Estrella oscura
Un mal viaje espacial

País: Estados Unidos
Año: 1974
Dirección: John Carpenter
Guion: Dan O'Bannon, John Carpenter
Título original: Dark Star
Género: Ciencia ficción, Comedia
Productora: Productor: John Carpenter. Bryanston Pictures, Jack Harris Enterprises
Fotografía: Douglas Knapp
Edición: Dan O'Bannon
Música: John Carpenter
Reparto: Dan O'Bannon, Brian Narelle, Cal Kuniholm, Dre Pahich, Nick Castle, Miles Watkins, Joe Saunders
Duración: 83 minutos

País: Estados Unidos
Año: 1974
Dirección: John Carpenter
Guion: Dan O'Bannon, John Carpenter
Título original: Dark Star
Género: Ciencia ficción, Comedia
Productora: Productor: John Carpenter. Bryanston Pictures, Jack Harris Enterprises
Fotografía: Douglas Knapp
Edición: Dan O'Bannon
Música: John Carpenter
Reparto: Dan O'Bannon, Brian Narelle, Cal Kuniholm, Dre Pahich, Nick Castle, Miles Watkins, Joe Saunders
Duración: 83 minutos

Revisitamos la ópera prima de John Carpenter, una sátira mordaz del género del viaje espacial.

Aunque siempre a la sombra de los grandes realizadores de Hollywood de la era moderna, es difícil que un aficionado a la ciencia ficción y al terror no conozca los nombres de John Carpenter y Dan O’Bannon, y si bien son ajenos a un extenso reconocimiento institucional, es imposible no apreciar la enorme deuda que tiene la historia del cine con ambas figuras. John Carpenter será siempre recordado por dirigir clásicos de género como La noche de Halloween (1978), La cosa (El enigma de otro mundo) (1982) o ¡Están vivos! (1988), y Dan O’Bannon cuenta con el crédito de los guiones como Alien, el octavo pasajero (Ridley Scott, 1979), Lifeforce, fuerza vital (Tobe Hooper, 1984) y Desafío total (Paul Verhoeven, 1990). Pero antes de todo ello, Carpenter y O’Bannon eran dos barbudos estudiantes de cine en California que se embarcaron en un alocado proyecto que empezó como una pequeña película estudiantil y se acabó por convertir en una obra de culto de la ciencia ficción.

Estrella oscura, tal y como indica el póster de su lanzamiento («A spaced out odyssey»), no solo es un giro paródico al alto vuelo conceptual de 2001: Una odisea del espacio (Stanley Kubrick, 1968), sino que la comparación entre ambas películas funciona como una analogía del paso del misticismo idealista de los años sesenta al delirio y la crudeza del ocaso de la era hippie a principios de los setenta. Con las pintas desaliñadas de auténticos hippies, un grupo de cuatro astronautas surcan el universo en la nave Estrella oscura con la misión de destruir planetas «inestables», obstáculos para los esfuerzos de colonización espacial de la humanidad, en un viaje que ha durado veinte años aunque solo han envejecido tres. Como podría adivinarse, una misión tan larga por el espacio ha llevado a la tripulación a un estado de aburrimiento y claustrofobia opresivo, que les mantiene al borde de la locura a medida que continúan con su crudo y desagradecido trabajo.

Los entornos de Estrella oscura reflejan el deterioro mental y anímico de los tripulantes.

Pero Estrella oscura no sirve solo de contrapunto a la obra maestra de Kubrick, sino también a las visiones idílicas y románticas del viaje espacial como la de la serie original de Star Trek (1964-1969), que combinaban un cierto excepcionalismo estadounidense propio del western con una tripulación de hombres apuestos e inteligentes vestidos de colores pulcros y brillantes. Aunque esta inversión hoy en día nos resulte más familiar, esta visión esperanzadora y celebratoria del viaje y la conquista del universo, propio de la era de la carrera espacial, era un mito especialmente arraigado en una sociedad que vería al primer hombre pisar la luna en 1969. Carpenter y O’Bannon no fueron los primeros en satirizar las virtudes imaginarias del viaje espacial (en el contexto de la ciencia ficción literaria, este acercamiento crítico llevaba haciéndose muchos años), pero su aportación es sin duda reseñable, especialmente por ser una de las primeras en el ámbito cinematográfico. La tripulación de colgados zarrapastrosos del Estrella oscura, llamativamente alienados, evidentemente malolientes y prácticamente psicóticos, parecen literalmente el opuesto del conjunto de personajes hermosos y recién duchados a bordo del Enterprise.

O’Bannon y Carpenter apuestan más por la risa y el absurdo que por el terror y la sangre, jugando con la fina membrana entre lo surrealista y lo escalofriante. El gran éxito de la película consiste en su fina hilazón de la locura, el aburrimiento, el trabajo alienante y el nihilismo existencial.

El giro que reconduciría a las tripulaciones de las naves espaciales a la clase trabajadora alienada, que tiene que cargar con las imposiciones de las grandes corporaciones y los gobiernos a costa de su salud física y mental, se convertiría prácticamente en un estándar del género después de Alien, el octavo pasajero. Pero en Estrella oscura O’Bannon y Carpenter apuestan más por la risa y el absurdo que por el terror y la sangre, si bien algunos detalles de la película, como que la tripulación busque el consejo del cadáver del capitán de la nave conservado en una cámara frigorífica, juegan con la fina membrana entre lo surrealista y lo escalofriante. El gran éxito de la película consiste en su fina hilazón de la locura, el aburrimiento, el absurdo, el trabajo alienante y el nihilismo existencial. Esta oscura y mordaz filosofía de la película queda excelentemente ilustrada por una de las escenas finales, donde el Teniente Dolittle tiene que convencer a una bomba de no explotar y volar la nave por los aires, argumentando sobre la imposibilidad del conocimiento seguro (y, por tanto, de su conocimiento sobre sus órdenes para explotar), en una clara clara parodia de la rebelión de HAL en 2001: Una odisea del espacio.

Dre Pahich interpreta a Talby, un astronauta que lo ha dejado todo por mirar a las estrellas.

Pero no cabe olvidar que Estrella oscura es, ante todo, un proyecto de estudiantes, y contiene más de un evidente defecto y una serie de importantes carencias técnicas que hace que su visionado no sea tan entretenido como uno quisiera. No tanto en sus efectos especiales, que son sobresalientes para las capacidades y el presupuesto de esta pequeña producción, sino más bien en una serie de escenas intermedias donde la película pierde fuelle y aliento y se entretiene con ideas un tanto dudosas y se hacen más flagrantes sus limitaciones. El ejemplo más evidente es la interminable escena donde el propio O’Bannon, que interpreta al Sargento Pinback, persigue a lo que se nos dice que es un alien pero a todas luces es una pelota hinchable pintada con spray y con dos aletas de plástico pegadas. Algunos de estos momentos de falta de imaginación pueden explicarse con que más de la mitad de la película fue añadida para alcanzar la duración establecida de una producción comercial. Uno no puede evitar estar un tanto de acuerdo con la afirmación de O’Bannon: «teníamos lo que podría ser la película de estudiantes más impresionante del mundo, y acabamos con la película profesional menos impresionante del mundo».

Pero sería un error entender que Estrella oscura es poco más que una rareza de culto para los completistas de Carpenter u O’Bannon o para los más eruditos aficionados a la ciencia ficción. A pesar de sus no pocas carencias, la película sigue siendo una de las mejores y más agudas sátiras del género, y las diversas formas que tiene de inducir al suspense y a la claustrofobia por un lado, como sus ingeniosos momentos más cómicos y absurdos por el otro, la convierten sin duda en un largometraje sólido y lo sitúan muy lejos de un mero error de juventud de sus realizadores. Son precisamente los momentos finales de la película, entre los que se encuentra la ya mencionada conversación del Teniente Dolittle con la bomba, así como el dramático final de la tripulación del Estrella oscura, lo que aporta un inesperado y trepidante clímax que no solo cierra con habilidad una historia que parecía estar a punto de perderse en el vacío del espacio, sino que comentan con estilo y con fidelidad sobre el nihilismo que infunde la trama. El final de Estrella oscura, reflejando el sentido general del film, no es simplemente trágico ni cómico, sino que supone una aguda reflexión sobre la estrecha relación de lo uno y de lo otro.

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