Si algo tiene de particular este 2020 son, sin lugar a dudas, sus giros de guion, los cuales parecen sucederse de forma bastante aleatoria y demostrando que el guionista de este mundo tiene un humor muy ácido. Ante este panorama lleno de pandemias, crisis económicas, tormentas políticas y hecatombes sociales, la cantante y música norteamericana Fiona Apple ha decidido sorprendernos con su nuevo disco Fetch the Bolt Cutters, tras ocho años de silencio.
A priori, muchos pueden pensar que la pandemia por la COVID-19 juega en contra de la promoción y éxito del disco, pero nada más lejos de la realidad. Estamos hablando de Fiona Apple y, con ella, nada queda fuera de lugar. Desde su primer álbum (Tidal, 1996), la cantante ya nos ha dejado claro que no se anda con chiquitas: si tiene que decir algo, lo hace alto y claro, poniendo todas las cartas sobre la mesa. Y esto es, precisamente, lo que ha hecho con su quinto álbum de estudio.
Fetch the Bolt Cutters se grabó entre julio de 2015 y marzo de 2020 en la casa de Venice Beach (California) donde Apple vive con su perra Mercy y su amiga Zelda Hallman. Allí también se llevó a cabo la producción del disco, que salió en plataformas digitales el pasado 17 de abril y, en tiendas físicas el 17 de julio. Con la pandemia como contexto, los temas y composiciones han supuesto para la artista una gran herramienta de denuncia, visibilización y superación de asuntos tanto del pasado como del presente. Nos encontramos ante uno de los trabajos más catárticos de la música neoyorquina.
Fiona Apple se toma su tiempo en componer, arreglar y publicar sus trabajos. Esto no solo se hace palpable en los resultados sonoros, también en la repercusión de los mismos. De ahí que no sea de extrañar que pese a todos los pesares implícitos en el clima pandémico de 2020, el nuevo disco de Apple haya sido un éxito en reproducciones, ventas y crítica. De hecho, empezó su andadura en la cuarta posición de la lista estadounidense Billboard 200, con 44.000 unidades vendidas. Cabe remarcar un dato: no olvidemos que ha estado ocho años sin publicar ningún trabajo, algo que para la época actual, llena de estímulos y de «novedades», suele significar la retirada de un artista.
Estas leyes no escritas de publicación recomiendan sacar un álbum por año como mínimo, sin dejar de lado los singles, colaboraciones o temas especiales. La principal premisa es no dejar de estimular al público y captar su atención. Sin embargo, con Apple vemos que estas normas no tienen mucho sentido, pues ella sale exitosa sin importar que lleva casi una década sin estrenos. Queda claro que ella juega en otra liga.
La libertad que realmente aclama Apple en Fetch the Bolt Cutters está directamente relacionada con un despojarse de cualquier límite, de vaciar la mochila del pasado y aprender de ello.
Musicalmente, el álbum respira en crudo, sin artificios ni comercialismos. Los temas resultan un todo orgánico, cuyos matices y asimetrías laten por sí mismos. De hecho, muchos de los «instrumentos» que Apple usa en este álbum son caseros. De ahí que aparezcan los ladridos de su perra Mercy en el tema que da título al disco, por ejemplo, o sonidos de vajilla, ollas y cubiertos, e incluso su hermana en algunos coros. Todo tiene un sentido en la melodía de cada canción, incluso sus imperfecciones.
En este sentido, vale la pena remarcar que el conjunto de temas no suena ni pretende sonar perfecto o purista. Lo salvaje y políticamente incorrecto de Fiona Apple queda impreso también en las doce canciones que componen Fetch the Bolt Cutters y he ahí la magia. Las asimetrías que antes mencionábamos hacen referencia a los elementos discordantes o incluso cacofónicos que aparecen, entendidos desde el prisma del pop. En su nuevo disco, la artista aborda una estética y sonido mucho más experimentales que en trabajos anteriores. Under the table, Newspaper o Relay serían tres claros ejemplos de lo que comentamos.
Esta estética no está por azar ni como muestra de poco cuidado en la composición, al contrario. Cada elección musical presente en las creaciones de la vocalista tiene una intención poética y atmosférica, buscando potenciar sensaciones o emociones no solo en el oyente, también en sí misma. Por ello no es extraño que las palmadas y los coros tipo gospel del tema For Her se asemejen a lo que podríamos oír en las puertas del Edén. Tampoco es gratuito que la percusión de todo el álbum tenga tintes tribales y parezca devenir del estómago de la tierra, transportándonos, como oyentes, de nuevo a la crudeza que mencionábamos hace unas líneas.
Si bien es cierto que este juego metafórico es algo típico en algunos géneros, podemos afirmar que Apple sabe jugar muy bien todas sus cartas. El sentido de los elementos discordantes en Fetch the Bolt Cutters es, precisamente, reivindicar lo imperfecto, lo que se sale de la norma, lo que es, en definitiva, Fiona Apple. En otras palabras: una artista que coge sus demonios y los de todos, los remueve, los marea y los ordena de nuevo para hacer algo único, como ha resultado ser su nuevo disco. Lo particular es que no lo hace desde una perspectiva pesimista, oscura e incluso decadente, como en sus otros trabajos. Tampoco se acoge a la figura de «sad girl» que ella misma creó en los inicios de su carrera, al contrario: este puede que sea su disco más vitalista y más resiliente.
De hecho, en una entrevista que la periodista Ailsa Chang de NPR (National Public Radio, medio organizador de los Tiny Desk) mantuvo con Fiona Apple, la artista explica el origen y el motivo del título de su álbum. En ella, Apple remarca la resiliencia que mencionamos y, sobre todo, habla de libertad: «yo soy, tú eres, el oyente es. Todos son. Es una especie de “Busca tu herramienta de liberación. Libérate”».
Esta resiliencia es una actitud necesaria para todos en algún momento de nuestras vidas, aunque parece que actualmente lo es con más razón e inmediatez debido al clima caótico del 2020. Este contexto también resuena mucho con la libertad que aclama Fiona Apple y que tan en duda se ha puesto durante los meses de confinamiento, incluso quitándola de nuestro alcance. Eso sí, la libertad que realmente aclama Apple en Fetch the Bolt Cutters está directamente relacionada con un despojarse de cualquier límite, de vaciar la mochila del pasado y aprender de ello.
Asimismo, las canciones sirven para abordar temas como el abuso sexual (For her), la ansiedad, la depresión (Heavy Balloon), las inseguridades durante la adolescencia (Shameika), las relaciones de pareja (Cosmonauts), la lucha y competitividad entre mujeres durante o después de una relación (Ladies) y un largo etcétera. Cada una de estas temáticas se abre paso gracias a la voz desgarrada, cruel e incluso violenta de Apple, quien además hace gala de su gran variedad de timbres vocales. En definitiva, no solo estamos ante una gran intérprete, también ante una artista que conoce su lenguaje y lo utiliza, de muy buena manera, como catarsis, mostrando sus demonios y sus luces. ¿Hace falta decir algo más?