Un 2 de octubre de 1949 nacía la fotógrafa estadounidense Annie Leibovitz, primera mujer en exponer su obra en la Galería Nacional de Retratos de Washington D.C. —que no sucedió hasta 1991—, también la primera mujer en ostentar la responsabilidad de jefa de fotografía en la revista Rolling Stone y, quizás una de las curiosidades —llamémosla así— por la que es ciertamente más conocida en la cultura popular: haber sido la última persona en fotografiar a John Lennon junto a su mujer, Yoko Ono, horas antes de que éste fuera asesinado, el 8 de diciembre de 1980.
Nieta de judíos que emigraron a Norteamérica, nació en Connecticut y su trayectoria profesional puede resumirse diciendo que ha sido la persona que ha estado detrás de algunas de las fotografías más importantes y representativas de las últimas décadas. No solo ha fotografiado a estrellas de Hollywood sino que también ha capturado el ambiente de las protestas en Estados Unidos durante la década de los setenta, también a políticos —como el Gabinete de George W. Bush en febrero de 2002 después de los atentados del 11-S—, se fue de gira con The Rolling Stones —su fotografía favorita es una de Mick Jagger en un ascensor—; también fue elegida en 1996 fotógrafa oficial de los Juegos Olímpicos en Atlanta, y sus retratos en blanco y negro de diversos atletas estadounidenses forman parte del libro Olympic Portraits (Annie Leibovitz, 1996).
El gran amor de su vida, la ensayista, novelista y filósofa Susan Sontag, cuyo libro Sobre la fotografía (Susan Sontag, 1977) es lectura recomendada y prácticamente obligatoria para todo aquel que quiera sumergirse en este arte, dijo una vez que «todas las fotografías aspiran a la condición de ser memorables; es decir, inolvidables». Algo así parece ocurrir con las instantáneas de Leibovitz, que perduran en el tiempo, haga lo que haga: más controvertido, fantástico o crudo. Actualmente es una de las fotógrafas mejor pagadas del mundo y tal y como apuntó la periodista Gaby Wood en un reportaje que hizo sobre la fotógrafa que se publicó en Vogue España, «Annie Leibovitz es la fotógrafa más famosa de nuestro tiempo, y la fotógrafa de las personas más famosas de nuestro tiempo». Por su cámara han pasado celebridades como Demi Moore, embarazada, desnuda y portada de la revista Vanity Fair; también Whoopi Goldberg en una controvertida fotografía, de esas que escuecen en la sociedad, ya que aparece sumergida en una bañera llena de leche; o Leonardo DiCaprio con un cisne alrededor del cuello.
Su trayectoria profesional puede resumirse diciendo que ha sido la persona que ha estado detrás de algunas de las fotografías más importantes y representativas de las últimas décadas.
Como así lo marca la historia de la fotografía, esta ha dado pasos agigantados en cuanto a desarrollo tecnológico se refiere. Podemos decir que el cambio más importante, como si hablásemos de VHS a DVD, es la transición de lo analógico a lo digital, y Annie Leibovitz se ha metido de cabeza en esta fotografía digital. Le encanta jugar con la imagen en lo que se llama revelado, ¿podemos decir que uno de sus mejores amigos puede ser Adobe Photoshop? Posiblemente, porque los mundos oníricos que recrea están fuera de nuestra realidad acercándose más a los cuentos y, eso sí, contando siempre con la presencia de estrellas de Hollywood e incluso la monarquía.
Históricamente y como en el literario, las mujeres han estado escondidas detrás de seudónimos, bajo la sombras de otros nombres o ese trabajo entre bastidores que al final firman, o se dice, que firman otros, sino recordemos a las parejas Robert Capa y Gerda Taro, o Man Ray y Lee Miller, que todavía hoy día sobrevuela el «se dice que en realidad esta fotografía no es de su autoría… si no de ella». Es importantísimo que todos los trabajos y profesionales sean reconocidos como merecen y Annie Leibovitz es de las grandes entre los grandes, como puede ser Sally Mann o las española Cristina García Rodero, una de las pocas mujeres —y española— que forma parte de la agencia Magnum de fotografía. Así que, para celebrar el setenta y un cumpleaños de Leibovitz, y con las certeza de que tendremos mucho más de ella en los próximos años, os dejamos unas cuantas instantáneas más, de las más famosas realizadas por la artista, para que os sumerjáis en el mudo que vamos a denominar leibovitziano.