Marlowe
El cine de hueco
• País: Irlanda
• Año: 2022
• Dirección: Neil Jordan
• Guion: William Monahan (Novela: Benjamin Black) (Personaje: Raymond Chandler)
• Título original: Marlowe
• Género: Thriller
• Productora: H2L Media Group, Nickel City Pictures, Parallel Film Productions, Storyboard Media
• Fotografía: Xavi Gimenez
• Edición: Mick Mahon
• Música: David Holmes
• Reparto: Liam Neeson, Diane Kruger, Jessica Lange, Adewale Akinnuoye-Agbaje, Alan Cumming, Danny Huston, Ian Hart, Colm Meaney, Daniela Melchior
• Duración: 110 minutos
• Festival de San Sebastián: Sección oficial (2022)
• País: Irlanda
• Año: 2022
• Dirección: Neil Jordan
• Guion: William Monahan (Novela: Benjamin Black) (Personaje: Raymond Chandler)
• Título original: Marlowe
• Género: Thriller
• Productora: H2L Media Group, Nickel City Pictures, Parallel Film Productions, Storyboard Media
• Fotografía: Xavi Gimenez
• Edición: Mick Mahon
• Música: David Holmes
• Reparto: Liam Neeson, Diane Kruger, Jessica Lange, Adewale Akinnuoye-Agbaje, Alan Cumming, Danny Huston, Ian Hart, Colm Meaney, Daniela Melchior
• Duración: 110 minutos
• Festival de San Sebastián: Sección oficial (2022)
La película de Neil Jordan, protagonizada por Liam Neeson y Diane Kruger, brilla por su ausencia de entretenimiento. Nada de suspense en un cuasithriller con demasiada cantidad de diálogo y muy poca acción.
Hay cine que, simplemente, parece estar hecho para ocupar algún vacío o algún hueco con el fin de compensar un poco la necesidad de aproximarse al horror vacui. Obras que pecan de artificialidad y que están hechas, en casi su mayor medida, según los cánones de las grandes superproducciones yanquis, aquellas que intentan rellenar aquellas vidrieras vacías de la cartelera. Como un leve ejemplo —que va a ser traumático para nuestros lectores—, podríamos acudir a la memoria del largometraje terrible y naíf de Mortdecai (David Koepp, 2015), que hace símil —aunque guardando las distancias, como siempre— con la nueva obra de Neil Jordan: Marlowe. Una reinterpretación del detective privado Philip Marlowe de Raymond Chandler, pieza en la que siguen los pasos de este investigador contratado por una bella dama para encontrar a un actor de renombre desaparecido. Obra que indaga en el cine, se mete tras las tablas y el celuloide y explora, en formato thriller —si es que se puede llamar así—, un caso del sombrío y oscuro secreto que esconden en la superproductora más grande del cine americano. Luciéndose levemente encontramos a un Liam Neeson en un papel en el que no va más allá —porque siempre hace lo mismo— y a unas Diane Kruger y Jessica Lange que tampoco brillan en absoluto —y vaya desperdicio—. Categóricamente opuesta a la concepción que tenía de ella, resulta en un largometraje puesto para solo llenar escaparates.
Una obra nefasta mal estructurada y con una narrativa y una técnica tan simplistas como pobres.
Y no sé si con llenar escaparates le será suficiente, porque la obra no posee nada sorpresivo: el suspense es pobre y la acción inexistente. Quizá por mi arduo camino dentro de este 70 Festival de San Sebastián, esperaba una clausura de espías al puro estilo de la saga Kingsman, donde la sala se deshiciera en deleites al cine por el cine, pero bien —y no, me la he dado y me la he dado bien—. Intento ser objetivo, pero es que quizá, y a pesar de que aborda su exposición de un modo que no es mi taste particularmente, puede que simplemente la película sea una obra nefasta mal estructurada y con una narrativa y una técnica tan simplistas como pobres. Y me decanto más por esto: en la sala no hubo mucha conmoción ni mucho aplauso, más bien se quedó entre lo tibio y las prisas por ir a coger el paraguas. Una obra impertérrita que no ahonda en buscar un sentido más profundo a su trama. Una pared en blanco en la que se miran imágenes en movimiento sin mucho más que la estética potente de los medios de hiperproducción europea —chirriante— que intentan hacer un ejercicio de Universal o MGM y les sale una película a medias: una pieza que intenta llenar el bolsillo y no las ganas de ver cine. Y este último supuesto, «las ganas de ver cine», hace que, en parte, agradezca que sigan existiendo en mí esas pocas experiencias que me llenan el pecho y el cerebro de querer volver a una sala —voy a divagar un poco con permiso de David García Miño—. No quería despedirme de mi primer gran festival como prensa sin transmitir mi mayor deseo —y creo que de todos—: que volvamos, que regresemos a vernos por siempre en una sala.