Revista Cintilatio
Iván Reguera
Alberto Pla | Cedida

Iván Reguera: «Coppola se hizo rico con algo que no quería rodar» | Entrevista

«Coppola se hizo rico con algo que no quería rodar»
Iván Reguera, autor de «El hombre que podía hacer milagros»
Por Daniel González Irala | 15 octubre, 2022 | Tiempo de lectura: 8 minutos

Conocí en persona a este recio bilbaíno en la Feria del Libro de Madrid hace ya unos años, cuando presentaba junto al homenajeado, uno de sus primeros libros, Carlos Pumares: un grito en la noche. Muchos acontecimientos han ocurrido desde entonces en su carrera como escritor, entre los que resaltamos la publicación en Poe Books de dos grandes análisis históricos en torno también al cine (la conocida Antiguía del Cine y The End, los mejores finales de la Historia del Cine, donde a partir de una película antigua de King VidorY el mundo marcha (1958)— armó una nueva historiografía del Séptimo Arte, tan diferente a la oficial, como llena de interés), así como un par de novelas editadas en la editorial mallorquina Sloper: Liquidación, que no es ajena al tema que siempre le obsesionó, en tanto que cuenta la historia de un crítico en horas bajas, al más puro estilo ¿Por qué corre Sammy? y la más literaria novela de iniciación La cabalgata, un retrato del Bilbao de los ochenta, donde vemos como ese desencanto del que hacía gala en sus comienzos, está plenamente justificado aún hoy por vivencias y experiencias propias y ajenas.

Diplomado en la ECAM en la disciplina de Producción, dirigió antes de salir de la escuela el cortometraje La araña negra, se adelantó a otros directores más instalados en la industria gracias al filme de mediometraje, Los chicos de la foto y colaboró como guionista en películas del considerado por muchos como el Roger Corman español, Norberto Ramos del Val, destacando su labor en ¡Ni te me acerques!, película rodada durante los primeros meses de cuarentena de la COVID-19. De un mismo modo, ejerció como el protagonista de Liquidación, de crítico y periodista cinematográfico en revistas en papel y online como Opus Cero, Cinemanía, Periodista Digital, Cuarto Poder… El libro que nos ocupa parte de una casi triple efeméride: la de los cincuenta años en que se estrenó la primera parte de El padrino, la del estreno de una serie aún no estrenada en España llamada The Offer sobre su rodaje, y el anuncio por parte de Coppola de la viabilidad de un superproyecto de ciencia ficción, llamado Megalópolis, del que cada vez se saben más datos de preproducción.

Portada de El hombre que podía hacer milagros.

Iván, El hombre que podía hacer milagros es a su vez una película de ciencia ficción de 1937 gracias a la que Coppola decide hacerse cineasta, ¿recomendarías su visionado solo a cinéfilos o aún a todo aquel que lo quiera intentar?, ¿por qué?
No sabría decirte porque yo la peli la vi hace muchos años y ni siquiera entera. No la recuerdo y debo confesar que ¡no la volví a ver cuando escribí el libro! Mea culpa. Si leí el relato de H. G. Wells gracias a mi colega Rodrigo Alonso, cineasta y cinéfilo que fue de gran ayuda en las correcciones de El hombre que podía hacer milagros. Y si te vuelvo a ser sincero, el relato de Wells no me parece nada del otro mundo, pero a Coppola le encantó y eso hay que respetarlo y resaltarlo, como hago en el libro. Además, la figura de Wells en Coppola es clave. Los dos tienen en su obra un rasgo temático en común: el tiempo. El autor de La máquina del tiempo tiene mucho en común con el autor de Peggy Sue se casó, Drácula de Bram Stoker («He cruzado océanos de tiempo para encontrarte») o El hombre sin edad.

Con tu libro, el lector se identifica casi desde el principio con Francis Ford Coppola, debido a las adversidades que vivió desde niño: parece imposible también debido a sus orígenes no verse reflejado en el genio, ¿te resultó fácil o difícil darle esa encarnadura como personaje?
Meterme en la piel de Coppola no solo fue fácil, sino que fue un absoluto placer porque es un señor al que he admirado desde que tengo uso de razón. De hecho, de joven quise ser como Coppola y montar mi propia pandilla de cineastas rebeldes. Qué pobre iluso, por no decir gilipollas. En la escuela de cine me encontré, sobre todo, a gente que solo aspiraba a trabajar en el cine y colocarse. Pero, ojo, también me gustó meterme en la piel de Marlon Brando, un ser que me flipa desde niño; de Robert Evans, un personaje literariamente fascinante, y de Mario Puzo, claro.

Sin embargo, tal vez Mario Puzo fue el más vilipendiado después de todo por escribir su novela y guion, ¿no? De hecho, cuentas que Frank Sinatra no lo podía ni ver…
Es curioso esto que dices porque Sinatra es otra de mis pasiones desde niño, pero sale muy mal parado en El hombre que podía hacer milagros. Sinatra era un genio, pero no era una buena persona. Al menos fue muy cabrón con mucha gente. Y eso tenía que aparecer en mi libro. Además, quería ser un mafioso más, porque admiraba a los mafiosos, e hizo todo lo posible para que no se rodase El padrino. Dato curioso que no aparece en mi libro: Coppola le ofreció un papel en El padrino III.

También fue vilipendiando Marlon Brando, si acaso indirectamente, por mandar a otra persona a recoger el Óscar al mejor actor protagonista. ¿Crees que este tipo de anécdotas abundan en el Hollywood de siempre?, ¿es un síntoma más del sempiterno desprecio de lo oficial hacia la cultura?
Ya no hay figuras de la dimensión de Brando, que estaba cabreado porque la cagó a la hora de firmar su contrato con Paramount. Estaba muy endeudado y necesitaba dinero rápido, así que no esperó a cobrar un porcentaje de beneficios de taquilla. Con esa decisión perdió una fortuna, algo de lo que se vengó en Apocalypse Now, pidiendo una fortuna por unos pocos días de trabajo. ¡Se la pidió al tipo que le sacó del ostracismo! De todas maneras, toda la historia que cuento de Brando y de Sacheen Littlefeather, la india que fue a los Óscar es real y también muy bonita.

«Te cuenten lo que te cuenten, y aunque suene poco romántico, sin profesionales trabajando en prensa tu libro no existe». Iván Reguera

Nos insistes mucho en el libro en dos películas anteriores que fracasaron en la taquilla como Llueve sobre mi corazón y El valle del arco iris, si mal no recuerdo una de ellas era un musical. Y, sobre todo: ¿crees que esta fatalidad del director con los musicales le marcó?, ¿cómo?
Ay, Coppola y el musical… una historia de desencuentros y múltiples errores. Nunca le ha salido el musical, pero el hombre ha insistido. El valle del arco iris es muy fallida, como lo es Corazonada, la peli que lo arruinó, y Cotton Club, también fracasada.

Se ha definido tu libro como ensayo novelado, ¿qué licencias crees que son las más ficticias de tu nueva historia?
Muchos de los diálogos de la mafia (sobre todo lo relacionado con el asesinato de Joe Colombo) y la reunión entre el joven Scorsese y el joven Coppola, que me parecía muy importante para el libro. Y emotiva. Pero a muchos les sorprendería que en El hombre que podía hacer milagros no me invento mucho. Y por eso lo escribí, porque la historia es sencillamente alucinante. Casi no te la crees, es de película.

También pones en valor la música de Nino Rota y la fotografía de Gordon Willis, ¿cómo se llevaban estos técnicos con el que comandaba el ejército?
Rota bien, Willis mal. Rota era un simpático maestro que fue tremendamente eficaz y no dio ni un problema. El único que los dio fue Robert Evans, al que no le gustaba la música de Rota porque le parecía «oscura», como la fotografía de Willis, que era un tipo duro. Discutió mucho con Coppola porque quería rodar de forma muy clásica. Pero al final se entendieron. Gracias al cielo, Willis iluminó los tres Padrinos. Menudo genio fue «el maestro de las tinieblas» y qué suerte tuvo Coppola. Willis y Rota fueron fundamentales para el milagro.

El libro ha estado además entre los más vendidos en varias librerías Fnac, ¿qué se siente al compartir estantería con Javier Marías o Enrique Vila-Matas?, ¿hace más ilusión que lo sitúen en la sección de libros de cine o en el de novelas?
Verte en la entrada de Fnac como el segundo libro más vendido hace más ilusión que entrar en una librería y comprobar que no estás. Lo hemos vivido todos los escritores y lo seguiremos viviendo. Y duele, qué carajo. Roca distribuye muy bien y eso se nota cuando entras en una librería. Lo gracioso del tema es que en Fnac estaba en los más vendidos en ensayo. ¿Es un ensayo El hombre que podía hacer milagros? Pues no del todo, en un libro de no ficción. Pero gracias, Fnac. Lo bueno de que no me destacasen en las estanterías como novela es que nadie ha retirado el libro, cosa que sí pasa con centenares de novelas. El mercado editorial español es una locura, es demencial. Mi libro sigue en la sección de cine y ahí les espera a futuros lectores. Denle una oportunidad, no se arrepentirán.

Uno de los méritos de El padrino fueron los plazos de rodaje, teniendo en cuenta que se estrenó en 1972 en celuloide, ¿cuándo piensas que debió comenzar la gran gesta de Coppola?
Coppola no hace nada por El padrino hasta que firma el contrato (algo anunciado a bombo y platillo en octubre de 1970) porque es una película de encargo, no el cine que él quería hacer. Coppola se hizo rico con algo que no quería rodar. También de eso va mi libro.

El libro lo ha editado como dices Roca, ¿cómo ha sido dar el salto de editoriales pequeñas a más o menos medianas o grandes? Cuéntanos tu experiencia.
Buena, son gente profesional. Blanca Rosa Roca, a la que no conocía de nada, vio el potencial del libro en una sinopsis y luego en las primeras páginas. Y la prensa la llevan bien, es un trabajo duro si no eres uno de esos vendehúmos que van a hacer el idiota a El hormiguero. Te cuenten lo que te cuenten, y aunque suene poco romántico, sin profesionales trabajando en prensa tu libro no existe.