Colorful
¿Estás vivo?
• País: Japón
• Año: 2010
• Dirección: Keiichi Hara
• Guion: Miho Maruo
(Novela:
Eto Mori)
• Título original: Karafuru
/ カラフル
• Género: Animación, Fantástico, Drama
• Productora: Sunrise, Inc.
• Edición: Toshihiko Kojima
• Música: Kô Ôtani
• Reparto: Kazato Tomizawa, Aoi Miyazaki, Akina Minami, Michael, Jingi Irie, Akiyoshi Nakao, Kumiko Asô, Katsumi Takahashi
• Duración: 126 minutos
• Festival de Sitges:
Sección Animat
(2010)
• Festival de Annecy: Distinción especial y Premio del público (2011)
• País: Japón
• Año: 2010
• Dirección: Keiichi Hara
• Guion: Miho Maruo
(Novela:
Eto Mori)
• Título original: Karafuru
/ カラフル
• Género: Animación, Fantástico, Drama
• Productora: Sunrise, Inc.
• Edición: Toshihiko Kojima
• Música: Kô Ôtani
• Reparto: Kazato Tomizawa, Aoi Miyazaki, Akina Minami, Michael, Jingi Irie, Akiyoshi Nakao, Kumiko Asô, Katsumi Takahashi
• Duración: 126 minutos
• Festival de Sitges:
Sección Animat
(2010)
• Festival de Annecy: Distinción especial y Premio del público (2011)
En su segunda incursión en el cine de animación para adultos, Keiichi Hara reflexiona sobre la dureza del día a día desde los ojos de un joven estudiante, tratando con naturalidad temas como el suicidio o el acoso escolar.
El mundo: un lienzo. Las personas: formas y colores. La belleza ha sido siempre subjetiva, así como los trazos de un cuadro producen sentimientos diferentes en cada espectador. ¿Quiénes somos nosotros para afirmar con rotundidad qué es bonito y qué es feo de forma universal, cuando tales conceptos están ligados al gusto individual? Usando de forma poética el paralelismo entre pintura y vida cotidiana, Keiichi Hara —conocido por ser el director de cintas como El verano de Coo (2007), Miss Hokusai (2015) o The Wonderland (2019), debiendo realmente su fama a las adaptaciones cinematográficas del archiconocido Shin-chan— compone una oda a la vida, al perdón y a la amistad como fuente de la reconciliación y cura de los males de la existencia humana basándose en la obra homónima escrita por Eto Mori en 1998.
Un alma en el purgatorio —de la cual desconocemos su identidad— ha cometido un gran pecado y se le ha denegado el derecho a la reencarnación. Para poder volver al ciclo de la vida, un ser de aspecto infantil que responde al nombre de Purapura y que dice estar siguiendo las órdenes del «Jefe» le da una segunda oportunidad a esa alma perdida: pasar una penitencia en forma de prueba de conducta habitando el cuerpo de un desconocido, siendo el objetivo final recordar el pecado cometido. Makoto Kobayashi, un joven estudiante de 2º de secundaria que se suicida pasa a ser el receptáculo del protagonista.
¿Qué harías si el cielo te diese una segunda oportunidad? Con este interrogante como telón de fondo da comienzo la narración de un filme cargado de cuestiones morales y problemáticas del día a día. Como punto de partida para el desarrollo de la cinta, el desconcierto del protagonista al encontrarse envuelto en una situación desconocida se equipara al sentimiento que experimenta el espectador en esos momentos, aprovechando de esa forma la empatía inconsciente que se genera para con el personaje. De esta forma, con la maquinaria ya bien engrasada y los cimientos asentados, el nudo del filme da comienzo, presentando sin escrúpulos una sociedad insensible, unos compañeros de clase deleznables y una familia desestructurada que intenta por todos los medios mejorar su situación tras el milagroso «despertar» de su hijo.
Usando el colegio y las relaciones entre jóvenes como una de las dos principales ideas sobre las que gira la película —siendo estas el bullying y la convivencia en el hogar— Hara pretende mostrar como el acoso escolar hacia Makoto desestabiliza su mente, preparando así el terreno del suicidio. No obstante, y siendo fieles a las palabras del propio muchacho, no han sido las notas ni las actitudes de sus compañeros los verdaderos culpables de sus acciones, sino el descubrimiento repentino de la prostitución de la chica que le atrae, la cual vende su cuerpo a un adulto para ganar dinero, y el hecho de que su madre tenga una aventura con el profesor que le imparte clases de flamenco. En resumidas cuentas, es el conocimiento de que su mundo se desmorona junto a la difícil situación que vive en la escuela lo que hace a Makoto querer terminar con su vida.
Makoto y Hiroka protagonizando una de las escenas más profundas de toda la película.
Haciendo alusión directa a un comentario que el propio director ha pronunciado en la entrevista que contiene la edición coleccionista editada por Selecta Visión: «Me interesan las relaciones familiares ya que, aunque se comparta sangre, son de lo más complicadas». Es de este modo que el cineasta nos presenta la segunda idea central y fuente de mayor conflicto entre los personajes. Por mucho que se esfuercen los progenitores por reconciliar el núcleo familiar, el «nuevo Makoto» se niega a perdonar a la madre por sus actos, creando de esta forma situaciones de lo más incómodas. Por ello y en consecuencia, el joven toma la decisión de pasar más tiempo fuera de casa, siendo esta acción la responsable uno de los pocos momentos de júbilo que aparecen en la cinta: el nacimiento de una nueva amistad.
La profundidad de su discurso y los pequeños y tímidos momentos de humor conforman un tándem de lo más interesante.
Gracias a la aparición de Saotome —personificación de la bondad misma— en la vida de Kobayashi, su forma de ver el mundo comienza a cambiar, presentando de este modo la amistad como medicina para el tratamiento de los males sufridos por el protagonista. Poco a poco, el encanto de la cotidianidad comienza a tener una belleza poética, sintiendo de este modo la iluminación de que la emoción escondida tras ese aburrimiento ordinario puede llegar a conceder instantes que son irrepetibles: «Tal y como dijo Purapura, es mejor disfrutar de la vida y no preocuparse tanto por ser Makoto».
Llegados a este punto, es momento de reflexionar acerca del misticismo en torno al arte de la pintura. Aprovechando la habilidad del protagonista para dibujar y pintar —la cual es objeto de múltiples burlas, llegando incluso por parte de su hermano— y colocando la narración desde un punto de vista subjetivo, Keiichi Hara representa el mundo como si de un enorme lienzo se tratase. Para Makoto, la gente no se compone de un solo color, sino de muchos diferentes. Todos somos «coloridos», y no hay nada de malo en ello. Así pues, la metáfora se extiende a todas las facetas de la vida del joven, creando así su particular forma de entender la sociedad en la que se encuentra y con la que tiene que aprender a convivir.
Por último, y como ya es tradición es los textos firmados por un servidor, es menester dedicar unas cuantas líneas a la estética y banda sonora. Sin ser una de las mejores animaciones que se pueden ver en el mundillo —ya que la definición de los personajes en las distancias lejanas es más que cuestionable—, su función la cumple a la perfección. La estética es de lo más acertada para el tono de la cinta, haciendo uso de tonalidades poco saturadas en los primeros compases para al final —desde el comienzo de la amistad de los dos muchachos— evocar un sentimiento mucho más esperanzador y positivo en el espectador gracias a colores más vivos y fuertes. En cuanto a la banda sonora compuesta por Kō Ōtani, su presencia es simplemente anecdótica, sin grandes alardes exceptuando algunos momentos de acción o tensión en los que las guitarras distorsionadas y los bajos profundos hacen acto de presencia. El global de la orquestación de la cinta brilla por su ausencia, volcando la mayor parte del trabajo en la anteriormente comentada animación.
Colorful (2010), en su totalidad, es sin duda alguna una de las cinas más recomendables de los últimos años. La profundidad de su discurso y los pequeños y tímidos momentos de humor conforman un tándem de lo más interesante. Keiichi Hara, en su segunda incursión en el cine de animación para adultos firma con nota una obra profunda e intelectual que todo amante del anime debe disfrutar. Los colores están presentes en nuestra vida, tanto los bonitos como los feos, pero debemos aprender a convivir con ellos. Debemos saber buscar la belleza en las pequeñas cosas de la vida.