Runner
Días del cieno
• País: Estados Unidos
• Año: 2022
• Dirección: Marian Mathias
• Guion: Marian Mathias
• Título original: Runner
• Género: Drama
• Productora: Easy Riders / Man Alive
• Fotografía: Jomo Fray
• Edición: Marian Mathias
• Música: Para One
• Reparto: Hannah Schiller, Darren Houle, Gene Jones, Jonathan Eisley
• Duración: 76 minutos
• Festival de San Sebastián: Sección oficial (2022)
• País: Estados Unidos
• Año: 2022
• Dirección: Marian Mathias
• Guion: Marian Mathias
• Título original: Runner
• Género: Drama
• Productora: Easy Riders / Man Alive
• Fotografía: Jomo Fray
• Edición: Marian Mathias
• Música: Para One
• Reparto: Hannah Schiller, Darren Houle, Gene Jones, Jonathan Eisley
• Duración: 76 minutos
• Festival de San Sebastián: Sección oficial (2022)
La ópera prima de Marian Mathias es de una esencia y estética similar a lo visto en otro tipo de cine como el de Terrence Malick. En su obra se vislumbran grandes rasgos de genialidad percibidos como destellos de una nostálgica y solitaria Illinois.
Es completamente impresionante cómo una simple escena puede retrotraer a puntos en la experiencia fílmica vivida por cada persona. El primer plano de El Sur (Víctor Erice, 1983) trae consigo a una niña tumbada en medio de la oscuridad de su cama intentando aguzar el oído para ver qué está haciendo su padre al otro lado de la pared. Cinco años antes, también aquellas cabezas que se sostenían en un plano fijo y que cubrían los áridos desiertos de Chicago, describían la perspectiva de una cámara que seguía la pobreza y el dolor de un pueblo cansado en Días del cielo (Terrence Malick, 1978). Y ahora os preguntaréis por qué está dando tanto la brasa este chico con escenas de hace más de treinta años. Pues bueno, la respuesta queda dentro de la ópera prima de Marian Mathias, una obra que es salvoconducto directo hacia otras experiencias fílmicas que solo hacen más que traer buenos recuerdos a la memoria de cualquiera que disfrutase de los dos títulos antes mencionados —y sí, estas dos escenas que comento ocurren literalmente calcadas en la película que vamos a comentar—. El primer filme de esta directora estadounidense nos ubica en los EE. UU. de principios de siglo. A las orillas del río Misisipi en el estado de Illinois, Haas, una chica de 18 años, vive con su padre en una casa apartada del pueblo donde, tras un suceso inesperado, su vida da un cambio de 180 grados de la noche a la mañana con el que se acompaña una profunda soledad, olvidada con la aparición de Will, un chico que vive lejos del pueblo.
Es la llama que mantiene viva una ola de cineastas jóvenes que trasladan las nuevas formas de sentir a los medios técnicos de aquellos años donde el cine brilló.
La fotografía de Jomo Fray es impresionante.
Al hilo con el que empezaba esta crítica —con el que quería poner en situación— vemos que Mathias está plagada de referentes y muchísimo cine —esto se nota con solo un par de minutos de su obra—. Cómo se asemeja, por ejemplo, al modo en el que Kelly Reichardt introduce sus tan abruptos giros de guion— que dejan a la sala enmudecida— o añade nuevas perspectivas con sentido de sensibilidad en su cine —el caso de First Cow (Kelly Reichardt, 2020)—, o a cómo el juego de las perspectivas impone una naturaleza que queda en la memoria de ese tan resucitado recurso en el que la directora, simplemente, deja la lente en un punto y cede a que las cosas ocurran, como si estuviera en el siglo pasado y solo tuviera una cámara sobre un trípode inamovible —regresando a esos rollos de tomavistas tan criticados por su sentido de teatralidad a principios del siglo XX—. Pero ella logra congregar tanto el progreso como lo obsoleto dentro de una película que es digna de su tiempo y que también es atemporal en su forma. Y es que tenía todo el rato la sensación de estar viendo una cinta rodada en los dos mil, en los noventa, en los ochenta y en los setenta. Quizá dicho logro tan peculiar se deba de la fotografía a cargo de Jomo Fray, o quizá sea por la elección conjunta de tomar la relación de aspecto 1.44:1 —que me ha tenido cautivado y me parece un gran acierto—, pero en seguro es que en formato visual, lo bello habla por sí solo. Y cuando lo bello conjunta con lo congruente y consecuente de lo narrado, todo arde. Pues Runner es la llama que mantiene viva una ola de cineastas jóvenes que trasladan las nuevas formas de sentir a los medios técnicos de aquellos años donde el cine brilló —y aún sigue reluciendo—.