Hay películas directas, en su mensaje, en su estilo, en su núcleo y en su sistema de compromiso-recompensa. No siempre esto va a ir de la mano de un cine reseñable, sino que puede caer en las redes de formar parte de lo poco elaborado, poco apto para los que precisen un contexto y ciertas constantes para entrar en la propuesta. Inés Barrionuevo sí tiene las cosas claras: su lucha, la de su Camila —sorprendente Nina Dziembrowski soportando todo el peso del filme— es tan interior como exterior, la realidad de sus adolescentes, capturados por la cineasta en un coming of age rotundo que descubre los impulsos generacionales en conflicto de unos jóvenes en constante alerta por un sistema de creencias caduco, resalta por encima de todas las posibilidades y lecturas, hasta el punto de que lo que se extrae durante su metraje, cautivador gracias a la candidez de esas actrices y actores, comprometidos con la cámara de Barrionuevo, es la realidad social que diverge en el complejo día a día argentino: el aborto, el acoso, el derecho a decidir. Política aunque accesible, Camila saldrá esta noche —solo el título ya insta a salir corriendo a la sala de cine más cercana— representa una marabunta de emociones, y de disyuntivas: la orientación sexual que choca de frente con los dogmas de las instituciones eclesiásticas, sea esta cualquiera menos la normativa; la censura de todo lo que está fuera de lo que se puede decir en voz alta sin levantar cuchicheos y, por supuesto, en un primer plano el aborto como elemento que convoca a su alrededor voces de todos los colores políticos.
Un recorrido invulnerable a la sensación de descenso que toca lo más hondo y representa hechos desde la cercanía.
Camila saldrá esta noche es mucho más que la historia de una joven que se muda a Buenos Aires y recala en una educación privada tradicional: es un recorrido invulnerable a la sensación de descenso que toca lo más hondo y representa hechos desde la cercanía, un alegato sincero sobre los casos callados de las familias monoparentales que se las ven difíciles, de las jóvenes que luchan contra el sistema en un choque continuado de fuerzas entre ellas mismas y lo que tienen a su alrededor, de la podredumbre institucional que contamina la cotidianidad y convierte lo respirado en aire viciado. Su bruma visual, la niebla, la mirada perdida de la adolescencia que juega con esos tonos verdes y luces suaves; todo uno con la cámara delicada de Inés Barrionuevo, dueña de una mirada crítica y fina que no juzga más de lo necesario y no entra en polémicas vacías, sino que centra todas las balas en una realidad bien representada y gasta toda su energía en convertir la película en un evento plausible y a sus personajes en criaturas dolientes de carne y hueso que tengan vida fuera del papel del guion. Esta noche, desde la misma sombra que Camila, salgamos.