Mary Poppins
Prácticamente perfecta en todo
• País: Estados Unidos
• Año: 1964
• Dirección: Robert Stevenson
• Guion: Bill Walsh, Don DaGradi
(Historia:
P.L. Travers)
• Título original: Mary Poppins
• Género: Musical, Infantil, Fantástico, Comedia, Animación
• Productora: Walt Disney Productions
• Fotografía: Edward Colman
• Edición: Cotton Warburton
• Música: Richard M. Sherman, Robert B. Sherman
• Reparto: Julie Andrews, Dick Van Dyke, David Tomlinson, Glynis Johns, Ed Wynn, Hermione Baddeley, Karen Dotrice, Elsa Lanchester, Arthur Treacher, Reginald Owen, Matthew Garber
• Duración: 140 minutos
• Premios Óscar: Nominada a mejor película, Mejor actriz principal, Mejor montaje, Mejor banda sonora, Mejor canción, Mejores efectos visuales (1964)
• País: Estados Unidos
• Año: 1964
• Dirección: Robert Stevenson
• Guion: Bill Walsh, Don DaGradi
(Historia:
P.L. Travers)
• Título original: Mary Poppins
• Género: Musical, Infantil, Fantástico, Comedia, Animación
• Productora: Walt Disney Productions
• Fotografía: Edward Colman
• Edición: Cotton Warburton
• Música: Richard M. Sherman, Robert B. Sherman
• Reparto: Julie Andrews, Dick Van Dyke, David Tomlinson, Glynis Johns, Ed Wynn, Hermione Baddeley, Karen Dotrice, Elsa Lanchester, Arthur Treacher, Reginald Owen, Matthew Garber
• Duración: 140 minutos
• Premios Óscar: Nominada a mejor película, Mejor actriz principal, Mejor montaje, Mejor banda sonora, Mejor canción, Mejores efectos visuales (1964)
Con un poco de azúcar y gracias «al compás» familiar este musical protagonizado Julie Andrews y Dick Van Dyke sigue alegrando generaciones. Recordamos los datos y curiosidades que la han convertido en todo un clásico.
«El viento del Este y la niebla gris anuncian que viene lo que ha de venir». Esta no es una historia de un hombre con una pata de palo que se llamaba Smith, sino la de una entrañable y carismática niñera que, con la tranquilidad y confianza que toda educación necesita, devuelve la felicidad y el entusiasmo al hogar de los Banks. Y es que Mary Poppins (Robert Stevenson, 1964) es eso: alegría. Dulzura. Maravillas por doquier. Todo con ella es más fácil. Las penas no duelen, las moralejas se ríen y nada hay que una canción no arregle. La elegancia se adentra en cada coreografía hasta convertirla en una pieza espectacular. La escena de los deshollinadores, con catorce minutos de duración y una semana de rodaje detrás, se ha convertido en uno de los disfraces de parejas más populares desde entonces. Al tiempo que el Londres eduardiano de la primera década del siglo XX se muestra entrañable, recoge las vivencias de una familia que evoluciona con los avances de la sociedad.
La Señora Banks (Karen Dotrice), fiel al Movimiento Sufragista de 1912, exhibe su activismo a través de las bandas honoríficas que proclaman el voto para la mujer. Con la canción inicial pide «ser al varón, igual / en el vivir, y en el vestir, también», y ya no se llevan las enaguas cuando el viento se alza lo suficiente para poder volar la cometa. Por su parte, el Señor Banks (David Tomlinson, que también da voz al loro del paraguas) se transforma acorde a su situación en el banco. Un padre de familia exigente, preocupado del qué más que del cómo; vive por y para el banco. El fin del día es eso, un final de reloj. Para explicar que las rebeliones no son buenas se recurre, más de 150 años después, al Motín del Té de Boston (1773). Las negativas y la falta de obediencia llevan al caos, al descontrol y a la bancarrota, y eso es algo que bajo ningún concepto puede tolerarse. Salvo que conozcas a alguien con una pata de palo que se llama Smith…
Al compás.
A diferencia de lo que ocurre con otro tipo de niñeras, como puede ser La niñera mágica (Kirk Jones, 2006), Mary Poppins influye en el contexto más que en la idiosincrasia familiar en sí. El mundo la quiere, su bondad es por todos conocida pues el conjunto alegra en su presencia. Y nadie mejor que Bert para explicarlo. Aunque es una fusión de personajes, su carisma sirve como hilo conductor y narrativo de la historia. Tanto en ésta, como en la poco acertada El regreso de Mary Poppins (Rob Marshall, 2018), es su disponibilidad la que intercede siempre a favor de los Banks. De un estrato social mucho más bajo, la percepción de la frugalidad de la vida le permite disfrutar de aquellos detalles que se pierden entre apariencias. Chim chim cher-ee mezcla realidades que se tornan efectivas con el toque animado de Mary Poppins. No se busca la verosimilitud ni el realismo pictórico, sino que se da rienda suelta a la fantasía más clásica en forma de dibujos. No debe olvidarse que es una película Disney, y que hasta entonces nunca un musical había mezclado actores reales con secuencias animadas.
Y es que Mary Poppins es eso: alegría. Dulzura. Maravillas por doquier. Todo con ella es más fácil. Las penas no duelen, las moralejas se ríen y nada hay que una canción no arregle.
Pero quien no arriesga, no gana; empezando por la elección de la actriz principal. Julie Andrews, que interpretaba el papel de Eliza Doolittle en el teatro, fue rechaza —a favor de Audrey Hepburn— para llevar a la gran pantalla My Fair Lady (Mi bella dama) (George Cukor, 1964) bajo la producción de Warnes Bros. Por el contrario, Disney le ofreció el papel directamente tras verla representar Camelot en Broadway. Y ya, más adelante, en el set de grabación —que se pospuso hasta que Andrews diera a luz— Robert Wise le asignó el de Maria Rainer para Sonrisas y Lágrimas (1965). Nada mal para su debut en el cine. Si My Fair Lady recaudó setenta y dos millones en el cine, Mary Poppins elevó la cifra hasta los 102,2; y la gracia de Julie deslumbró de nuevo al dedicarle a Jack Warner el Globo de Oro a mejor actriz de reparto en 1964.
A quien no le gustó nada la adaptación de su novela —y por eso no autorizó los derechos de las cinco precuelas restantes— fue a P.L. Travers. Autora de la idea original, las historias de esta australiana asentada en Reino Unido, poco tienen que ver con la histriónica Poppins que todos conocemos. No quería dibujos animados, ni una personalidad poco vanidosa y nada intimidante. Tampoco debería insinuarse ningún tipo de romance entre ella y Bert. No obstante, si algo consiguió Walt Disney en las dos décadas que duró la negociación, fue asegurarse de ser él quien tuviera la última palabra. No acudía a un estreno desde Blancanieves y los siete enanitos (David Hand, 1937) pero la promesa a sus hijas tal valía el esfuerzo, tanto que incluso pidió Feed the Birds para su entierro. Quien «murió sin amar a nadie y sin ser amada», como relatan sus nietos, fue Travers. Al encuentro de Mr. Banks (John Lee Hancock, 2013) desarrolla las migas de pan que unieron ambos artífices para cocinar esta obra maestra, con los merecidos agradecimientos a los hermanos Sherman y a Irwin Kostal, que durante más de dos años conformaron la composición y preproducción de las canciones de una banda sonora pegadiza desde la apertura.
Dick van Dyke y Julie Andrews.
Si por sus contribuciones a la literatura Travers fue galardonada con la Excelentísima Orden del Imperio Británico por la Reina Isabel II en 1977, Disney fue nominado a trece premios Óscar, ganando: mejor actriz, mejor montaje, mejor banda sonora, mejores efectos visuales y mejor canción original (Chim-Chim-Cheree). «Otros no saben si reír o callar», pero «el buen humor, más buen humor me da a mí»; porque nadie como Dick Van Dyke para gestionar un registro tan amplio de emociones en una sola toma. Digna pareja de Poppins y desenvolviendo a Bert como nadie, a puntito estuvo de no obtener el papel por no poseer experiencia en danza. Así que «doble o nada». En los créditos bajo el pseudónimo de Navckid Keyd y con cuatro mil dólares menos, interpreta también al Sr. Dawes (y al hijo de éste en el El regreso de Mary Poppins)
Y es que Mary Poppins no es solo un nombre, es una seña de identidad que traspasa fronteras. En 1983, Leonid Kvinikhidze le dio el toque soviético en Adiós Mary Poppins a modo de miniserie musical en dos partes; en 2013 la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos seleccionó su preservación al catalogarla como película «cultural, histórica o estéticamente significativa», y en psicología tiene su propio síndrome. También llamado «Complejo de Mary Poppins» y «diagnosticado» principalmente en mujeres, define a aquellas con preocupación constante por el resto, por llevar todo a cuestas, cargar con responsabilidades ajenas intensificando emociones calificadas como buenas y, sobre todo, trabajando por la felicidad de los otros en detrimento de la propia. Por lo tanto, si el Diccionario de Oxford lo califica como «extraordinariamente bueno, maravilloso» cuando no hay más que añadir, o no se sabe muy bien qué decir, «aunque suene extravagante, raro y espantoso», solo hay una palabra que «si la dices con soltura sonará armonioso: supercalifragilisticoespialidoso».