De sureños y bromistas: destrezas lingüísticas de Joaquin Phoenix
El lenguaje en dos de sus grandes roles
Joaquin Phoenix es un ejemplo brillante de cómo actuar con la voz puede crear un mundo de diferencia.
A estas alturas, la calidad de Joaquin Phoenix como actor no la disputa nadie. Con una larga carrera marcada por papeles sorprendentemente dispares, el actor vive en la memoria popular como uno de los grandes. Uno de los motivos es su increíble capacidad para meterse en pieles muy distintas combinada con la inteligente elección de roles icónicos. Por supuesto, la importancia de dichos roles habría quedado mermada de haber sido interpretados por un actor con otras capacidades. Es el propio Phoenix quien hace saltar chispas en nuestro cerebro cuando sus personajes nos llegan a través de su abrumadora interpretación. Un elemento clave en ella es la voz. Su timbre, su tono ,su frecuencia, su intensidad y otros rasgos del lenguaje… todo ello afecta a esa imagen que construimos del personaje en nuestras mentes.
En este artículo nos fijaremos en las cualidades vocales y rasgos dialectológicos de dos de sus roles más conocidos: Johnny Cash en En la cuerda floja (James Mangold, 2005) y Arthur Fleck en Joker (Todd Phillips, 2019). Veremos también cómo estos aspectos se pierden en el doblaje al español. No es nuestra intención desprestigiar el más que respetable trabajo de la industria de doblaje española, sino más bien observar los rasgos culturales y lingüísticos presentes en la versión original, que habrán pasado desapercibidos para quienes no la hayan visto. Buscamos poner en valor el conocimiento de estos rasgos y animamos al lector a zambullirse en los sonidos y palabras que crean la rica experiencia original, parte de la cual se sacrifica en la traducción y el doblaje para llegar al público hispanohablante.
Johnny Cash
En la versión española de Walk the Line, oiremos la voz del mítico Sergio Zamora acompañando el rostro y los gestos de Joaquin Phoenix. Pero el personaje al que interpreta, Johnny Cash, tenía un idiolecto muy característico y procedía de una zona cuyas gentes heredan un acento concreto. Lo que a menudo llamamos «acento sureño americano» es en realidad un conjunto de variedades discernibles que aparecen en varias zonas del sur de los Estados Unidos. Cash tenía un acento apalache moderado, una variedad que existe en el área que se extiende entre la franja sur del estado Nueva York y el norte del estado de Mississippi, abarcando partes de Pennsylvania, Ohio, Virginia, Virginia Occidental, Carolina del Norte, Carolina del Sur, Georgia, Alabama, Louisiana, Kentucky, y Tennessee.
Algunas de sus características son la pronunciación de las palabras que empiezan por «wh» marcando la «h» aspirada. Como sabemos, «where» se pronuncia «uer» habitualmente. Pero con este acento diremos «juer», y así también «why» = «juai», «when» = «juen»; y «whip» = «juip». Es típico que las series americanas aprovechen este rasgo tan peculiar para hacer chistes que necesariamente se pierden en el doblaje. Sirva de ejemplo el gran momento de la infame «nata vatida» en Padre de familia en el vídeo más abajo.
Otro entrañable y divertido rasgo de este acento es el uso de la ligadura. Simplificando: es una forma de “estirar” las vocales, de manera que en vez de producir un solo sonido, producen dos. Por ejemplo, si dijéramos «bear» (oso) en inglés, la pronunciación sería «ber», pero los labios se redondean un poco para alargar la «e» y dejar un brevísimo espacio vocal entre ella y la «r». Hasta aquí, lo habitual. Con una ligadura, «bear» se nos iría a algo así como «beiyur», reduciendo mucho la «u». Si habéis visto la serie Watchmen (Damon Lindelof, 2019) en versión original, habréis notado esto en la forma de hablar de Looking Glass.
Por supuesto, la gran pregunta es: ¿qué tiene que ver todo esto con Joaquin Phoenix en el papel de Johnny Cash? El acento del Hombre de Negro tenía precisamente estas características. Las producía de manera mucho más moderada que, por ejemplo, Walton Goggins en Los odiosos ocho (Quentin Tarantino, 2015) o el ya mencionado Tim Blake Nelson en el papel de Looking Glass. ¿Por qué la diferencia? Aparte de variaciones regionales, porque Cash tenía una forma de hablar (idiolecto) muy particular en la que sus labios permanecían bastante rígidos en una serena línea horizontal con una ligera elevación del labio superior. Y si miráis fijamente a Phoenix en la biopic, veréis claramente la misma línea, mantenida religiosamente. Por eso ahora podemos decir que escogieron a la persona ideal para el trabajo. Las diferencias entre las voces de ambos son claras, pero articular con semejante fidelidad es lo que ha hecho que el actor personificase al músico de Arkansas.
Otro aspecto que no se puede conservar en el doblaje, aunque de manera menos perceptible es el cultural. La dialectología apalache procede de los colonos de origen escocés e irlandés que poblaron la región. Estas variaciones con respecto a otros acentos americanos se han ido transmitiendo entre generaciones, creando un rico grupo cultural del que Johnny Cash (de abuelo escocés) fue un orgulloso y prominente exponente.
La voz, la canción, los gestos y hasta las posturas; Phoenix trae de vuelta a la vida al Hombre de Negro con su atención al detalle.
Joker
Ahora ya nos estamos adentrando en un territorio diferente. Aquí no hay acentos especiales ni grupos culturales muy localizados. Si bien no existe tal cosa como el «americano estándar», los acentos de la cinta de Todd Phillips no van más allá del típico «Midwestern». Sí veremos una de las facetas más interesantes del complejo personaje antiheroico en su icónica risa. Desde luego, ahí también radicaba uno de los mayores desafíos para Joaquin Phoenix: cárgate eso y te cargas la película. No se trata solo de un símbolo que asociamos con el personaje, sino de un fenómeno con implicaciones neurológicas, físicas y fonológicas.
Lo primero que debemos tener claro de la risa de Arthur Fleck es que es patológica, y por lo tanto no funciona exactamente igual que la risa normal. Una de las diferencias es el tipo de situación en la que se produce, a menudo totalmente contraria a la habitual. Otra es que produce dolor físico, y este aspecto ha quedado patente en la interpretación de Phoenix. Analizarla desde el lenguaje no parece muy útil a priori, pero termina por revelar detalles que aportan profundidad no solo al acto de reír como el Joker, sino también a la calidad del actor.
Claramente, la risa no es algo que podamos «hablar». Podemos producir palabras voluntariamente, pero la risa es algo espontáneo. Claro que podemos imitar el «ja ja ja» de nuestra risa o la de otros, pero sonaremos más falsos que un duro de cartón. El acto de reír sale de una reacción emocional, casi siempre debido a un estímulo inesperado, más que a un intento estructurado de producir humor. No obstante, la risa en sí tiene una estructura concreta. Toda risa humana sigue la misma, permitiéndonos reconocerla universalmente. En este hecho, tan cotidiano que ni nos damos cuenta, es donde empiezan las desventuras del pobre Arthur. La gente a su alrededor reconoce su risa como una reacción a algo gracioso, provocando todo tipo de malinterpretaciones. La tarjetita que lleva consigo, indicando su condición, ayuda a aclarar las cosas, pero no borra la incomodidad de la situación.
A pesar de la facilidad de estos malentendidos, podemos advertir pequeñas pistas de que la risa del Joker no es lo que parece a primera… ¿vista?, ¿oída? Veamos: la risa es una secuencia armónica de sonidos vocálicos (que llamaremos notas) separados por breves intervalos de aspiración (que llamaremos internotales). Las notas son donde se encuentra la información que nos dice que lo que estamos oyendo es risa. En los intervalos internotales no existe dicha información. De modo que si, por ejemplo, grabamos a una persona riéndose y quitamos las notas para dejar solo los intervalos, no reconocemos el resultado como risa. A la inversa, las notas por sí mismas, sí nos harían decir: «Ah, es alguien partiéndose».
Un detalle más a tener en cuenta es que el sonido es una onda, y por lo tanto, podemos representarlo gráficamente. Si vemos un espectrograma de cualquier acto de habla, podremos apreciar la amplitud de la onda (su variación en «x» segundos de oscilación). Con la risa ocurre lo mismo. Lo mejor para entenderlo es visualizarlo. Aquí tenemos a un caballero aleatorio riendo:
Visualización de una risa habitual.
Esos «bastones» con rayitas de colores cálidos en la base son las notas de risa. Cada uno sería el «ja» de una típica carcajada que describiríamos como «jajaja». Los espacios entre ellos son los internotales. Salta a la vista que están más «vacíos», y por ello tiene sentido decir que en ellos hay menos información. Pero echemos un vistazo a la risa patológica de Arthur Fleck. Para situarnos: se trata de la escena en la que se enfrenta a Thomas Wayne en el lavabo. A la izquierda tenemos unos «bastoncillos» delgados que representan la frase «She’s crazy» del padre de Batman. A partir del hueco a su derecha, está la risa del Joker:
Visualización de la risa de Joaquin Phoenix en Joker.
La flecha blanca señala un intervalo en el que Joaquin Phoenix se queda con la boca abierta en medio de la risa, aspirando aire forzosamente y de forma dolorosa, produciendo un agónico y aspirado estertor que nos deja claro el sufrimiento del personaje. Ahora veamos cómo se produce esta misma reacción en el doblaje al castellano:
Visualización de la risa de Sergio Zamora en el doblaje al castellano de Joker.
Podemos apreciar que la amplitud y el período de las notas es ligeramente mayor, adaptándose a la carcajada más natural para un hispanohablante, con las vocales más abiertas y redondeadas. Cuando llegamos al estertor, vemos que la diferencia no es enorme. Sirva como muestra del loable esfuerzo de Sergio Zamora con este personaje. Sin embargo, sí que podemos apreciar en Phoenix una onda más «gruesa» o «rica», de frecuencia ligeramente más alta. Esto se debe a una mayor constricción de las cuerdas vocales. De ello podemos deducir que el oscarizado actor realmente llegaba a sentir dolor durante este tipo de escenas.
Así llegamos a la mágica intersección donde se encuentran la actuación, el lenguaje y la psicología.
Como ya se anunció al principio del artículo, no se trata de decir que una versión es mejor que la otra. Al fin y al cabo, estamos comparando la labor de un actor de doblaje con la de un actor de método que tuvo que investigar sobre pacientes con risa patológica y poner todo su cuerpo y su mente en la interpretación. Más bien, queremos fijarnos en la granularidad y el alcance de los detalles lingüísticos y culturales que se transmiten mediante la obra original, y quizá despertar un amor por buscarlos y deleitarse en ellos. Los doblajes nos ofrecen comodidad y profesionalidad, pero las versiones originales llevan la seña de cada persona involucrada hasta en el más recóndito de sus rincones.