Greta Van Fleet
The Battle at Garden's Gate
La banda estadounidense formada por los hermanos Kiszka y el batería Danny Wagner estrenan su nuevo disco para reivindicarse como formación y tratar de huir de la alargada sombra de los Zeppelin que los persigue desde los inicios de su carrera.
Greta Van Fleet es un claro referente de esas bandas jóvenes que buscan revitalizar géneros que parecen enterrados por el tiempo y la industria. Ya desde que la publicación de su primer EP titulado From The Fires (2017), Greta Van Fleet acaparó la atención de los medios, y como consecuencia recibieron tanto críticas como elogios. No era un sonido estrictamente nuevo, ya que las influencias de los viejos Led Zeppelin eran inconfundibles. Esta comparación sirvió para que algunos, quizá demasiado rápido, los alzaran como «los nuevos Zeppelin», mientras que otros convirtieran al grupo en una diana de tiro, por intentar parecerse mínimamente al grupo de Robert Plant y Jimmy Page. Las influencias estaban ahí, y continuaron en gran parte en su primer álbum de estudio Anthem of the Peaceful Army (2018), cuyos temas como Mountain of the Sun o When the Curtain Falls evocaban directamente a la música que divinizaron el rock setentero. Los riffs de guitarra y sobre todo la voz del cantante Josh Kizska contribuyeron a que, si bien el disco era muy disfrutable, muchos de sus críticos sintieran que tenían poco o nada que ofrecer por su «poca originalidad». Sea como fuere, Greta Van Fleet reventó la escena musical, y reavivó un género que había quedado olvidado salvo para los nostálgicos, siendo la banda que padres e hijos podrían compartir, ya que era la que quedaba viva. Tres años después de su primer disco, aparece The Battle at the Garden’s Gate, su segundo álbum, con el que Greta Van Fleet ha querido responder tanto a sus detractores como a los que no lo eran.
El mayor logro de la banda en este álbum es, precisamente, conseguir mantener en la mente del que lo escucha ese poso zeppeliano, pero que se sienta como un disco fresco y propio. Han pasado 49 años desde que Led Zeppelin IV (1971) saliese a la venta, pero en The Battle at the Garden’s Gate se puede escuchar un eco lejano del mismo. Canciones como Broken Bells o Stardust Chords son himnos a aquella época, aunque Greta Van Fleet consiga mantenerse entre la ligera línea entre el plagio y el tributo. No obstante, es el primer trabajo de la banda que suena a Greta, y no a otras bandas. Hay influencias por todas partes, como es lógico, de artistas que sin duda han formado parte del proceso de maduración musical de sus compositores, como Jimi Hendrix, David Bowie o Elton John.
Mientras que en los títulos anteriores el jovencísimo cantante de Greta Van Fleet quería ser un Robert Plant en miniatura, en The Battle at the Garden’s Gate ha logrado alejarse de ese camino.
Greta Van Fleet ha logrado un disco potente, que apenas consta de canciones olvidadizas, y que disponen de una personalidad única que las hace indispensables. La banda no logra componer ningún riff que vaya a convertirse en el nuevo Seven Nation Army de los White Stripes o Plug in Baby de Muse, pero brilla en otros muchos aspectos. Su mayor problema, sin embargo, se encuentra en la falta de cohesión en algunos aspectos. Parece que el grupo no terminó de decidir si quería crear un disco temático fantástico, o si buscaba rellenar algún espacio que le quedaba vacío con canciones que no conectan del todo con el ambiente de la mayoría de temas. El tema My Way, Soon no termina de tener cohesión con el resto del álbum que, si bien en general ofrece una temática fantástica y pseudo-religiosa, parece romperse en esta segunda canción, que parece más un lema de carretera al estilo The Black Keys. Por otra parte, Greta Van Fleet peca de perderse con el tiempo y, en algunos casos, alargar las canciones cuando no dan para más para conseguir ese aire setentero. Unos compases menos habrían tenido un impacto aún mayor del que logran temas como Age of Machine, que puede que sea la canción menos comercial del disco. Como se ha dicho, se queda larga, pero gana en su profundidad temática, y que además cuenta con un videoclip que perfecciona el mensaje que busca transmitir. Es una canción oscura, llena de partes instrumentales y de coros que las acompañan. En la letra hay más que un mensaje, sino una crítica, a lo más oscuro de la humanidad. Es algo que no comparte con el resto de los temas. Y es que The Battle at the Garden’s Gate es un disco que tiene como fondo a la Humanidad. Cada tema hace referencia a aspectos de la misma, desde la libertad en My Way, Soon, la esperanza en Broken Bells o la fe en Stardust Chords. Los temas, en concreto sus letras, tienen esos posos temáticos, que Greta Van Fleet ha enriquecido con una imaginería celestial, tanto en la portada del disco como en su puesta en escena, y que se aleja bastante de las apariencias nativo americanas del título anterior. En el caso de Age of Machine, no obstante, habla de la destrucción del ser humano, que va relacionada directamente con la destrucción de la naturaleza. El videoclip esta lleno de imágenes de bosques en llamas, pero sobre todo de campos secos poblados de pozos petrolíferos. Es una canción con vista joven, con crítica joven, al mundo que se les ha dejado.
El grupo ha conseguido pulir muchos de sus errores previos, como hemos visto, pero sobre todo el disco gana por el trabajo de la voz de Josh Kizska. Mientras que en los títulos anteriores el jovencísimo cantante de Greta Van Fleet quería ser un Robert Plant en miniatura, en The Battle at the Garden’s Gate ha logrado alejarse de ese camino. Consigue cierto equilibrio entre su voz natural y los vibratos y falsetes que antes poblaban todos los rincones de las canciones, y además también se aparta en los momentos necesarios para hacer que el resto de instrumentos brillen. La introducción del piano, pero también la aparición de coros como en The Barbarians, permiten que el álbum prescinda un poco de la apabullante personalidad de la voz de Josh Kizska, en favor de una composición más pulida y completa. Quizá Greta Van Fleet no innova en la música, aunque tampoco sea necesario, ya que logra otros aciertos a través de The Battle at the Garden’s Gate. Sus canciones conectan generaciones, algo que no mucha música actual consigue. Los padres fans de la música de los sesenta y setenta pueden encontrar en este grupo un nexo de conexión con sus hijos, como bien exponía un usuario de YouTube en sus comentarios a una de las canciones de este título. The Battle at the Garden’s Gate es un paso hacia delante para los Kizska y Wagner, aunque siga habiendo, como en todo disco, aspectos que pulir.