Sedimentos
Una mirada transformadora
• País: España
• Año: 2021
• Dirección: Adrián Silvestre
• Guion: Adrián Silvestre
• Título original: Sedimentos
• Género: Documental
• Productora: Adrián Silvestre Films, Testamento PCT
• Fotografía: Laura Herrero Garvín
• Edición: Adrián Silvestre
• Música: Miss Loopita
• Reparto: Tina Recio, Alicia de Benito, Cristina Millan, Saya Solana, Magdalena Brasas, Yolanda Terol
• Duración: 89 minutos
• País: España
• Año: 2021
• Dirección: Adrián Silvestre
• Guion: Adrián Silvestre
• Título original: Sedimentos
• Género: Documental
• Productora: Adrián Silvestre Films, Testamento PCT
• Fotografía: Laura Herrero Garvín
• Edición: Adrián Silvestre
• Música: Miss Loopita
• Reparto: Tina Recio, Alicia de Benito, Cristina Millan, Saya Solana, Magdalena Brasas, Yolanda Terol
• Duración: 89 minutos
Adrián Silvestre confecciona un documental abandonando las convenciones del mismo para presentar los días de convivencia de seis mujeres trans desde una perspectiva externa y respetuosa que aboga por la diversidad y la narración en primera persona.
El cine es el arte de la empatía. Su capacidad para contar y mostrar historias ajenas a las experimentadas por el público permite a este descubrir realidades que ignora por puro desconocimiento o desinterés. Sedimentos (Adrián Silvestre, 2021) pretende destruir la frontera que distancia a los espectadores de las películas que no siguen los parámetros de su consumo tradicional para despertar en ellos la empatía que nos hace humanos. De esta forma, Adrián Silvestre actualiza el también documental español Vestida de azul (Antonio Giménez Rico, 1983) y da voz a seis mujeres trans durante su corta estancia en el pueblo leonés Puente de Alba (La Robla). Ellas son Lena, Alicia, Cristina, Tina, Saya y Yolanda, y forman un reparto diverso que presenta experiencias muy distintas entre sí, aunque parten del mismo punto, debido a las diferencias generacionales y al carácter, la ideología y la personalidad de cada una de ellas que las hacen únicas; «iguales y diferentes», como dice Yolanda.
Así, este segundo largometraje del director valenciano se presenta como una crítica social en forma de docudrama que se desvincula de las normas tradicionales del género documental para abordar las relaciones entre las seis protagonistas —las cuales se representan a sí mismas ante la cámara con una entrega incalculable— a partir de una mirada realista que busca el conflicto para dar forma al arco dramático del guion. Por tanto, la cámara se dirige a ellas de forma invisible, cediendo los testimonios a sus interacciones: las conversaciones son las entrevistas. Para ello, el director aprovecha los momentos de unión, como las comidas, para extraer comentarios personales sobre temas tan comunes entre el colectivo trans como el acoso escolar, la prostitución, las dificultades laborales, el proceso de operación de cambio de sexo y su elevado coste, el debate sobre el género y la ciencia, el feminismo, la familia… Este último es una constante durante toda la película, ya que aparece en dos vertientes: una referente a la familia tradicional, la de sangre, con el acento puesto en la marca que deja su apoyo o su rechazo en la vida de cada una —qué sanadora es la visita de Alicia y Lena a casa de la madre y la abuela de esta última—; y otra referida a las seis mujeres unidas, como la familia que demuestran ser durante sus días de convivencia.
De esta forma, el espectador es capaz de conocer las experiencias individuales de todas ellas, pero también su manera de relacionarse. «Con sus más y sus menos, como en todas las familias», asegura Cristina. Ella, que se une a esta aventura, sobre todo, para conocer más detalles sobre la vaginoplastia, se convierte en la conductora de la trama argumental de la película, basada en el choque ideológico y comportamental respecto al resto de sus compañeras. Su introspección sirve de contrapunto y pone de manifiesto, una vez más, la diversidad que pretende presentar Silvestre sin juzgar ni señalar. Esta dimensión del documental suprime el rol de meras fuentes de información para hacer a todas partícipes de una historia; de su historia, la cual permite que los espectadores lleguen a los créditos finales con la sensación de haberlas conocido en profundidad. Una sensación que puede transformar su mirada hacia una realidad tan descuidada como la de las personas trans y, así, conseguir una sociedad formada, como pide Tina en la lectura del tarot de Saya.
Una película reveladora que alza la voz de un colectivo silenciado históricamente y que pone en relieve sus experiencias.
Sedimentos no coloca a las protagonistas en una burbuja como si de un reality show se tratara, sino que también busca su interacción con el entorno y personas del exterior que dejan momentos cómicos, costumbristas y festivos. Lena, como anfitriona, hace de guía turístico por los rincones naturales de la ciudad de León más emblemáticos. Así es como las seis se encuentran cara a cara con un paisaje de carbón y sedimentos. «La tierra te va explicando la historia. Cómo va avanzando o retrocediendo cada pedazo hace que las rocas se vayan transformando», comenta Alicia a una Yolanda confundida. «Mira todos esos matices y recréate. Es apocalíptico», dice Saya a Cristina, que asegura que a ella le deprime y que «no es natural». Por estas escenas, la película tiene el título que tiene, y los motivos hablan por sí solos.
A pesar de que el sonido arrastra en algunas escenas la corrección técnica patente durante todo el largometraje, el montaje —realizado por el propio director— esculpe una obra bien estructurada que esquiva con soltura las dificultades que puede presentar un rodaje dirigido por un fuerte componente de improvisación. Además, la edición incorpora planos del entorno natural a modo de transiciones desvelando el muy acertado trabajo en la dirección de fotografía, que destaca por el uso de encuadres milimétricos y planos fijos que colocan ante el público las expresiones y reacciones de las protagonistas. Sus rostros mientras se escuchan las unas a las otras muestran desacuerdo o complicidad, pero, ante todo, respeto. Y eso es lo que pide Sedimentos, una película reveladora que alza la voz de un colectivo silenciado históricamente y que pone en relieve sus experiencias.
