Hay álbumes que no necesitan muchas escuchas para entrar por los oídos, que desde el primer guitarrazo te convencen de que no van a ser efímeros. El último lanzamiento de los americanos Toothgrinder tiene ese nosequé que lo convirtió en uno de mis discos de metal favoritos de 2017.
Combinando excelsas y potentes guitarras —a golpe de distorsión extrema y afinación Drop D—, una sección rítmica fulminante y voces desgarradas, que van desde el melódico hasta el gutural —tomando señas de identidad de los míticos del hardcore de los 90 y primeros 2000, así como de grandes del metal progresivo como Dream Theater o Symphony X—, el quinteto propone un segundo LP altamente disfrutable cuya mayor virtud reside en su facilidad de acceso para aquellos que disfrutan del metal fuerte pero no extremo.