A no ser que vivas en otro planeta —afortunado tú—, sabrás que este 2020 no está siendo un año fácil en general. A la pregunta de «¿dónde estabas tú cuando lo del 11-S?» trasladada a este año la respuesta será fácil: confinado en casa y jugando a la consola. Como —a veces— la ficción supera a la realidad, en Cintilatio hemos elaborado una lista de juegos con los que pasar el mal trago pensando en que quizá cualquier tiempo futuro será peor.
BioShock
Andrew Ryan imaginó una ciudad en la que solo cabrían los mejores. Una ciudad que rechazaba todo tipo de ideologías y apostaba por la perfección. Juicios morales aparte, lo que parece evidente es que el plan no le salió demasiado bien que digamos. Rapture acabó convirtiéndose en lo que todos conocemos: un infierno submarino habitado por atormentados seres adictos al ADAM —la droga de moda, capaz de desbloquear habilidades físicas y mentales más allá de lo humano—.
BioShock (Xbox 360, PC, 2007), desarrollado por 2K Games, plantea una inmersiva jugabilidad en primera persona en la que seremos testigos directos de la deliciosa decadencia de Rapture. La estética de principios de siglo y las referencias visuales y sonoras a los felices años veinte lo inundan —chiste no intencionado— todo. El óxido estará presente en cada rincón, metáfora perfecta de la corrosión del intento fallido de utopía del señor Ryan. Para redondear la experiencia, será frecuente cruzarse con las niñas recolectoras de ADAM —las enternecedoras Little Sisters— protegidas por los Big Daddies, cuya combinación de fuerza bruta, agresividad y velocidad nos sigue poniendo los pelos de punta con su mera visión.
Solo hay algo peor que una distopía: una distopía bajo el agua, fría, húmeda y sin escapatoria.
Mirror’s Edge
La segunda entrada de la lista es el juego más luminoso de la misma. Mirror’s Edge (PS3, Xbox 360, 2008) es un título con una propuesta que sigue siendo única después de tantos años: una ensalada de géneros con cámara en vista subjetiva en el que, sin embargo, lo de menos es disparar. La misión principal de la protagonista —Faith— y de la agrupación de Runners a la que pertenece será entregar comunicaciones prohibidas por el gobierno totalitario a base de carreras y saltos estilo parkour. En estas misiones, los itinerarios a seguir estarán destacados en colores vivos, cumpliendo el objetivo simultáneo de guiar al jugador y, además, otorgar al aspecto gráfico del título un estilo muy característico. La inmersión, gracias a una interfaz limpia de indicadores de salud o munición, será total y centrada al cien por cien en sentirnos en la piel —y extremidades, a menudo visibles en pantalla— de Faith.
El resultado es una aventura que sabe imprimir velocidad y frenesí cuando el argumento así lo precisa y que ralentiza el ritmo en zonas de infiltración. Si las cosas se tuercen podremos apretar el gatillo, pero el juego deja claro que esa es, si es posible, la última opción. Y así, de tejado en tejado y de muro en muro, iremos desentrañando la historia de la heroína y sus compañeros, el mundo que nos rodea y las amenazas del mismo. Porque Mirror’s Edge no es el universo más inquietante de este listado pero sí uno que merece estar por méritos propios y por originalidad. Ni siquiera su secuela, objetivamente descafeinada, supo proponer algo a la altura de la frescura de la entrega original.
Para que haya oscuridad tiene que haber luz, dicen. Y Mirror’s Edge de lo segundo va sobrado.
Half-Life 2
Volvemos a los shooters en primera persona con un juego que no solo es un perfecto ejemplo de narrativas distópicas sino, directamente, uno de los grandes exponentes del género. Half-Life 2 (PC, 2004) fue una secuela muy celebrada que, a su vez, se convirtió en la antesala de uno de los juegos más esperado por los fans: Half-Life 3. En él nos ponemos en la piel de Gordon Freeman y nos damos un garbeo por una dictadura policial muy bien recreada.
Ya ha llovido desde que Half-Life 2 llegó a nuestras manos, pero su atmósfera opresiva y el clima único que despliega siguen siendo perfectamente vigentes hoy en día —si sabemos perdonarle las lógicas imperfecciones gráficas provocadas por el paso del tiempo y su sabor añejo—. Half-Life 2 es un clásico entre clásicos. Sigue siendo divertidísimo interactuar con los elementos desperdigados por los escenarios —inolvidable la zona inicial, Ciudad 17, así como Nova Prospekt o Ravenholm— y utilizar la icónica palanca para machacar Headcrabs —con un parecido más que notable a las criaturas de Alien, el octavo pasajero (Ridley Scott, 1979)—.
Half-Life 2 sigue siendo un juego imprescindible de Valve y un hito del mundillo. Y en Cintilatio apostamos porque seguirá siéndolo muchos lustros más.
Papers, Please
El único juego de la lista que no cuenta con visión subjetiva es esta inusual experiencia indie. En Papers, Please (PC, 2013) nos metemos, valga la redundancia, en el papel de un agente de aduanas. Tu labor, cómo no, será decidir quién entra en el país y quién se queda a las puertas. La jugabilidad, aunque pudiera parecer de entrada repetitiva, no lo será en absoluto gracias a sorpresas —la mayoría desagradables o directamente traumáticas— que sacudirán la rutina del protagonista.
El diseño visual y auditivo del juego, inspirado en el comunismo europeo del siglo pasado, es notable. Papers, Please no destaca gráficamente —ni lo pretende—, pero sí que logra plasmar un clima gris y sórdido gracias a su apagada paleta de colores y al acertado diseño de personajes. También es digno de mención el sentido del humor del juego, con diálogos afilados y humor negro siempre presente. Pero, risas aparte, habrá instantes delicados y de carga dramática, como el demoledor informe al final de cada día —detallando el nivel de salud y hambre de tus familiares— o los personales e intransferibles dramas humanos de cada viajero que conoceremos en nuestra garita.
Un título muy recomendable que al menos deberíais probar una vez en vuestra vida. Y recordad: ¡gloria a Arstotzka!
Wolfenstein: The New Order
Nazis. Nazis que desarrollan armas —esta vez sí— de destrucción masiva. Nazis que ganan la Segunda Guerra Mundial. ¿Podría haber algo más distópico? Wolfenstein: The New Order nos traslada a un hipotético año 1960 en el que, efectivamente, la guerra no sale como la historia esperaba. El capitán del ejército norteamericano B.J. Blazkowicz será el encargado de intentar que la cosa no se vaya demasiado de las manos.
Estamos ante un shooter frenético y sin complejos que va al grano: hay unos malos muy malos y tendremos que descargar adrenalina —y muchos cartuchos de balas— para acabar con ellos. La ambientación, típica de mediados de siglo con toques futuristas, será el escenario ideal para repartir estopa tanto en fases a pie como en impactantes batallas aéreas.
Wolfenstein: The New Order fue aclamado por crítica y público y tuvo una secuela titulada Wolfenstein: The New Colossus (PS4, Xbox 360, PC, 2017), lo que demuestra que tenemos esvásticas para rato. Y no sabemos si celebrarlo o no.