Elantris, de Brandon Sanderson
«La eternidad terminó hace diez años»
Primera obra del autor e inicio del macrouniverso «Cosmere» en la que se nos traslada a la ruinosa ciudad de Elantris, diez años después de que sus habitantes cayesen en desgracia por un fenómeno desconocido.
A qué amante de la literatura de fantasía épica puede no gustarle Brandon Sanderson. Natural de Lincoln, Nebraska, este joven autor —de tan solo 44 años de edad y con una carrera de ya más de una década— ha dado fuerzas y frescura a un género que llevaba años estancado, ganándose así el apoyo incondicional de un gran séquito de seguidores y el título de heredero de George R.R. Martin. Su periplo comenzó en el ya lejano 2005 con la obra que nos concierne en el día de hoy: Elantris. Con ella inició su macrouniverso conocido hoy en día como el Cosmere, un gran entramado de planetas cuyas historias están relacionadas, aunque no a simple vista.
Elantris, localizada en el planeta de Sel fue, antaño, la ciudad de los dioses. Los elantrinos —así eran conocidas sus gentes— eran hombres y mujeres de porte elegante, con cabellos blancos como la nieve y piel plateada. Cualquier habitante de Arelon —país del que Elantris era capital—podía ser elantrino, ya que la Shaod —la bendición— podía alcanzarle a cualquiera mientras dormía, y despertarse a la mañana siguiente siendo un dios. Tenían la capacidad de hacer magia mediante un enrevesado sistema de símbolos conocidos como los aones, los cuales les conferían un poder inagotable y la capacidad de hacer lo que se propusiesen, haciéndolos así intocables. Pero un día, su reinado cayó y pasaron de ser los dioses en la tierra a unos monstruos putrefactos y agónicos que se arrastraban por las calles de la que antaño había sido la ciudad más bella que se había visto.
El libro nos sitúa 10 años después de la caída en una de las ciudades vecinas de Elantris: Kae, siguiendo las vivencias de tres personajes cuyas historias se verán interrelacionadas: el príncipe heredero del reino de Arelon, Raoden, el cual sería alcanzado por Shaod —ahora considerada una maldición— antes de siquiera poder conocer a la mujer con la que se iba a contraer un matrimonio político; la prometida del príncipe e hija del rey de Teod —un reino vecino—, Sarene; y el gyorn Hrathen —sumo sacerdote de la religión Shu-Dereth—, cuyo cometido será convertir al pueblo de Arelon para así conseguir que el imperio Fjordell —comandado por el Wyrn, único contacto directo con el dios Jaddeth— se expanda y conquiste definitivamente todo el territorio conocido. Bajo esta premisa Sanderson plantea su historia, plagada de tramas políticas, traiciones, juegos de poder y misterio.
Brandon Sanderson se ha ganado a pulso un hueco en los corazones de los amantes de este género literario con historias repletas de personajes bien construidos y trasfondos complejos y críticos.
Mapa de Sycla.
La estructura de la obra está planteada de un modo que mantiene la tensión y hace que el lector esté en todo momento con ganas de ser conocedor de los próximos acontecimientos. Cada capítulo pertenece a uno de los tres protagonistas comentados anteriormente, siguiendo el estricto orden de Raoden, Sarene y Hrathen. De esta manera, al terminar un capítulo, los siguientes acontecimientos a leer no son la continuación directa de los últimos, sino los transcurridos paralelamente desde el punto de vista del siguiente personaje, que pueden estar o no relacionados entre sí. Continuando con la estructura, la obra se divide en tres grandes partes, siendo estas La caída de Elantris, La sombra de Elantris y El espíritu de Elantris, en las que, respectivamente, se irán relatando unos acontecimientos que mucho tienen que ver con el título de la parte en la que están contenidos.
Sanderson es conocido por su originalidad en cuanto a la creación de sistemas mágicos se refiere, y Elantris no es una excepción. Los anteriormente mencionados aones son complejos símbolos que se desarrollan bajo una base común, conocida como el aon Aon, y que dependiendo de los modificadores que se le añadan, los efectos causados pueden ser tan variopintos como generar luz, teletransportarse o sanar una parte del cuerpo dañada. La principal fuente de inspiración de Sanderson para la creación de este sistema de magias fue la escritura y lectura de los caracteres de las lenguas asiáticas coreano, chino y japonés, ya que el significado literal del símbolo dista bastante de su posterior pronunciación, sea así un ejemplo en el universo de Elantris el aon Ene —base del nombre de la princesa de Teod—, cuya lectura literal sería maña o astucia. Todos estos conceptos vienen recogidos y bien explicados en Ars Arcanun, uno de los extras que contiene la maravillosa Edición X Aniversario Definitiva del Autor que nos ha regalado la editorial Nova, y que además cuenta con algunos capítulos eliminados de una versión mucho más preliminar del libro.
Ni que decir tiene que Brandon Sanderson se ha ganado a pulso un hueco en los corazones de los amantes de este género literario, entre los que yo me incluyo, con historias repletas de personajes bien construidos y con trasfondos complejos y críticos. Quisiera concluir esta reseña citando al gran Orson Scott Card en referencia a esta gran obra de Sanderson: «Elantris es la más bella novela de fantasía que se escribirá en muchos años. Brandon Sanderson ha creado un mundo verdaderamente original de magia e intriga y, con el rigor de los mejores escritores de ciencia ficción, lo ha hecho real en todos sus niveles».