Upload
De toda la vida, la gente se muere

País: Estados Unidos
Año: 2020
Creación: Greg Daniels
Título original: Upload
Género: Serie de TV, Ciencia ficción
Productora: Distribuida por Amazon Prime Video. Amazon Studios, Baral Waley Productions, Reunion Pacific Entertainmen
Fotografía: Simon Chapman
Edición: Rob Burnett, David Rogers
Música: Joey Stephens
Reparto: Robbie Amell, Andy Allo, Chris Williams, Kevin Bigley, Owen Daniels, Christine Ko, Allegra Edwards, Zainab Johnson, Elizabeth Bowen, Chloe Coleman, Yvetta Fisher, Barclay Hope, Hilary Jardine, Rhys Slack, Jessica Tuck

País: Estados Unidos
Año: 2020
Creación: Greg Daniels
Título original: Upload
Género: Serie de TV, Ciencia ficción
Productora: Distribuida por Amazon Prime Video. Amazon Studios, Baral Waley Productions, Reunion Pacific Entertainmen
Fotografía: Simon Chapman
Edición: Rob Burnett, David Rogers
Música: Joey Stephens
Reparto: Robbie Amell, Andy Allo, Chris Williams, Kevin Bigley, Owen Daniels, Christine Ko, Allegra Edwards, Zainab Johnson, Elizabeth Bowen, Chloe Coleman, Yvetta Fisher, Barclay Hope, Hilary Jardine, Rhys Slack, Jessica Tuck

Greg Daniels, creador de «The Office», diseña una distopía futurista en la que la vida es eterna. En esta comedia romántica, la tradicional frontera entre vivos y muertos se disipa hasta interiorizase en la cotidianidad mundana.

La tendencia a prolongar la existencia, a lograr la inmortalidad, parece innata en algunos seres humanos. En el 2033, a golpe de talonario las mentes más privilegiadas pueden vivir eternamente. Los muertos han dejado de serlo: un avatar digital sustituye al cuerpo inerte cuyo corazón ha dejado de latir. Al entenderse «uno» como continuación de la memoria activa, la personalidad y las características de cada cual subsisten en la medida en que el sistema continúa operativo. El espectro personal evoluciona según la cantidad invertida en él: puede comer, dormir, bailar… hasta estornudar. Todo por un módico precio no apto para todos los bolsillos.

Lo que la tecnología ha unido, solamente el dinero puede separarlo. Nathan (Robbie Amell) ha muerto, pero no. Se despierta nuevamente con la voz de su «ángel», Nora (Andy Allo), la encargada de su bienestar en Lakeview: estancia sine die en un hotel virtual que muestra una realidad estratificada en plantas. Al igual que ocurre a este lado de la pantalla, el confort y el lujo se reducen a medida que se desciende de la suite principal. Una escala de grises que caracteriza la vida del sótano contrasta con el amplio abanico, no ya de colores, sino de impresiones que los usuarios pudientes logran distinguir. A lo largo de los diez episodios de esta primera temporada, se aprecia cómo el soporte económico que presta la familia, determina la propia existencia dentro de una realidad virtual a la carta, en paralelo a la retroalimentación de una exhaustiva (co)dependencia. Lakeview es la manifestación del capitalismo extremo. Donde literalmente todo tiene un precio, la calidad visual es directamente proporcional al saldo bancario. 

El cielo comercial se puntúa con estrellas.

Ante la perfección de sentimientos surge la necesidad de experimentar materialmente tales emociones. Trajes sensoriales y todo un sinfín de artilugios mercantilizan una interacción virtual para olvidar la distancia secular. Asimismo, al tiempo que nuevas actualizaciones permiten a los huéspedes más acomodados disfrutar de capacidad saciante, así como del placer de morder y masticar, los humanos de carne y hueso se alimentan a base de comida impresa. La fusión entre microondas e impresora 3D diferencia también a aquellos que suprimen tóner por frescura orgánica. Tamaño entramado tecnológico, podría incitar a que alguno de sus gestores cometiera el error de «creerse Dios». Para evitar tales aires de grandeza, este cielo comercial lanza estrellas que puntúan la calidad del trato recibido. La condición de no saberse responsable incondicional de la potencia del avatar, devuelve a los «ángeles» al servicio de Mammón

Greg Daniels altera tanto la noción de la vida como la concepción de la muerte en sí misma. La espiritualidad, solo barajada por las familias más humildes, se hace a un lado. 

¿Quién no recordará Caída en picado (episodio 1, temporada 3)? Ese capítulo de Black Mirror (Joe Wright, 2003) en que la cualidad del sujeto oscila en una escala de uno a cinco. La conciliación laboral dista mucho de resultar meramente profesional cuando es la calificación con la que allí te evalúan la que determina la aptitud ante un nuevo contrato de alquiler, o un simple placer transitorio…

En especial, cabe destacar el papel de A.I. Guy (Owen Daniels), que ni nombre propio merece. Un único caracter para la atención al cliente; de botones a confesor, este torpe pero adorable personaje supone un fiel reflejo de la hostelería, de la demanda de un octocoralario omnipresente, a quien se le exige todo sin prácticamente ofrecer nada a cambio. Dentro de este paraíso artificial, conviene subrayar a la despampanante Allegra Rose Edwars. En el papel de Ingrid, novia rica de Nathan, retrata a una «mujer tononta», una tonta no tan tonta obsesionada por controlar todos los aspectos que rodean la nueva fase de su pareja. Se cuestiona así hasta qué punto de sinceras son determinadas relaciones y cuan grado de honestidad queda maquillado bajo la necesidad de «seguir siendo».

Robbie Amell y Andy Allo dan vida a la pareja protagonista.

Frente a la identidad parental, destacan Viv y Dave. Por un lado, Viv (interpretada por una siempre elegante Jessica Tuck), representa la honra y calidez de la constante preocupación de una madre por bienestar real de su hijo; porque, a diferencia de Ingrid, ella necesita de la felicidad de Nathan para hallar calma. Por su parte, Dave, padre de Nora, encarna la tradicional defensa de la muerte natural con la esperanza del edén eterno. A la hora de introducirse en el sistema, es necesario valorar que la perpetuidad en el mismo se compartirá con aquellos con idéntica posición económica. Ergo, todo fallecido antes del programa, o con poder adquisitivo dispar, no encontrará ambrosía alguna. De este modo, si bien los detalles por sí solos son merecedores del visionado, los matices del romance principal se equilibran para dar continuidad a una siguiente temporada. Con un comienzo digno de Ghost. Más allá del amor (Jerry Zucker, 1990), la evolución entre Nathan y Nora se desarrolla a través de la bondad y ternura de sus confesiones. Meteduras de pata y discusiones de lo más tonto, llevan a que las conversaciones se valoren auténticas. 

«Si las personas definen las circunstancias como reales, éstas son reales en sus consecuencias», enuncia el Teorema de Thomas; con la posibilidad de enmendar todo, Upload hace que te olvides de la caducidad de la vida, para que la disfrutes sabiendo que no terminará. Es una nueva dimensión; cara, pero real al fin y al cabo. La incrustación electrónica se aleja de la metáfora; la realidad virtual y la que no lo es, tal y como ocurre en Matrix (Hermanas Wachowski, 1999), llega a combinar todos los aspectos de la vida para inclinar la balanza hacia aquella que el individuo prefiera. Ya no existe una realidad comúnmente entendida, ni tampoco un cielo o unanimidad respecto al óbito. Greg Daniels altera tanto la noción de la vida como la concepción de la muerte en sí misma. La espiritualidad, solo barajada por las familias más humildes, se hace a un lado. Para encarar las adversidades, nada como el emotivo discurso de Anne Hathaway en Interstellar (Christopher Nolan, 2014) porque «es el amor lo que trasciende el tiempo y el espacio». Un corazón que se complementa en varias dimensiones, se mantiene inalterable contra influencias y conspiraciones. Que si por una sonrisa, un cielo; ¿qué no darías por un beso?

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