Que Hong Sang-soo es un director esquivo es algo que, a estas alturas, podemos tener más o menos claro; y que su cine desafía la praxis cinematográfica que se da por sentada y explora sensaciones, humores en realidad, desde un estado de liquidez narrativa en el que nada puede ser leído en horizontal, es una proclama ya habitual en los textos críticos que enfrentan su obra. Con Introduction (2021), el coreano entrega la que es quizá la sublimación de su estilo, y también una de las entradas más nebulosas y lejanas de su extensa filmografía, tocada por una magia y una tristeza casi infinitas y segmentada, cómo no, en tres secciones diferenciadas que llevarán al espectador a través de la vida de Young-ho, un joven que vive en la indeterminación vital y que se tendrá que definir en base a criterios abstractos, a los que el director nos permite acceder desde la lejanía de esa tríada de momentos que el protagonista sentirá, suponemos que por necesidad, como puntos de inflexión, como catarsis silenciosas de las que no hacen más ruido que el que se escucha por dentro. Así, en primer plano, podríamos situar las relaciones filiales como núcleo de la obra: en lo simbólico, enriqueciendo todas las direcciones en que se plantean y dando forma al resultado final; en lo estilístico, perteneciendo a un lugar en el que la identidad está fragmentada en pequeñas «introducciones» que solo tienen sentido vistas desde la perspectiva del filtro unificador de la cotidianidad de Hong Sang-soo, esa que tanto cultiva y de la que es maestro absoluto. Como es habitual en su obra, desde el lirismo pero quizá aquí un paso más lejos en materia de explicitud, la realidad adaptada al día a día, de personajes que sufren y que expresan mundos desde la aparente intrascendencia, encuentra en Introduction un universo inexplorado que no se expande, sino que se contrae sobre la idea del crecimiento personal, o quizá interpersonal, en el que todo funciona en base a uno mismo y a los demás.
Hong Sang-soo esquiva abiertamente, como decimos, dar todo tipo de explicación a sus inquietudes más primarias, como acostumbra, pero tal vez volviéndose un poco más difuso e insondable en Introduction, lo que la convierte en una firme candidata a ser considerada una pieza única en su carrera, de las más libres y literarias —permítanme sacar un leve punto en común con En la playa sola de noche (Hong Sang-soo, 2017) en cuanto a esa lírica indeleble que excede el ámbito cinematográfico y simplemente poetiza sobre los quizá, sobre los tal vez, o directamente sobre los deseos y los anhelos profundos y oscuros sin cambiar de perspectiva ni dar muestras de haber abandonado el hilo narrativo principal— y capaz de conectar un pasado, con un presente y un futuro sin haber, realmente, dicho nada ni sobre el pasado, ni sobre el presente, ni sobre el futuro. Sus símbolos habituales, entre los que encontramos esas playas invernales y gélidas, el tabaco y el soju están, de nuevo, glorificados en Introduction, y si bien podríamos decir que en el cine del Hong Sang-soo actual los personajes ya no hacen el amor ni se emborrachan como lo hacían en su primera etapa como cineasta —me vienen a la mente La puerta del retorno (2002) o La mujer es el futuro del hombre (2004)—, la esencia que vive detrás del acto del amor y del abandono de la conciencia a manos del alcohol está cada vez más definido y atado, siendo que aquí brilla desde la pura filosofía de vida, desde la nobleza de discurso, y concibe una voz pura con la que el cineasta se refiere a su público sin faltar a su verdad.
Defiende cada concepto visual desde el romanticismo estético, desde esa prosa inmortal que convierte la obra en una colmena tan mental como pasional.
Yéndonos a la materia, Hong Sang-soo deja en Introduction no pocas pistas, o tal vez sería mejor llamarlas huellas, para ofrecer exclusividad con respecto al resto de su obra, aunque como siempre decimos, desde la repetición que imprime en cada una de sus aproximaciones a la cotidianidad y al malestar psicológico y emocional de todos sus personajes principales. Si en La mujer que escapó (2020) ese rastro característico eran los hombres de espaldas, y en En otro país (2012) la tienda de campaña, la guitarra o el propio color naranja, solo por poner dos ejemplos, aquí serían los abrazos, tan aparentemente inofensivos como abiertos en su carga simbólica: Young-ho rodea con sus brazos a diferentes personas a lo largo de la obra, colocándolos en un lugar central en un tejido narrativo de por sí mismo muy evasivo; todo cuanto sabemos pasa por la libre interpretación que hagamos de la conexión entre unos personajes y otros, y de cómo las tres pequeñas introducciones componen una gran y a la vez minúscula introducción a la identidad del protagonista, tan dividido como decidido, tan abandonado por un padre irresponsable como abrumado por una madre que lo mantiene en la indefensión. De este modo, Introduction es una película que nada a contracorriente incluso para los propios estándares de Hong Sang-soo, que se enorgullece de su diversidad de estilo y que defiende cada concepto visual desde el romanticismo estético, desde esa prosa inmortal que conecta toda su obra y la convierte en una colmena tan mental como pasional; y que no es simplemente una primera toma de contacto, como podría sugerir su título, al mundo interior de Young-ho, sino una suma de puertas de acceso, un recordatorio de que, en la hazaña de estar vivo, la acumulación de primeras veces o de oportunidades perdidas solo se puede reiniciar cuando, mirando al horizonte, uno se adentra en el mar sacudiéndose de encima todos los males telúricos. Aunque esté frío. Aunque el amor se haya soñado. Aunque cada abrazo, en realidad, fuera mucho más que un abrazo.