Barbie
El cine para entender

País: Estados Unidos
Año: 2023
Dirección: Greta Gerwig
Guion: Greta Gerwig, Noah Baumbach (Personajes: Mattel)
Título original: Barbie
Género: Comedia. Fantástico
Productora: Warner Bros., Heyday Films, Mattel, LuckyChap Entertainment
Fotografía: Rodrigo Prieto
Edición: Nick Houy
Música: Mark Ronson, Andrew Wyatt
Reparto: Margot Robbie, Ryan Gosling, Emma Mackey, America Ferrera, Simu Liu, Dua Lipa, Kate McKinnon, Alexandra Shipp, John Cena, Ariana Greenblatt
Duración: 114 minutos

País: Estados Unidos
Año: 2023
Dirección: Greta Gerwig
Guion: Greta Gerwig, Noah Baumbach (Personajes: Mattel)
Título original: Barbie
Género: Comedia. Fantástico
Productora: Warner Bros., Heyday Films, Mattel, LuckyChap Entertainment
Fotografía: Rodrigo Prieto
Edición: Nick Houy
Música: Mark Ronson, Andrew Wyatt
Reparto: Margot Robbie, Ryan Gosling, Emma Mackey, America Ferrera, Simu Liu, Dua Lipa, Kate McKinnon, Alexandra Shipp, John Cena, Ariana Greenblatt
Duración: 114 minutos

Greta Gerwig desglosa en «Barbie» a uno de los símbolos de la cultura pop y referente para todos los niños y niñas del mundo. En tono de sátira y crítica, el largometraje aborda el patriarcado, el sexismo y la importancia de llevar rosa en tu día a día.

Me voy a tomar las directrices que creo necesarias en este artículo para, con permiso de mi redactor jefe —perdóname otra vez más, David—, hablar en primera persona, pues creo que sin ser de esta forma, al analizar películas como Barbie (Greta Gerwig, 2023) sería poco honesto agradecer la libertad y el empoderamiento que la ficción transmite. He estado un rato pensando sobre qué decir de uno de los eventos cinematográficos del año —el cual conforma dupla y está llenando salas de cine con la campaña de marketing de Barbienheimer—, pues junto al estreno de Oppenheimer (Christopher Nolan, 2023) hace surgir este fenómeno tan variopinto que ha convertido las entradas de los grandes cines en una alfombra rosa llena de vestidos fucsia, zapatos horteras y, sobre todo, glamur. Y doy gracias a que estos eventos ocurran, pues en la actualidad percibimos al cine como un lugar o muy poco transitado; o con un entorno pesado y cargado de crítica y disputa. Así que en estos momentos, cuando los multicines abren sus puertas de par en par para recibir a espectadores que solo esperan pasárselo bien, es entonces cuando ganamos todos.

Y es que pensando y pensando, se me ocurre hablar de la gran denuncia que Greta Gerwig establece en su tercera película como directora en solitario al romper los roles de género, satirizar el patriarcado hasta la ínfula o a cómo el mensaje de sororidad que transmuta en su clímax, es tan fundamental en nuestra realidad. Pero no quería apropiarme de palabras que creo que no me corresponde a mí decirlas, así que en este caso solo voy a mencionar mi experiencia en la sala de cine y lo más reseñable de cara a aspectos técnicos y narrativos. Pero antes pasemos con la sinopsis, y es que en Barbieland, una tierra dominada por Barbies, la Barbie Estereotipo (Margot Robbie) empieza a desentonar en este mundo de azúcar y fantasía cuando una mañana se levanta pensando en la muerte. Es de esta forma que, acompañada de uno de los tantos Ken (Ryan Gosling) —el Ken Playista, para ser más exactos— que existen en este universo, decide marchar al mundo real con el fin de buscar el porqué de su causa tan poco ideal. Ya se empieza a discernir con este inicio que Barbie nace de la mano de una directora que desde hace varios años posee un calado fundamental hablando de la transcendecia del personaje femenino y de su profundidad en la ficción. Claros ejemplos son sus dos anteriores filmes: Lady Bird (Greta Gerwig, 2014) y Mujercitas (Greta Gerwig, 2019), en las que la estadounidense explora las dificultades de ser mujer en una sociedad que lleva consolidándose como misógina desde hace siglos. Así que es obvio que la lectura que realiza este largometraje no es para nada simplista, pues hay bajo sí mucho seso que piensa y escribe.

Una película que es inteligente porque llama la atención con el brillo para que, cuando entres a la sala, salgas con una remota idea de que podríamos hacer las cosas mejor.

Greta Gerwig trae a las pantallas del mundo el vasto universo de Barbie, un mundo plagado de rosa y perfeccionismo en el que juega un papel fundamental la icónica figura de la cultura pop.

Y cuando hablamos de escritura, los procesos establecidos por Greta, que posee como colaborador a su pareja Noah Baumbach —director de largometrajes como Frances Ha o Historia de un matrimonio—, a la hora de narrar muestran que además de la seriedad dentro de su discurso, se ha mantenido también un fin ligado al humor. Y es que ¿qué sentido tienen las cosas si no se hacen para divertirse? Pues muy bien, con algunos chascarrillos sobre la industria del cine de explotación —ya lo siento Zack Snyder—, la ruptura de la cuarta pared con voz en off para aclarar aspectos absurdos de la biblia escrita, o el simple hecho de tomar la voz de Barbie como suya y hablarle al espectador, apreciamos, entonces, que sobre este guion encontramos a una persona con tan buen humor como con autoconsciencia de él. Alguien que además parece generar un entorno confortable en los rodajes y se nota en las actuaciones tan libres de sus intérpretes.

Pero volviendo a Barbie, percibimos en su calado cinematográfico que el respeto que se le tiene al símbolo es enorme, tanto que la referencia a 2001: Una odisea del espacio (Stanley Kubrick, 1968) en su inicio, es solo parte de una declaración de intenciones más grande. Además, la mención y aparición especial de la famila Handler, creadora de la muñeca, también es fundamental con el fin de hablar que detrás de uno de los signos más capitalizados de la historia existe un bonito relato de amor entre una madre y una hija. Y es que en este punto, cuando una mujer escucha a otra, es cuando a mí me dio por girar la cabeza y mirar a mis amigas, quienes en ese momento habían convertido sus carcajadas en un silencio delineado por nudos en la garganta y algún que otro ademán de lágrima. Entonces me paré a entender algunas cosas que se me estaban pasando desapercibidas como un espectador externo que estaba ahí, viendo a Margot Robbie y America Ferrera tener una profunda conversación. Yo también era espectador de Paula, de las señoras que había detrás de nosotros o de la madre e hija que llegaron tarde y se sentaron en una de las butacas que hacían esquina —por vergüenza, como suele ocurrir—. Estaba ahí, después de esa vaga sensación de haberme reído mucho y de haberlo pasado genial con el glitter y el rosa, pero entendiendo que ahora ese momento era para otra cosa, para guardar silencio y, más que ver cine, admirar a lo que tenía alrededor.

Y es que tuve esa sensación ante la última obra de Gerwig, que también posee un mensaje importantísimo sobre la masculinidad frágil y tóxica, así como de la importancia de la independencia emocional de uno mismo con el fin de estar bien por sí, sin necesitar a nadie. Una película que es incluyente, representativa y necesaria, pero sobre todo: que es de ellas. Un cine, el que exporta Barbie, que si bien no es que sea para todos los públicos —os veo venir desde lejos, amantes del cine de nicho— sí que debería ser para todo el mundo. Porque en la capacidad de reírse y pasarlo bien, también debería haber un espacio para entender y aprender. Y Barbie es una película tan inteligente por eso mismo, porque llama la atención con el brillo para que, cuando entres a la sala, salgas con una remota idea de que podríamos hacer las cosas mejor. Aprender a ser algo mejores.

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