y somos nosotros los que hemos sido abducidos y poseídos por un extraterrestre yonqui. Y resulta que ha sido su peculiar terapia contra una racha realmente mala. Una terapia que ningún gurú del positivismo y el mindfulness se atrevería a recomendar. Y para él ha sido la panacea.
Ryan, tu película era realmente atractiva para nuestra revista, que presta gran atención a la cultura alternativa y, tras verla… creo que en la vida había visto nada igual ni parecido. E imagino que ésa era tu intención, ¿no?
Bueno, como cineasta que quiere hacer su primera película… supongo que nunca sabes qué cojones vas a hacer (risas). Tienes un montón de guiones y tal, pero nunca sabes cuál vas a hacer. Cuál escoger, con cuál vas a intentarlo. Y jamás hubiera dicho que iba a ser ésta. Además, cuando me puse con ella, venía de pasar una época muy dura de mi vida. Me operaron de un riñón, se infectó, estuve a punto de morir.
Qué mal, lo siento.
Atravesé una ruptura de pareja, a mi gato le salió un cáncer y entré en depresión. Estaba en un jodido agujero.
Normal, qué mala racha.
El peor momento de mi puta vida. Así que desde el fondo de ese agujero, me dije: ¿qué es lo que quieres hacer? ¿Algo que siempre hayas querido hacer?En el número uno (del ranking). Y era una película. En el pasado, con otros cortos, había estado cerca de hacer alguna, me emocionaba a tope y luego nunca ocurría, Así varias veces y al final no sucedía. Y llegados a ese punto en el que me encontraba, fue como «joder, necesito hacer una peli». Y luego tuve esta idea, y tal como la tuve fue… ¡Ésta es la idea! ¡Ésta es la buena! Lo supe de inmediato: ésta es la puta idea.
Ya te digo.
Pero estando en el fondo de ese agujero sabía que no podía ponerme a escribir ese largo y solamente quizás llevarla a cabo. Ni siquiera para el año siguiente, o el posterior. Necesitaba hacerla ya de ya. Y ahí fue cuando llamé a mi productor, que me conoce de hace años, y le dije que tenía una película y que me la iba a rodar al mes siguiente (risas). Y me dijo: «pero tendrás un guion al menos». Y yo: pues no.
¡Ni siquiera tenías un guion!
Antes de esa llamada de teléfono igual tenía el 50% de las escenas esbozadas. Básicamente un «Barry hace esto, Barry hace aquello y Barry hace lo de más allá»: Y ya. Tal cual. Así de breve. Así que cuando mi productor me dijo «¿pero por qué tenemos que rodar esta película el mes que viene ya?» y le dije que si no nos poníamos a hacerla al mes siguiente ya, nunca iba a suceder: se iba a retrasar, a posponer… Necesitaba hacerla justo entonces.
Era el momento justo.
Sí. El momento justo. Para mí iba a ser mi medicina para ayudarme a salir de ese agujero tan jodido en el que estaba en esos momentos
Medicina. Claro, ¿por eso hay tanta química en tu película?
(Risas) Probablemente. Sí. Esta peli es muy yo. Hay mucho de mí en ella. Pero no las putas drogas ni nada de eso, ¿eh? Que luego todo el mundo me viene en plan «así que te van las drogas, ¿eh?».
Ya. Imagino que te refieres a lo de ir calentorro todo el día.
(Risas) Quizás, quizás (risas). Lo de ir salido sí que puede ser. No, pero es simplemente que es muy mi estilo, las imágenes, la creatividad… Por eso supe que ésta iba a ser la buena. De modo que nos pusimos a rodar al mes siguiente y escribí siete piezas del diálogo principal. Y luego la secuenciación del 50% de las escenas y a medida que iba pasando el tiempo, fui desarrollando la historia. La mayoría de las escenas fueron elaboradas en el día con los actores, improvisadas. En plan: «prueba a hacer esto. ¡Acción!».
¡Improvisadas! ¡Madre mía!
Sí, sí. El 90% de la peli está improvisada. El único que no improvisaría sería el protagonista. Porque él no es un actor con formación. Y también porque es raro que te cagas (risas).
Sí, anoche tras la première improvisaste una rueda de prensa en la calle, a las tres de la mañana, y nos contaste que suele hacer de extra.
Sí, y es como que muy mal extra. Pero es un tío majo, Amo la caracterización y él tiene esa cara tan chocante que… ¿sabes? Podría haber puesto al mejor actor de Sudáfrica en este rol en su lugar y no habría funcionado. Porque él es Fried Barry. Tiene esa mirada, tiene esa presencia. Él es Fried Barry.
¿Tenías en mente ya esa cara antes de decidirte por Gary (Barry)?
Originalmente, en 2017, rodé un corto experimental de tres minutos llamado ya Fried Barry. Obtuvimos sesenta selecciones oficiales, treinta victorias, un montón de fan-art… Fue un corto muy exitoso y es que era él. Ya no podía imaginármelo de otro modo. Ahí ya me planteé cómo podría llevar ese corto al largo y cómo hacerlo con él como protagonista y sin darle diálogo. Y por eso ha funcionado. Porque la gente le conoce y cuando se enteran de que mi protagonista es Gary, me sueltan: «Pero…¿Gary? ¿Gary-ése-Gary? Pero… ¿cómo?» (risas). Y bueno, sí que tiene algo de diálogo mientras está tratando a su familia como la mierda, pero después de ser abducido, en realidad se limita a imitar a la gente.
Cierto. En realidad no tiene frases propias.
Exacto. Y solamente a veces sus réplicas tienen sentido. Y cuando no la tienen, es divertido: precisamente porque es un puto alien. Por eso todo se ha construido en torno a Gary para que funcionara. Y eso ha implicado machacar todo los días que no debía hacer absolutamente nada que yo no le dijera que hiciese. (…) A veces, directamente le decía: «mira, Gary: ¿ves esta cara? ¿Me la puedes copiar? ¿A ver? Perfecto. Haz justo esa misma cara» y yo cogía la cámara y diferentes enfoques y así obtenía, digamos, unas cuatro reacciones diferentes y así teníamos material para ir editando.
Guau.
Como decía, la historia se ha ido construyendo mientras se experimentaba. Porque en realidad es simple: va de un adicto a la heroína que es abducido, le meten un alien dentro y va topándose con diferentes personajes y descubriendo su estilo de vida. Es como una road movie pero sin coche: Gary es el coche. La historia es lo de menos, lo importante es el viaje. La experiencia de él viviendo lo que los otros personajes y lo que los otros y tú vivís a través de él.
Como un intercambio, cierto.
Eso es. Está diseñada para ser entretenida. No sabíamos a dónde cojones iba a ir a parar la acción. Igual se mete en un baño que luego no sabes por dónde va a salir. Y te preguntas, ¿pero qué leches está pasando? Está pensada para no ser predecible y para tener ese valor de entretenimiento. Es como… (marca un compás de 6×8 en mi zapatilla de deporte para transmitirme el ritmo con que él ha dotado a su película).
Taquicardia. Como ir puesto. Aunque tú y yo no lo sabemos, porque no nos drogamos. Pero nos lo imaginamos.
Eso (risas). Como estar colocado todo el rato. Por eso es fácil que quien vea la película piense: «sí, definitivamente, este tío (Ryan Kruger) se droga». Eso es lo interesante de la película. Está hecha para resultar incómoda. La idea es que al acabar la película sientas que necesitas darte una ducha (risas). Creo que hoy en día es difícil sorprender al hacer una película. Porque las historias te suelen llevar a un punto en que ya sabes que va a pasar o bien esto o bien lo otro. Por eso intento no saber ni yo en qué va a derivar cada escena. Y tenía muy claro que todo iba a ir en torno a este personaje icónico, que sea de culto. Y creo que la película está funcionando realmente bien. Las críticas la están pintando como futuro clásico de culto. Y es alucinante estar aquí y ver que están hablando de mi película. ¡Hablan de mi película!
En Cintilatio tienes reseña de tu película también, por cierto. Y sí que se está oyendo mucho por el festival que Barry va a ser un personaje de culto. Por cierto, es curioso que en tu película no hay asomo de policía. Cuando en una fiesta tan loca como las que muestras, y con tanta droga… él sería el primero al que le harían redada.
(Risas) Es verdad. De hecho, la gente me suele felicitar por las prótesis de la cara de Barry. Y yo: «¿pero qué prótesis? Si es su cara, que es así».
(Risas) La verdad es que tiene una cara como de goma. Como de juguete. De hecho, habéis sacado un muñeco de él, si no me equivoco.
Estamos en el proceso de hacerlo, sí. De hecho, en terror tenemos iconos como Leatherface, Jason, Freddy… todos con su máscara. Siempre se está buscando esa nueva máscara, ese nuevo jersey identificativo…
El nuevo complemento, el nuevo fetiche.
Exacto. Y yo no quería nada de eso. Quería que el icono fuera él. Ya ves tú: ¡si lleva una puta cazadora vaquera y unos tejanos! Su cara lo es todo. No hace falta una motosierra ni tal o cual arma. La clave es su cara. Y eso es lo que importa. La historia es que nadie tiene su aspecto. Tú no vas a un bar y saludas a un tío en plan «¡Ey, Barry! Ah, no. Perdona, que te he confundido con otro». No, nadie se le parece. (…) Y con esa cara, mucha gente ve el tráiler y se espera que la película sea sobre un malote. Pero en realidad, después de la abducción y determinado momento (suprimimos spoiler), ves que es un buen tío.
¿Por qué está todo el mundo tan salido en tu película? La escena de la cajera es para partirse.
(Risas) Pues mira, originalmente, esa escena estaba pensada para que ella actuara asqueada, como si él la estuviera acosando. Pero luego se me ocurrió que en realidad era mejor todo lo contrario: que ella se comportara como si se muriera de deseo por él. Porque mira qué pintas tiene: lo inesperado es que todo el mundo se lo quiera follar. Y cuando ella lo llevó a la actuación, al acabar de rodar la escena, estábamos todos muertos de risa. (…) En eso consiste ser el cineasta: en intentar buscar una estructura diferente, en mantenerlo todo sorprendente. Creo que a muchos directores les cuesta encontrar su propio estilo. Y es algo que me parece muy importante y que creo que a veces no se tiene en suficiente consideración. Por eso esta película es tan yo, y por eso la firmo como «a Ryan Kruger thing».