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Cine de serie B: historia y conceptos

Cuando menos es más
Cine de serie B: historia y conceptos
El cine de serie B posee una premisa muy sencilla con la que se conceptualizan sus películas: su presupuesto debe ser bajo. A partir de ahí, se abre un abanico enorme de tipologías, conceptos y subgéneros. ¿Quieres conocer la historia de estos filmes?
Por Maria Gateu x | 18 agosto, 2020 | Tiempo de lectura: 10 minutos

El cine de serie B nace en los años treinta del siglo pasado, en unos EE. UU. sumidos en la Gran Depresión, la gran crisis económica derivada del crac del 29. La población no tenía dinero para actividades de ocio y la venta de entradas de cine cayó un 50%. Ante tal desesperanzador panorama, los jefes de la industria cinematográfica se pusieron manos a la obra para intentar salvar el negocio y sortear la crisis. Hay que tener en cuenta que la industria del celuloide de esa época funcionaba con tres estandartes muy claros: 

  • El sistema de estudios o studio system: permitía a los productores llevar a cabo sus películas en sus propios estudios, con sus medios y sus condiciones.
  • El sistema de estrellas o star system: ofrecía unos intérpretes de «gancho» seguro para el espectador. Es decir, tener a alguno de ellos en la película garantizaba su éxito en taquilla.
  • La división de películas según unos géneros: permitía definir mucho más el perfil de cada espectador, así como moldear la oferta artística de la industria. 

Cada uno de estos factores permitían a los ejecutivos controlar la fase de producción, distribución y exhibición de las obras. De esta forma, el beneficio era mucho mayor y más directo porque todo estaba supervisado y hecho de la forma más rentable para sí. Teniendo esto en cuenta, el primer paso que tomaron ante la crisis económica fue empezar a grabar películas más cortas y con un presupuesto mucho más ajustado. Siempre comparándolas con las de primera línea, las consideradas de serie A. Esta nueva dinámica no solo se centró en la fase de producción y de exhibición, también en la distribución. 

Cuando el cine se convirtió en industria, las cintas de las películas pasaron a producirse y a copiarse en masa. Esto ayudó a que las salas de todo un país pudieran estrenar a la vez una misma película, ya que recibían una de las muchas copias (rotativos) que existían del rollo original. Tras el crac del 29, los rotativos llevaban incluidos estas películas de bajo presupuesto en su cara b. Estos films baratos y de relleno se popularizaron como serie b por este motivo, precisamente, pues eran la cara secundaria del rotativo. Además, se proyectaban antes de las grandes producciones. Algo así como un «aperitivo», un telonero para el largometraje estrella. 

Las giras cinematográficas y su distinción de clases

Anuncio de Warner Bros en Burbank (LA) en 1940.

Otro punto que también cambió fue la forma de exhibir los films: pasaron a proyectarse en giras. Es decir, las películas se proyectaban en distintas salas durante tiempos determinados de tiempo (semanas o meses). El primer tour se consideraba el de estreno y lo acogían los teatros más cotizados. El precio de estas entradas era elevado y no todo el mundo podía permitírselo. Las giras posteriores tenían una entrada cada vez más económica y se localizaban en salas pequeñas. Este sistema beneficiaba por las cláusulas de los contratos entre las majors y las salas que acogían los estrenos. Estos teatros gozaban de este estatus porque formaban parte del entramado de las productoras y por eso mismo en ellas se proyectaban los estrenos. En otras palabras: todo quedaba en casa. Estas salas recogían la mayor parte del beneficio debido al elevado precio de la entrada, el cual lo pactaban también las grandes productoras. En otras palabras: las majors alimentaban y perfilaban su propio engranaje. 

Las salas independientes o pequeñas quedaban en un segundo plano y recibían las películas en las últimas giras, las que tenían un precio más bajo y durante un periodo de tiempo mucho más breve que las de estreno. Este funcionamiento favorecía la distinción y fragmentación del público. Es decir, los espectadores que podían ver el largometraje en la gira de estreno no tenían el mismo poder adquisitivo que el espectador de las salas independientes. La diferencia de clases que ya existía debido a la crisis económica se perpetuó, dividió al público en «de primera» y «de segunda», sesgados por la gira a la que podían asistir. Las películas de serie B eran, entonces, aquellas que partían de un bajo presupuesto de producción. Incluso podían ser estrenadas sin una campaña publicitaria, pues el objeto de deseo era el largometraje de clase A. No obstante, estos filmes formaban parte del engranaje comercial, y su intención era favorecer y perpetuar el mecanismo de la industria cinematográfica. Un mecanismo que, por otra parte, se regía por las dinámicas capitalistas y habituales en cualquier industria.

En la serie B, los directores podían hacer películas más transgresoras en cuanto a lenguaje, género y temáticas. Incluso aparecieron subgéneros derivados de ella, como la serie Z o la serie C. 

De ahí que no sea lo mismo una película independiente o indie que una película de serie B. El cine de talante independiente rechaza las dinámicas de las majors y de la industria cinematográfica, se distancia no solo en cuanto a forma o a términos estéticos, también en su distribución y exhibición. El principal objetivo de los creadores indies es poder crear sin someterse a la industria. El cine de serie B no se regía por estos parámetros indies o al menos no en sus inicios. De hecho, fueron muy rentables para las productoras y para el engranaje industrial. Tanto fue así que un año después de su aparición (1936), el 75% de las salas de EEUU ya proyectaban películas de serie B. El cine de bajo presupuesto se constituyó en género y se hizo un hueco en la industria hollywoodiense. 

La época de oro y la decaída de la serie B

Debido a su gran popularidad, las películas de serie B dieron trabajo a muchas personas y sirvieron de caldo de cultivo para directores, actores, actrices y productores que años más tarde participaron en grandes producciones hollywoodienses. Incluso tenían puntos a favor para los profesionales que trabajaban en ellas que no ofrecían las producciones comerciales y de clase A. Al ser obras de bajo presupuesto, la presión por parte de la productora no era tan elevada como en los largometrajes de serie A. Por ello, muchos directores y actores/actrices afirmaban sentirse mucho más cómodos en las producciones de serie B. Algo que llevó a que figuras de éxito, sobre todo cineastas, renunciasen o no se implicasen en películas de mayor categoría. Otro de los puntos a favor de estas películas estaba relacionado con la falta de presupuesto, que alimentó la imaginación de los cineastas y los productores. Al no disponer de dinero suficiente para según qué efectos visuales o estéticos, tuvieron que ingeniárselas e idear otras formas de conmover al espectador. Esto rompió con muchos de los moldes hasta entonces establecidos y permitió alcanzar modos de grabar o de producir irreverentes o fuera de la norma. En definitiva, romper los moldes es necesario para crecer y evolucionar.

Póster de La mujer pantera (Jacques Tourneur, 1942).

En cuanto a las historias que cuentan, las tramas de serie B abarcaban (y abarcan) una gran variedad. Las primeras obras que tuvieron éxito fueron wésterns, aunque también se hicieron musicales, comedias, dramas y un largo etcétera. Otra producción que destacó fue los seriales. Unos largometrajes que constaban de diez o quince episodios y cuyo protagonista era un héroe de acción. Algunos de los ejemplos más famosos son los seriales de Flash Gordon o de Roy Rogers. Estas producciones se destinaban, sobre todo, a niños y adolescentes. El éxito de estas producciones puso en el punto de mira a majors como RKO, artífice de largometrajes como Los hijos de Hitler (Edward Dmytryk, 1943) o La mujer pantera (Jacques Tourneur, 1942). Ambos se realizaron con una inversión de 205 mil dólares y 130 mil dólares, respectivamente, pero las recaudaciones fueron millonarias. En concreto, la película de Dmytryk consiguió 3.500.000 de dólares, y la de Tourneur, 8.000.000 de dólares. De esta manera se convirtieron en unos de los grandes éxitos de la productora RKO

No obstante, cabe mencionar que a partir del año 1948 la serie B dejó de estar en el centro de los focos. Las productoras dejaron de tener control en la exhibición de las películas tras perder un pleito en el que se les acusaba de haber violado la ley federal antimonopolio, pues habían controlado todas las fases del proceso cinematográfico. Así, la presencia de las películas de bajo presupuesto ya no fue un requisito obligado. De la misma manera, la aparición de la televisión y los cambios de formato también jugaron en contra de estas películas. No había competencia posible para las series y dramas televisivos que los espectadores podían ver desde el salón de su casa. La serie B quedó relegada a un segundo plano, sí, pero no desapareció. De hecho, en esa época se organizaron productoras centradas únicamente en este tipo de películas. Esto reiteró lo que ya comentábamos antes: la libertad de los creadores en estas producciones. La presión de la industria era aún menor en ese momento y los directores podían hacer películas más transgresoras en cuanto a lenguaje, género y temáticas. Incluso aparecieron subgéneros derivados de ella, como la serie Z o la serie C. 

La serie B fue la escuela para muchos talentos hollywoodienses

Bela Lugosi, un habitual de la serie B y Z.

A lo largo de su historia, el cine de serie B se convirtió en el hervidero de muchos talentos y el retorno de algunas estrellas olvidadas. Algunos casos a destacar son el ya mencionado cineasta Jacques Tourneur, que dirigió La mujer pantera (1942), Yo anduve con un zombie (1943), Retorno al pasado (1947) o Berlín express (1948). Todos ellos son films clásicos de serie B, un género en el que este director se afincó con total comodidad. Asimismo, los actores John WayneHumphrey Bogart y Jack Nicholson también empezaron su carrera en las producciones de bajo presupuesto. El actor Bela Lugosi es también un caso muy particular y especial: su carrera estuvo centrada en las películas de serie B y Z. De hecho, en sus últimos años de vida trabajó con Ed Wood, cineasta de films de serie Z (lo veremos más adelante). En el caso del renacimiento de figuras de capa caída, Vincent Price es el mejor ejemplo. Este actor había trabajado en largos de serie A, pero su carrera sufrió un tropiezo y gracias a las películas de bajo presupuesto, recuperó su estatus en la década de los 60. 

Serie C y serie Z, los subgéneros de bajo presupuesto

Póster de Plan 9 del espacio exterior (Ed Wood, 1959)

Las películas de serie C y serie Z han ido apareciendo como una evolución natural del género de bajo presupuesto. El carácter transgresor de la serie B permitió que los cineastas y productores no tuvieran miedo de llevar su experimentación mucho más allá, creando nuevos géneros con particularidades propias. 

La serie C da nombre a las producciones que tienen un presupuesto más bajo que las de serie B y que van a ser emitidas por televisión. De ahí que se denominen C, letra que proviene de la palabra «cable» (televisión por cable en EEUU). Las clásicas películas de domingo que se emiten en muchas cadenas privadas de la TV estatal entrarían aquí.

La serie Z quizá sea la categoría más conocida actualmente. De hecho, muchos usuarios confunden estas películas y las categorizan de serie B, cuando en realidad no lo son. Las Z están mucho más allá en cuanto a bajo presupuesto, características, interpretaciones y carácter. En los años 50 ya se empezaron a ver este tipo de largometrajes, concretamente los dirigidos por el mítico cineasta Ed Wood, quien se considera el padre del género con su Plan 9 del espacio exterior (1959). Algunas de sus estrellas más conocidas son Bela Lugosi y Vampira. La vida de este director fue llevada al cine de la mano de Tim Burton en el film Ed Wood (1994), protagonizado por Johnny Depp. Las películas Z tienen un presupuesto muy bajo, unas interpretaciones poco profesionales, unas tramas forzadas y unos efectos especiales ausentes o poco verosímiles. Además, suelen ser films de ciencia ficción y/o terror con tintes gore y sangrientos. Pese a que muchas personas las consideran «cutres» o de poca calidad, la particularidad y carácter de estas producciones reside, precisamente, en este «poco nivel». Su gran legión de fans las admiran por ello: su carácter bizarro y lo notorio de su bajísimo presupuesto.