Revista Cintilatio
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La emperatriz rebelde (2022) | Crítica

Anacronismo y liberación
La emperatriz rebelde, de Marie Kreutzer
Marie Kreutzer se toma el derecho autoral como aliado para hacer una sátira crítica hacia la corona mediante la reinvención de la historia de Isabel de Austria y su marido Francisco José I. Obra anacrónica y rompedora que no deja indiferente a nadie.
San Sebastián | Por Álvaro Campoy x | 21 septiembre, 2022 | Tiempo de lectura: 3 minutos

Como está últimamente la cosa, viene muy al caso hablar de reyes y reinas en estos días. Quizá no sepamos si para la reina Isabel II existirán cintas de metraje que capturen su vida en solo diez horas con lo que hay por contar, pero sí existen otras vidas, más pequeñas pero no por ello menos interesantes. Es el caso de Isabel de Austria, mejor conocida como Sissi la Emperatriz. Su particular historia ha sido llevada en muchísimas ocasiones al séptimo arte de la mano de bastantes autores como Ernst Marischka. No obstante, en la actualidad no existen muchas interpretaciones de su agitada vida y ha tenido que ser Marie Kreutzer la que la adapte al formato digital mediante su obra subversiva: La emperatriz rebelde. Dicha película nos sitúa en el cuadragésimo cumpleaños de la reina de Austria, durante una época en la que su marido Francisco José I no desea verla envejecer, y ella pasará por dietas estrictas, mediciones constantes de cintura —con sus apretados corsés— y diseños de peluquerías exacerbados. Tengo que aplicar un warning antes de que sigáis leyendo la crítica, y es que si sois de ese tipo de personas que necesitan encontrar fidelidad en los hechos históricos, entonces quizá no os encaje lo siguiente de lo que voy a hablar. Pues las licencias autorales siempre son un arma de doble filo y, en este caso, el anacronismo y lo surrealista se ligan para aportar una vuelta de tuerca a la historia de Sissi.

La liberación del mito y de las pautas impuestas. Toma los huecos que quedan libres dentro de lo fidedigno hasta introducir pequeñas balizas que hacen de lo normal, lo genial.

Vicky Krieps es Sissi.

Siempre que recuerdo una obra que sea de época en la que cuyo director no perdiera su esencia propia mediante una ambientación que no cubriera la historia real, pero que sí la cambiara al modo irreal, recuerdo entonces La favorita (Yorgos Lanthimos, 2018), y en un símil casi idéntico —aunque obviamente salvaguardando las distancias—, podríamos ubicar el sentido sensorial de la obra de Kreutzer: la directora austríaca no pierde nada de ella misma al hablar de Sissi. Conservando siempre la realidad del contexto que le rodea, Marie toma los huecos que quedan libres dentro de lo fidedigno hasta introducir pequeñas balizas que hacen de lo normal, lo genial. Y lo caricaturesco también es parte del juego; la burla y la sorna describen a un personaje que podría quedar relegado a ser un simple bufón, pero cuyo dolor en la mirada interpretativa de una absoluta bestia como es Vicky Krieps, hace que todo no solo se quede en una comedia y traspase el dolor de un pecho ficcional a un pecho sentado en una butaca. Que, también, su técnica se ayuda de trasladar lo puramente representativo al ejercicio fantástico de la licencia autoral, donde podemos encontrar música diegética y extradiegética que desentona con lo que conocemos como una película de época, detalles de escenarios extemporáneos o argumentos entre sus protagonistas que son diálogos que se podrían tener perfectamente en el siglo XXI. El anacronismo puro y duro, que no se anda con medias tintas y reinventa la historia para darle dignidad a uno de los personajes más influyentes y adelantados a su época, que también sirvió como puente para que el cine sea lo que es a día de hoy. La emperatriz rebelde es la liberación del mito, de las pautas impuestas y de la elipsis completa como ejercicio de recuerdo deseado.