Desafío total
El futuro es una locura
• País: Estados Unidos
• Año: 1990
• Dirección: Paul Verhoeven
• Guion: Dan O'Bannon, Gary Goldman, Ronald Shusett (Relato: Philip K. Dick)
• Título original: Total Recall
• Género: Ciencia ficción, Acción
• Productora: Carolco Pictures
• Fotografía: Jost Vacano
• Edición: Carlos Puente, Frank J. Urioste
• Música: Jerry Goldsmith
• Reparto: Arnold Schwarzenegger, Sharon Stone, Michael Ironside, Rachel Ticotin, Ronny Cox, Marshall Bell, Mel Johnson Jr., Ray Baker, Michael Champion, Roy Brocksmith, Lycia Naff, Debbie Lee Carrington, Dean Norris, Alexia Robinson, Erika Carlsson
• Duración: 109 minutos
• País: Estados Unidos
• Año: 1990
• Dirección: Paul Verhoeven
• Guion: Dan O'Bannon, Gary Goldman, Ronald Shusett (Relato: Philip K. Dick)
• Título original: Total Recall
• Género: Ciencia ficción, Acción
• Productora: Carolco Pictures
• Fotografía: Jost Vacano
• Edición: Carlos Puente, Frank J. Urioste
• Música: Jerry Goldsmith
• Reparto: Arnold Schwarzenegger, Sharon Stone, Michael Ironside, Rachel Ticotin, Ronny Cox, Marshall Bell, Mel Johnson Jr., Ray Baker, Michael Champion, Roy Brocksmith, Lycia Naff, Debbie Lee Carrington, Dean Norris, Alexia Robinson, Erika Carlsson
• Duración: 109 minutos
Una serie de grandes ideas y un gran sentido del humor y de la acción se dan la mano en este clásico de Verhoeven y Schwarzenegger.
¿Quién no ha soñado alguna vez con ser un espía espacial? En pleno año 2084, dejándose el sudor y la vida como trabajador de la construcción, ¿quién no habría deseado viajar a Marte y vivir una desorbitada aventura interplanetaria? Treinta años después de su estreno, Desafío Total (Paul Verhoeven, 1990) parece ser tan solo recordada como una alocada comedia de ciencia ficción de tonos saturados, estética delirante y obscenos efectos prácticos que sirven de material idóneo para gifs y tuits de cuentas de aficionados sobre rarezas y curiosidades visuales de la historia del cine de género. Desafío Total nace, ante todo, de una realidad muy presente y conocida para muchos: la peligrosa pero inevitable hambre de escapismo del alienado individuo moderno, presionado por las despiadadas exigencias del trabajo, desorientado en un mundo dominado por la tecnología e impotente frente a las abstractas fuerzas del capitalismo y la burocracia.
La genialidad fundacional de Desafío Total es poner a Arnold Schwarzenegger, asociado hasta entonces con la imponente hiper masculinidad de sus personajes de Conan, el bárbaro (John Milius, 1982) o Depredador (John McTiernan, 1987), en el papel de este precario y vulnerable individuo moderno, bajo el nombre de Douglas Quaid, en un mundo que parece la perfecta extrapolación de los elementos más absurdos de su momento (un futuro en el que quizás, hasta cierto punto, nos hallemos ya inmersos). Un futuro a la vez realista y surrealista, donde una prostituta puede tener tres tetas pero el trabajo sexual aún no se ha abolido; o donde los taxis son conducidos por taxistas automáticos, que a pesar de su apariencia amigable siguen tan ciegos e insensibles frente al ser humano como otros tantos trozos de tecnología inerte a los que llevamos tiempo acostumbrados.
Arnold Schwarzenegger destila todo su talento cómico en una de sus más emblemáticas interpretaciones.
No es de extrañar que Quaid, dada la oportunidad, caiga en las redes de Rekall: un nuevo servicio de entretenimiento que promete implantar a sus clientes con la memoria de las experiencias más deslumbrantes y fabulosas que puedan imaginar. Quaid elige un viaje a Marte como espía secreto para despertarse y descubrir que agentes misteriosos le persiguen, su mujer intenta matarle y que todo apunta a que él es, en definitiva, un espía secreto y su vida como trabajador de la construcción una memoria implantada. A partir de esta incertidumbre —nacida del relato de Philip K. Dick Podemos recordarlo por usted al por mayor en el que se basa la película—Arnold se sumerge en una intriga de ciencia ficción de creciente magnitud.
Desafío total es la poco frecuente y necesaria combinación de una aguda exploración de los profundos problemas a la hora de imaginar un mundo futuro diferente en lo esencial al nuestro y la celebración de que no hay nada intrínsecamente malo en caer bajo sus fantasías de escapismo.
Al final, que Quaid sea de verdad o no un agente encubierto no tiene tanta importancia. Lo que la fantasía escapista de Quaid señala es precisamente el absurdo aunque divertido resultado que nos lanza la imaginación desesperada del individuo corriente del nuevo mundo, quien incapaz de imaginar un cambio radical a su sistema económico y social ha de soñar la revolución como la gesta épica de un solo hombre: un auténtico héroe de cartón piedra que pulverice a los malos con una pistola láser. Desafío Total no es, sin embargo, una fábula moralista sobre esta atrofia de la imaginación ni tampoco una celebración inconsciente del instinto de fuga dramatizando la fuga en sí. Por el contrario, la película es la poco frecuente y necesaria combinación de una aguda exploración de los profundos problemas a la hora de imaginar un mundo futuro diferente en lo esencial al nuestro y la celebración de que no hay nada intrínsecamente malo en caer bajo sus narcóticos y fantasías de escapismo, como si la culpa fuera de las víctimas.
Sharon Stone corre la curiosa suerte de encarnar a una villana tan icónica que ensombrece al resto de personajes secundarios.
La primera evidencia del gran conjunto de matices de la obra es su gran habilidad para tematizar y expresar una idea que ya hemos mencionado: la desconexión entre el progreso tecnológico y la emancipación social y personal. Pese a lo que muchos futurólogos nos anuncian, llegar a Marte difícilmente solucionará nuestros problemas si no somos capaces de solucionarlos aquí en la Tierra, y la colonización de nuevos planetas previsiblemente traerá las mismas brechas de clase, las mismas injusticias sociales y los mismos ganadores y perdedores. La segunda evidencia radica en la inversión del film de la misma trama del superespía secreto, en la medida que el propio Douglas Quaid difícilmente se cree la película y decide finalmente enfrentarse a sus despóticos jefes y ponerse del lado de los pobres y los olvidados: los trabajadores mutantes de Marte.
Pero la evidencia final, y en sí la virtud definitiva de la película, es su negación a envolver su mensaje en la forma de una moraleja condescendiente o de una pedagógica pero aburrida lección de filosofía política. La gran aportación de Verhoeven a la ciencia ficción cinematográfica consiste en mostrar que un fuerte mensaje no está reñido con una ejecución desenfadada y un agudo sentido del humor y del espectáculo, como ya había demostrado con Robocop (1987) y repetiría más tarde en Starship Troopers: Las brigadas del espacio (1997) —en sí una genial inversión paródica de la novela filofascista de Robert A. Heinlein—. Verhoeven exhibe en Desafío Total una gran compenetración entre interés reflexivo y estilo alocado, en definitiva no muy diferente a la de la obra de Philip K. Dick. Desafío Total cumple la múltiple misión de aportarnos una sombría visión distópica del futuro, una colección inolvidable de imaginería extravagante y al menos una legendaria frase de Arnold Schwarzenegger más para los anales de la historia. Mucho más de lo que podemos pedir a otras fantasías inofensivas.