Oriente y Occidente, y en particular sus respectivos universos culturales, siempre han estado enormemente alejados el uno del otro. Durante muchos años, solo llegaron a Occidente películas o literatura oriental con cuentagotas y solo el advenimiento del mundo digital, en el que las ideas pueden viajar más fácilmente y, lo que es más importante, sin necesidad de que grandes empresas quieran invertir para que eso sea posible, ha cambiado el tema. Lo que ya hace años que ocurre con películas o libros empieza ahora a ocurrir con videojuegos, y quizá el mejor exponente de ello sea el reciente éxito de Black Myth: Wukong, pero, antes de que el rey mono llegara a nuestras pantallas, ya había una saga mítica de videojuegos china que se había aventurado en Occidente con su última obra: hablamos del desconocido para muchos Xuan-Yuan Sword VII.
Si este título no le dice nada, no está solo. Únicamente aquellos particularmente fanáticos de los juegos de rol y acción asiáticos saben de su existencia, al menos en Occidente. En oriente, por su parte, esta saga taiwanesa es todo un icono cultural, tanto que algunos incluso la conocemos como el Final Fantasy chino. Ciertamente, la comparación no es casual: ambas sagas se componen de videojuegos con historias independientes, ambos comenzaron hace décadas con juegos de rol por turnos en 2D y a lo largo de los años evolucionaron a juegos en 3D más orientados a la acción. Y lo que es más importante: ambas obras dan una notable importancia a su aspecto narrativo.
La séptima entrada en el mundo de Xuan-Yuan Sword nos cuenta la historia de dos hermanos que escapan en su infancia de un ataque a la casa familiar y han de sobrevivir escapando tanto de los soldados que mataron a sus padres como de unas misteriosas criaturas sobrenaturales que comienzan a pulular por el mundo. Todo ello cambiará cuando Xiang, la hermana de Taishi, el protagonista jugable, muera y tengamos que encontrar una forma de traer su cuerpo a la vida de nuevo para preservar su espíritu.
A nivel narrativo, Xuan-Yuan Sword VII sigue solo a medias las historias épicas a los que el género de los ARPG nos tienen acostumbrados, con criaturas supernaturales y el destino del mundo en juego. No es que esto no esté presente, sino que el grueso de la historia se centra en la relación entre el protagonista y su hermana, de una forma no demasiado diferente a lo que vemos en los nuevos God of War con Kratos y su hijo Atreus. De los videojuegos del dios griego también toma prestado el título que hoy nos ocupa su diseño de un mundo semiabierto con varias áreas interconectadas, lo cual es un acierto de cara a concentrar todo el contenido y colocarlo delante del jugador con un buen ritmo en lugar de espaciarlo de una forma excesiva como ocurre con tantos títulos actuales.
Pero que el videojuego carezca de un mundo abierto propiamente dicho no significa que exista racanería con el contenido, muy al contrario tenemos misiones secundarias, jefes opcionales e incluso áreas secretas, todo ello concentrado en una experiencia semilineal que hace que el ritmo nunca decaiga.
Pero si hay algo que hace de este Xuan-Yuan Sword VII especial, y que curiosamente también está presente en Black Myth: Wukong y en cierta medida en muchos RPG asiáticos como pueden ser los Final Fantasy, los Tales of o los Dragon Quest es su sensación de viaje. Algo muy común en los videojuegos de acción y aventura orientales que no vemos tanto en los occidentales es que siempre suelen estar estructurados entorno a un viaje de un personaje o un grupo de personajes, y la historia orbita no tanto en su llegada a un determinado destino (si bien eso es importante) sino en la evolución que los personajes experimentan a lo largo del camino. A nivel cultural, esto ha sido una constante en la literatura oriental, empezando, paradójicamente, con obras como la archiconocida Viaje al Oeste, la roca fundacional de la literatura china.
Un videojuego que nos hace ir en un viaje en el que lo importante no es tanto el destino como los amigos que hacemos durante el camino.
A diferencia de la literatura occidental, que se suele estructurar en esquemas narrativos tripartitos (introducción, nudo y desenlace) en los que cada una de las partes ha de tener una función en relación a las otras dos (presentar la historia, desarrollarla o darle una conclusión), la literatura oriental en su lugar prefiere dividir las diferentes partes de la historia en unidades independientes y verlas como un vehículo para desarrollar y transformar a sus personajes. La consecuencia de esto es un tipo de historia en la que, al final, nos terminan importando muchos más los personajes que la historia en sí misma. Esta estructura resulta ser perfecta para la narrativa de videojuego, y ha sido la visión que ha articulado el arte de contar historias en el entretenimiento digital asiático desde su origen. Por poner un ejemplo, pensemos en la saga Final Fantasy, todos recordamos perfectamente a sus grandes protagonistas (Cloud, Tidus, Squall, Lighting, Clive, etc.) pero, ¿alguien recuerda en detalle y de memoria la historia de algún Final Fantasy? ¿No, verdad? No está usted solo, la estructura narrativa oriental prioriza personajes sobre historia, al contrario de lo que solemos ver en Occidente.
Es ahí donde Xuan-Yuan Sword VII muestra su magia: al final los grandes momentos no son tanto las luchas con los jefes finales o descubrir nuevas localizaciones como las conversaciones de los protagonistas entorno a una hoguera cuando llegamos a un campamento o los personajes que nos encontramos durante nuestro camino.
En el apartado jugable, el título se desempeña sin alardes pero de forma competente en el terreno de la acción, con un combate que recuerda a juegos como The Witcher 3: Wild Hunt. Dentro del gameplay loop, que mezcla los tradicionales elementos del ARPG (exploración, combate, cinemática, modificación del personaje, etc.) el combate no es el mejor de ellos pero es lo suficientemente divertido y goza de la suficiente variedad como para no resultar tedioso como sí vemos en otros títulos del estilo. Está quizá en lo técnico la mayor flaqueza del título. Uno de los lastres de los desarrolladores de videojuegos independientes del pasado era precisamente el coste de una plataforma técnica sólida sobre la que construir sus videojuegos, dando resultados títulos que, aunque muy interesantes, resultaban una experiencia terrible para el jugador debido a sus problemas técnicos (The Witcher 1, Gothic, etc.). Hoy en día, el Unreal Engine ha solucionado ese problema, y como otros juegos hechos en Unreal Engine 4, Xuan-Yuan Sword VII presenta una solidez técnica impensable en un juego independiente hace diez o quince años. Sin embargo, los límites del presupuesto de los desarrolladores quedan patentes en elementos como las animaciones, algo toscas, o la optimización, algo floja en las consolas de anterior generación. No hablamos de nada que haga a Xuan-Yuan Sword VII injugable, pero sí de cosas que pueden desagradar a algunos jugadores acostumbrados a experiencias AAA.
Recomendar Xuan-Yuan Sword VII a esos jugadores que disfrutaron de Black Myth: Wukong no es algo que hagamos simplemente porque estemos ante dos juegos de origen chino, o porque ambos sean juegos de acción y rol. Por debajo de todo eso existe entre ambos una similitud todavía mayor: la de ser videojuegos que nos hacen ir en un viaje en el que lo importante no es tanto el destino como los amigos que hacemos durante el camino.