Guns Akimbo
Ultraviolencia y otras gamberradas
• País: Nueva Zelanda
• Año: 2019
• Dirección: Jason Lei Howden
• Guion: Jason Lei Howden
• Título original: Guns Akimbo
• Género: Acción, Comedia
• Productora: Occupant Entertainment, Four Knights Film, Maze Pictures
• Fotografía: Stefan Ciupek
• Edición: Luke Haigh, Zaz Montana
• Música: Enis Rotthoff
• Reparto: Daniel Radcliffe, Samara Weaving, Mark Rowley, Ned Dennehy, Natasha Liu Bordizzo, Hanako Footman, Bella Padden, Jacqueline Lee Geurts, Set Sjöstrand, Jack Riddiford, Ken Thomas, J. David Hinze, Janna Cachola
• Duración: 95 minutos
• Festival de Sitges:
Sección Òrbita
(2019)
• País: Nueva Zelanda
• Año: 2019
• Dirección: Jason Lei Howden
• Guion: Jason Lei Howden
• Título original: Guns Akimbo
• Género: Acción, Comedia
• Productora: Occupant Entertainment, Four Knights Film, Maze Pictures
• Fotografía: Stefan Ciupek
• Edición: Luke Haigh, Zaz Montana
• Música: Enis Rotthoff
• Reparto: Daniel Radcliffe, Samara Weaving, Mark Rowley, Ned Dennehy, Natasha Liu Bordizzo, Hanako Footman, Bella Padden, Jacqueline Lee Geurts, Set Sjöstrand, Jack Riddiford, Ken Thomas, J. David Hinze, Janna Cachola
• Duración: 95 minutos
• Festival de Sitges:
Sección Òrbita
(2019)
Daniel Radcliffe rescata una película que, en lugar de limitarse a ser polémica, se enreda en explicar por qué lo es.
Es posible que no haya un tema polémico igual de unido a la historia del cine que el de la violencia. La representación de la pelea, el asesinato, el desmembramiento y el festival de la sangre han acarreado siempre controversias en torno a la celebración o apología de la fuerza bruta, las consecuencias de su representación irreflexiva o de los excesos de sus detalles y exageraciones. Pero da la impresión de que esta aproximación más bien ha ayudado a oscurecer y emborronar la legítima conversación en torno a las distintas fronteras que el cine en particular, y el arte en general, se arrogan el derecho de traspasar para explorar nuestros ancestrales miedos a la muerte; y en concreto a la muerte violenta. El error suele encontrarse en tratar de cribar el cine mediante un filtro anticuado y estrecho de lo que es moralmente correcto y lo que no, pero el medio puede cometer un error similar si se esfuerza en exceso por ser un cine incorrecto según estos estándares desorientados, otorgándoles de manera tácita una legitimidad que nunca han tenido y tornando en cine desencaminado en sí mismo. Este puede ser un buen resumen de en qué consiste Guns Akimbo (Jason Lei Howden, 2019).
Guns Akimbo es la historia a un triste programador convertido en mercenario de juegos pay-to-win para móviles llamado Miles, interpretado por Daniel Radcliffe, quien encuentra poca satisfacción en la vida más que compadecerse por la pérdida de su espectacular (e irreal) ex-novia Nova (Natasha Liu Bordizzo) y escupir ácido por los foros de un nuevo fenómeno de Internet llamado Skizm, donde miles de espectadores asisten a los combates en directo entre bandas armadas y héroes de acción. Pero un buen día Miles se despierta con dos pistolas atornilladas en las manos, y se le anuncia que ha sido seleccionado involuntariamente para tomar parte en el más anticipado combate de Skizm, donde deberá enfrentarse a la más terrible de sus combatientes, la feroz Nix (Samara Weaving). El resto de la trama tendría poca importancia si se hubiera contenido a un despliegue de escenarios sórdidos iluminados por el neón, violencia salvaje y algún que otro toque de melodrama exagerado. Pero Guns Akimbo se detiene, no en su trepidante tren de acción sino en su tono desenfadado, para tratar de comentar torpemente sobre las desventuras de la comunidad en internet y las diversas hipocresías que su escritor y director debía de percibir en el mundo, queriendo recordarnos de cuando en cuando lo incorrecta y gamberra que es, sin limitarse sencillamente a serlo. Es algo parecido a arruinar un chiste por empeñarse en explicarlo.
La interpretación de Daniel Radcliffe es, sin lugar a dudas, el punto más fuerte de la película.
Si Guns Akimbo contiene algún mensaje de provecho es precisamente el por qué algunas películas no deberían tener mensaje. Y no pretendo usar el término «mensaje» en un sentido más matizado y abstracto, como meramente cualquier tipo de impresión o conclusión que pueda ser sacada de una obra de arte, sino en el sentido más ingenuo y específico: mensaje como moraleja explícita, una proposición moral particular y de valoración ética y política sobre fenómenos sociales concretos y bien delimitados. Ninguna obra de arte es, de todas formas, enteramente ingenua y directa en este sentido, pues en lugar de arte estaríamos hablando de propaganda. El arte es esencialmente ambiguo y contiene, por lo general, la posibilidad de invertir lo que aparentemente propone. Pero sería engañarnos no admitir que, dentro de este juego de la absoluta afirmación de la propaganda y la ambigüedad total, existe un amplio abanico donde, gradualmente, la obra de arte va desde la absoluta desconsideración por ninguna enseñanza al martilleo demasiado directo y explícito de sus tres o cuatro premisas. El problema fundamental de Guns Akimbo es su incapacidad de comprometerse con ningún punto dentro de este abanico, por el que fluctúa de forma errática durante su hora y media de duración. Cuando se mantiene en su onda más desconsiderada e irreflexiva es cuando la película brilla con más intensidad. Cuando trata de ponerse moralista y comentar sobre este o aquel grupo o fenómeno social en concreto, es cuando pierde por completo su encanto.
Si Guns Akimbo contiene algún mensaje de provecho es precisamente el por qué algunas películas no deberían tener mensaje.
Es posible crear una larga lista de aciertos de Guns Akimbo. Para empezar, el diseño de su protagonista, con los escalofriantes a la vez que sencillos efectos de las dos pistolas atornilladas a las manos, como la histriónica e hilarante actuación de Daniel Radcliffe, seguramente el punto más fuerte de la cinta. También cabe reconocer la interpretación de Samara Weaving, que es capaz de reconducir un personaje que en ocasiones no pasa de una fotocopia poco afortunada de la Harley Quinn de Escuadrón suicida (David Ayer, 2016) pero que en algunos momentos estelares la actriz australiana, junto con algunos toques de genialidad del guión, le aportan un desenfado genuino y un protagonismo cómico que ya le gustaría a Margot Robbie. Pero por ello se hace más decepcionante su anti-climático final. Para una película que fundamentalmente se construye en torno a ella, hay que reconocer que la acción en Guns Akimbo es también de gran calidad, recompensando su total falta de verosimilitud y su en ocasiones un poco plano sentido del humor con un gran despliegue de tiroteos, piruetas, persecuciones y ultraviolencia.
Nix (Samara Weaving) aparecerá en ocasiones como un personaje un tanto plano, pero se redimirá finalmente con algunos grandes momentos.
Pero este recorrido trepidante se detendrá en demasiadas ocasiones en recodos poco interesantes y en bromas sencillamente sin gracia. Guns Akimbo se beneficia de una ristra de premisas absurdas que demandan una buena ejecución, perfectamente representadas por la imagen de Daniel Radcliffe en bata, calzoncillos, extravagantes zapatillas de andar por casa y dos pistolas pegadas a las manos corriendo desquiciado por la calle. Pero la ejecución aterrizará de forma irregular estas premisas en una película entretenida, en ocasiones hilarante y fabulosa y en ocasiones irritante y tediosa. Es bastante probable que las oscilaciones entre lo uno y lo otro tengan que ver con el gusto personal, pero más bien parece que la película está hecha y pensada para un gusto capaz de reconciliar o pasar por alto una serie de incoherencias internas, del mismo modo que ocurre con ese humor capaz de responder a algunas de las bromas más tontas, que por ser muy absurdo no significa que no esté ahí fuera. La mayor incoherencia de Guns Akimbo, y la que finalmente la lleva a la perdición, es la pretensión de querer ser algo más de lo que es: un festival de fuegos artificiales sangrientos, violencia desenfrenada y una buena dosis de tontería y gamberrada. Quizás la virtud final de Guns Akimbo, la que la salva de la perdición total, es que no va a cambiar para ajustarse a lo desearíamos que fuera. Será cuestión de cada uno querer o saber perdonar sus defectos.