Increíble pero cierto
Date cuenta

País: Francia
Año: 2022
Dirección: Quentin Dupieux
Guion: Quentin Dupieux
Título original: Incroyable mais vrai
Género: Comedia
Productora: arte France Cinéma, Atelier de Production
Fotografía: Quentin Dupieux
Edición: Quentin Dupieux
Música: Jon Santo
Reparto: Alain Chabat, Léa Drucker, Anaïs Demoustier, Benoît Magimel, Stéphane Pezerat, Marie-Christine Orry, Roxane Arnal, Lena Lapres, Gregoire Bonnet
Duración: 74 minutos
Festival de Sitges: Sección Oficial (2022)
Berlinale: Special Gala (2022)

País: Francia
Año: 2022
Dirección: Quentin Dupieux
Guion: Quentin Dupieux
Título original: Incroyable mais vrai
Género: Comedia
Productora: arte France Cinéma, Atelier de Production
Fotografía: Quentin Dupieux
Edición: Quentin Dupieux
Música: Jon Santo
Reparto: Alain Chabat, Léa Drucker, Anaïs Demoustier, Benoît Magimel, Stéphane Pezerat, Marie-Christine Orry, Roxane Arnal, Lena Lapres, Gregoire Bonnet
Duración: 74 minutos
Festival de Sitges: Sección Oficial (2022)
Berlinale: Special Gala (2022)

La primera de las dos películas estrenadas por Quentin Dupieux en 2022 narra el relato de un matrimonio que tiene a su disposición una forma de controlar el tiempo. Una comedia simpática marcada por la ironía derivada de nuestra obsesión con la juventud.

Hay personas a las que las ideas les devoran. Suponemos que debe ser un tanto incómodo tener la cabeza rellena de ellas y más aún cuando, por fin, se disponen de métodos y recursos para drenarlas y dejarlas circular libremente por el mundo. A Quentin Dupieux por ejemplo, en este año no le ha bastado con dar rienda suelta a sus ideas en una única película, y no contento por ello ha decido presentar dos: Fumar provoca tos (2022) e Increíble pero cierto (2022). Desconocemos a qué viene tal exceso de producción creativa aunque intuimos que tal vez tenga que ver con el tiempo o, más bien, con la falta de él. Lo decimos porque después de ver Increíble pero cierto no nos cabe duda de que a Dupieux le importa el tiempo y todo lo que esté asociado a él: su transcurso, el desgaste al que nos somete, la vejez, la juventud, lo que hicimos y lo que haremos. Es un tema complejo, desde luego, pero el cineasta galo siempre opta por la vía amable y simpática —no por ello simple— para exponérnoslo, recurriendo a la comedia. Así Increíble pero cierto cuenta la historia de una pareja adulta que adquiere una nueva casa que dispone de un conducto subterráneo muy peculiar: si lo atraviesas avanzas doce horas en el tiempo y sin embargo, rejuveneces tres días. Increíble, pero cierto.

Alcanza ese preciso equilibrio entre la comedia derivada de lo absurdo y la reflexión extraída de nuestra propia fragilidad.

Léa Drucker y Alain Chabat en una captura de Increíble pero cierto.

Partimos de la base de que esta, como el resto de películas de Dupieux, desprenden tan buen rollo y una simpatía peculiar que es difícil no entrar en sus propuestas con una sonrisa en el rostro. Consigue de sus intérpretes una naturalidad muy medida en la que no resulta complejo ver reflejados a un pariente, un amigo o incluso a uno mismo. Lo cual no solo ayuda a la espontaneidad de la comedia, que no llega a resultar forzada y surge cuando toca, sino que también llama a la universalidad del tema que trata. Nos llama a todos nosotros para decirnos que, aunque dispongamos del medio para controlarlo, el tiempo es ese cabrón ladino que de una forma u otra termina dominándonos. Ineludiblemente. En un metraje que apenas llega a la hora y veinte minutos, Dupieux deja al descubierto nuestra fragilidad mental cuando intentamos alcanzar lo imposible. Y lo hace con ironía, como aquel que mira los anuncios de teletienda en los que se promete un nuevo-yo —más sabio, más rico y más joven— a través de métodos simples y ridículos como un coche nuevo, un pene más largo, un bisoñé o la silicona. Nos reímos y decimos «qué estúpidos» desde lo acogedor y cálido de la juventud para posteriormente, con el pelo cayendo y las patas de gallo asomando, caer rendidos a estos remedios milagrosos que anuncian: ¡increíble, pero cierto!

Como en Fumar provoca tos, Dupieux nunca hace gala de su condescendencia al tratar estos temas. Sabe de sobra que él también está metido en el ajo a pesar de la consciencia de la trampa. Y pretende hacernos ver este destino cruel como algo irremediable y por tanto, digno de risa. Reír por no llorar. Y siendo sinceros, uno viendo la película se ríe. Aunque tampoco a carcajadas. Se comparte la ironía de las situaciones y se sigue manteniendo la sonrisa inicial de la que hablábamos al ver que todo sigue siendo un disparate muy difícil de explicar en el que uno tiende a irse por las ramas. Pero poco más. Suponemos que es el precio a pagar por tratar un tema en el fondo tan delicado. Pero admitiremos que es curioso ver cómo en su tramo final, donde la película opta por tornarse muda, alcanza ese preciso equilibrio entre la comedia derivada de lo absurdo y la reflexión extraída de nuestra propia fragilidad. No diremos que esta sea una gran película, de hecho su duración es bastante comedida, pero aprovecha el poco tiempo que se le concede para hacernos reír y también para hacernos pensar. No suele pasar pero a veces pasa. Increíble, pero cierto.

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