Nagisa
La ensoñación del duelo
• País: Japón
• Año: 2022
• Dirección: Takeshi Kogahara
• Guion: Takeshi Kogahara
• Título original: Nagisa
/ なぎさ
• Género: Terror. Fantástico. Drama
• Productora: Flag Co., LTD
• Fotografía: Ryo Ishida
• Edición: Takeshi Kogahara
• Reparto: Yuzu Aoki, Nanami Yamazaki, Kana Kita
• Duración: 88 minutos
• Festival de San Sebastián: New Directors (2022)
• País: Japón
• Año: 2022
• Dirección: Takeshi Kogahara
• Guion: Takeshi Kogahara
• Título original: Nagisa
/ なぎさ
• Género: Terror. Fantástico. Drama
• Productora: Flag Co., LTD
• Fotografía: Ryo Ishida
• Edición: Takeshi Kogahara
• Reparto: Yuzu Aoki, Nanami Yamazaki, Kana Kita
• Duración: 88 minutos
• Festival de San Sebastián: New Directors (2022)
Takeshi Kogohara se estrena en el cine con una película mística y onírica que explora el duelo desde otra perspectiva. Una obra que peca de incongruencia técnica para ubicar al espectador en el tiempo narrativo, pero que no por ello deja de conmover.
Revisitar el duelo en el cine —y cuando digo revisitar es porque ya se ha hecho bastante— siempre supone un riesgo. El melodramatismo es un punto en el que muchos directores y directoras de cine caen por la culpa de pensar que la muerte de un ser cercano es pena sobre más pena, sin nada más que eso. Es por eso que cuando ciertas películas mencionan un dolor extremadamente alto, pecan de sentimentalismo y mercantilizan el padecimiento mediante una narrativa deshonesta con la realidad. Aunque esto muchas veces viene vilipendiado por la cultura en la que se muestra. Quizá hay mil formas de entender el luto dependiendo del lugar al que pertenezcas —por motivos obvios no es el mismo luto el de una persona de México que el de alguien de Noruega— y una exploración que siempre me ha resultado interesante a esta aproximación ha sido la mirada asiática oriental y más en dos tipos de civilizaciones: la taiwanesa y la nipona. Ejemplos claros son la perspectiva del duelo hacia una la pérdida de una sala de cine, como en la obra Good Bye, Dragon Inn (Tsai Ming-liang, 2003), o el luto de una chica arrasada por la catástrofe del tsunami en Japón en 2011 que busca a sus familiares desaparecidos en El teléfono del viento (Nobuhiro Suwa, 2020). Y entre medio de estas dos obras, una mística y la otra terrenal, aparece un híbrido como es Nagisa, la ópera prima de Takeshi Kogohara. En este largometraje nos presentan a un joven que vive atormentado por el reciente fallecimiento de su hermana. Condenado a la eterna tristeza, el chico se encontrará con el fantasma de ella en un túnel.
Una ilusión sobre el duelo, sobre cómo el subconsciente juega con los símbolos para alejar el dolor de una pérdida, pero alejándose de lo trágico y yendo más a la moraleja.
Takeshi Kogahara debuta en el largometraje con Nagisa.
Movido por el mito nipón, por los cuentos de fantasmas y espíritus japoneses que vagan como almas en pena por el mundo terrenal —caso por el que se me ha venido a la cabeza Tsai Ming-Iiang y su Good Bye, Dragon Inn—, el director escribe una obra que no posee una narrativa lineal, sino que todo el montaje está creado mediante cortes que no duran más de tres minutos, con saltos temporales en forma de flashbacks que nos van desgranando la trama. Un trama que no posee balizas identificativas para guiar al espectador, así que es normal si alguien se pierde durante su visionado —el señor de la butaca contigua me hizo un par de preguntas que no supe responder—. Y esto puede ser su mayor hándicap, que produce un distanciamiento entre lo racional y lo imaginativo. Aunque quizá es entendible esta forma de organizar sus escenas por la necesidad constante del onirismo dentro de la obra. Estamos hablando de una cinta que necesita de una ambientación entre lo irreal y lo real, entre lo temporal y atemporal. Así que podemos perdonar lo que hace Kogohara dentro de su técnica narrativa, cuyo punto más fuerte reside en la necesidad de contar historias sobre vivos, para vivos; mediante la visión estática de una lente que rueda a personajes que nunca dan la cara y a escenarios en completa oscuridad donde no se ve más que el parpadeo de algunas luces. Obra antimelodramática y sostenida en la quietud y la continencia —de aquí la comparativa con El teléfono del viento—, que explora uno de esas noches en las que las pesadillas regresan a la falta de un ser querido. Basada en el mito de los yūrei, espíritus nipones que viven atormentados por una muerte traumática y que vagan por el mundo de los vivos sin un destino al que dirigirse, Nagisa es una ilusión sobre el duelo, sobre cómo el subconsciente juega con los símbolos para alejar el dolor de una pérdida, pero alejándose de lo trágico y yendo más a la moraleja. A veces, también es necesario ver la muerte de esta forma.