Jane Campion
Pinceladas de mujer
La cineasta neozelandesa dedica su carrera cinematográfica a dar voz a las mujeres convirtiéndolas en protagonistas de todas sus historias, construyendo personajes fuertes y complejos que rompen con los estereotipos establecidos por el sistema patriarcal.
A través de los cinco sentidos se pueden captar miles de sensaciones, desde un momento traído a la memoria a través de un olor familiar, hasta el canto de un pájaro que transporta a lo más bello y recóndito de un paraje natural. No obstante, si uno de los cinco sentidos se pierde el resto se agudiza, brindando así emociones más intensas, sino, ¿por qué al probar el vino cerramos los ojos y disfrutamos hasta la última nota de sabor? O al besar, ¿no se cierran los ojos para que la intensidad del roce de una piel con otra aumente? En el caso de las obras cinematográficas de la cineasta Jane Campion, aún con los cinco sentidos plenamente agudizados, los/as espectadores/as pueden experimentar emociones de diversas intensidades a través de las mujeres que protagonizan las historias, mujeres que aunque en algunos casos como en El piano (1993), no puedan hablar, son capaces de transmitir mucho más a través de otros recursos como las notas nacidas de sus dedos sobre las teclas de su piano. Algo que además la cineasta utiliza como recurso en sus obras para las aperturas de las mismas, donde presenta a las protagonistas a través de planos detalle y esbozos difuminados donde la mujer va cobrando forma.
Contemplar una película de Jane Campion es como contemplar una obra de Edward Hopper, con ese realismo que le caracterizaba y la soledad de la sociedad representada. La misma sensación que transmite el observar el cuadro de aquella mujer que miraba por la ventana desde su cama al igual que la protagonista de Bright Star (2009) lo hace desde la suya, se puede sentir con las historias escritas y filmadas por la cineasta neozelandesa que transcurren además en un ambiente casi onírico. Sus filmes tienen la habilidad de absorberte en la pantalla y nublarte la mente del mismo modo que a Frannie (Meg Ryan) se le comienza a tornar borrosa por la sucesión de circunstancias fuera de lo normal en En carne viva (2003). También en este filme destaca la sensualidad en cada plano elegido de forma inteligente y precisa, que permite sentir en cada poro de la piel la vibración pasional que experimenta la protagonista a través del sexo telefónico o la masturbación, transmitiendo así a la audiencia un sinfín de sensaciones más allá del cliché erótico de la mirada masculina conceptualizada por Laura Mulvey desde la Teoría Fílmica Feminista.
Con su filme más aclamado, El piano, Jane Campion se une al —desgraciadamente aún pequeño— grupo de mujeres cineastas ganadoras de un premio de la Academia, y gana el Óscar a mejor guion, así como la Palma de Oro en Cannes. En ella, la guionista narra una historia de amor nada convencional donde la protagonista —interpretada por Holly Hunter— lleva a cabo un papel brillante y nada sencillo que la hace merecedora también del Óscar a mejor actriz. Ada es una mujer muda que desde pequeña se comunica con el resto del mundo a través de las notas que brotan de su piano. Del mismo modo que ella deja fluir sus sentimientos y pensamientos y los imprime en las teclas del instrumento musical, la directora y guionista Jane Campion alza su voz a través de sus obras cinematográficas, plasmando desde una perspectiva muy peculiar e intimista historias donde las mujeres se erigen como protagonistas, se abren en canal y evolucionan plasmando en pantalla su sexualidad, pensamientos y sentimientos: «Quería poner mis intereses y preocupaciones en el cine, lo que siente una mujer expresándose a sí misma, siendo libre, haciendo sus cosas en una sociedad mayormente patriarcal»[1].
Uno de los primeros ejemplos de esta sociedad patriarcal que la cineasta critica y desafía en todos sus filmes, tanto en sus guiones como en sus producciones con un equipo técnico compuesto en su mayoría por mujeres, es el cortometraje After Hours (1984). En este se habla sobre una realidad tan común como intolerable que incluso en la actualidad se sigue denunciando con películas como The Assistant (2019): la violencia de género dentro del ámbito laboral, el abuso de poder y acoso sexual que muchas mujeres han sufrido y por desgracia siguen sufriendo, con el obstáculo sumado de la falta de credibilidad conferida por quienes le rodean al relato de la mujer que decide denunciar, como hacen ambas protagonistas.
Este retrato de la sociedad patriarcal también se retrotrae al siglo XIX, desde otra perspectiva, en dos de sus películas más elegantes: Retrato de una dama (1996) y Bright Star (2009). En Retrato de una dama, la guionista Laura Jones adapta la novela homónima de Henry James y es la estrella de Hollywood Nicole Kidman la que interpreta el papel de la protagonista Isabel Archer. A través de su figura, la cineasta dibuja un filme muy cuidado y con una cadencia narrativa pausada alejándose de los argumentos comunes en la mayoría del cine basado en relaciones románticas. En ella se puede observar cierta inspiración en obras del estilo de Jane Austen, línea que vuelve a repetir Campion en Bright Star donde recurre de nuevo a una adaptación del guion basándose en la vida real del poeta británico John Keats. No obstante, la guionista continúa reforzando uno de sus aspectos más característico y sitúa a Fanny Bawne (Abbie Cornish) como protagonista del filme, poniendo en el foco argumental sus emociones y sentimientos hacia el poeta a través de una atmósfera repleta de nostalgia, reforzada por el sobresaliente resultado llevado a cabo por la dirección de fotografía. Un distintivo que también puede encontrarse a lo largo de toda su obra cinematográfica, donde a través de la cuidada iluminación se consiguen planos pictóricos prolongados en pantalla para el deleite de la audiencia.
En ambas películas de época, Jane Campion esboza relaciones heterosexuales como pilar argumental, siendo este otro de los rasgos más destacables de la cineasta. Relaciones que no podrían calificarse como románticas dado que precisamente su peculiaridad y valía reside en el hecho de que rompe con el mito del amor romántico preeminente en la cinematografía, incluso jugando con los roles de género como hace en Holy Smoke (1999) desde una perspectiva poco heterodoxa. En ella, junto a su hermana Anna Campion como co-guionista, la cineasta vuelve a contar con una reconocida estrella de Hollywood como protagonista, en este caso Kate Winslet en su papel de Ruth, a través de la cuál también desafía los estereotipos asociados normalmente con la feminidad. Algo que se aborda en su filme Un ángel en mi mesa (1990) donde la cineasta vuelve a recurrir a una novela, en este caso una autobiografía de la escritora Janet Frame para retratar la cruda realidad de una mujer que se sale de los patrones establecidos por la sociedad normativa y cómo esta consigue superar todo eso y alcanzar el éxito a través de su habilidad para la escritura.
Sin embargo, a pesar de su evidente firma en toda su filmografía, la cineasta también explora diferentes caminos y tiene un punto de inflexión cuando interrumpe su producción de largometrajes para dedicarse de lleno a la creación de la serie de televisión Top of the Lake (2013). En ella, Campion se acompaña del guionista Gerard Lee, con el cual escribió su primer cortometraje Passionless Moments (1983) y el largometraje Sweetie (1989) con el que debutó como directora en solitario. En la teleserie, con Elisabeth Moss como protagonista, se aleja de su temática recurrente y aborda el suspense, regalando planos con el mismo ambiente onírico que caracterizan al resto de su filmografía, así como afianza su singularidad sobre la crítica al sistema patriarcal y la violencia de género, en este caso poniendo el foco en una injusticia que se sigue perpetuando de forma sobrecogedora en la actualidad como son los delitos sexuales ejercidos contra las mujeres por cuestión de género. Con esta serie, Jane Campion desaparece durante años del panorama cinematográfico hasta hoy, cuando anuncia que está rodando su nuevo filme El poder del perro (2021) donde vuelve a adaptar una novela, en este caso de Thomas Savage, y desde un género totalmente diferente como el wéstern.
En definitiva, Jane Campion es una guionista y directora de cine que puede considerarse, aunque desde una perspectiva heteronormativa, un adalid del objetivo buscado por la Teoría Fílmica Feminista para darle visibilidad a la mujer, eliminando todo tipo de estereotipos así como la mirada masculina. A través de sus películas, en su mayoría con guiones adaptados de la literatura o hechos reales, se brinda el protagonismo a distintas mujeres que alzan la voz para contar sus propias historias. Historias que se ven enriquecidas en su mayoría por una elegancia y delicadeza estéticas magistrales, reforzadas por la cadencia pausada que permite el disfrute de la obra artística a través de todos los sentidos.
- Eli Korta. El Diario Vasco, «El cine de Jane Campion». https://www.diariovasco.com/san-sebastian/cine-jane-campion-20181110003126-ntvo.html[↩]